Los germinados están de moda en la cocina. Además de su utilización como elemento decorativo, debido a su belleza y espectacular textura, tienen un alto valor nutritivo y aportan matices a nivel gustativo muy sutiles. Por lo general, se consumen crudos; así mantienen intactas sus propiedades y se puede apreciar mejor su sabor, aunque no hay que descartar de vez en cuando darles un ligero toque de salteado, para terminar un plato caliente o una ensalada templada. En este artículo se apunta cuáles son los germinados más populares y vistosos, cómo hacerlos en casa y en qué recetas emplearlos.
Qué germinados comer (y cuáles no)
Casi todas las semillas de verduras, legumbres y especias se pueden consumir germinadas, excepto las solanáceas, es decir, las de tomate, pimientos, berenjenas y patata, ya que su germinado es tóxico. En el mercado es fácil encontrar dos de los más populares: el germinado de alfalfa (muy popular por su suave sabor, con un ligero toque a regaliz) y el germinado de soja verde (que en verdad es habitual que sea de judía mungo). Además de estos, en tiendas especializadas es posible hallar de mostaza, germinados de lentejas, de rábano… La idea es dar con nuestro sabor y utilizarlo a nuestro gusto.
Cómo hacer los germinados en casa
Elaborar germinados en casa es muy sencillo. Hay que tener en el hogar un germinador, que es un recipiente con una bandeja en la que se colocan las semillas con agua que las humedece. Esto permite que sus raíces se alimenten de ese agua y los brotes crezcan dentro de un entorno cálido, oscuro y protegido. En apenas dos o tres días se ve el milagro.
Cuando comiencen a crecer y tengan unos tres centímetros de altura, se deben poner en un lugar luminoso para que se produzca la fotosíntesis y las hojas comiencen a adquirir un color verde. Una vez que se tenga el germinado a nuestro gusto, hay que colocarlo en la nevera, donde durará una semana -más o menos-, dependiendo de las condiciones de frío del electrodoméstico.
Cinco ideas para usar germinados en la cocina
Hay muchas maneras de utilizar los germinados en la cocina: en ensaladas, encima de una tostada, en bocadillos o en canapés. Una buena idea es emplearlos como guarnición para dar un ligero toque. La elección dependerá de los sabores que gusten. Para hacerse una idea de cómo saben, se pueden tomar como referencia sus «hermanos mayores», los vegetales o especias adultas. Si en lugar de consumirlos en crudo se cocinaran, es importante agregarlos en el último momento. Quedan muy bien en salteados, tortillas y preparaciones de pasta y de arroz. También es posible usarlos en sopas y cremas, tanto para dar un último toque decorativo como para que transfieran su sabor a un caldo vegetal.
- 1. Sopa de germinados. Se hace un caldo de verduras. Para ello se cuecen una zanahoria, un puerro y media cebolla en dos litros de agua durante 80 minutos. Una vez cocida la verdura, se pasa por el pasapurés y se devuelve al caldo. Se pone a punto de sal. En ese momento, se añaden un poco de aceite de oliva, 50 gramos de germinados de alfalfa, 50 gramos de germinados de lenteja y 50 gramos de germinados de soja. Se da un hervor de un minuto y ¡listo para consumir!
- 2. Sopa de fideos soba con brécol y germinados de alfalfa. Se pica finamente un diente de ajo y se sofríe en una cazuela con el aceite de oliva. Cuando comience a dorarse, se vierte un litro de agua con unas cucharadas de salsa de soja. Una vez dado un hervor, se agregan 200 gramos de fideos, 150 gramos de ramilletes de brécol y 200 gramos de germinados de alfalfa. Se cuece todo durante 10 minutos. Una vez cocido, se sirve.
- 3. Ensalada de rúcula y germinados de lombarda. Se lavan y pelan un par de tomates de ensalada. Se lavan también 100 gramos de hojas de lechugas variadas y 100 gramos de rúcula y se escurre. Se trocean los tomates en cuartos y se mezclan con las hojas y la rúcula. Se coloca en cada plato un montoncito de rúcula con los tomates. Sobre ellos, se ponen 150 gramos de gambas cocidas y peladas y 50 gramos de brotes de lombarda. Se aliña con una vinagreta de tres cucharadas de aceite de oliva, una cucharada de vinagre balsámico y una pizca de sal en el momento de servir.
- 4. Bocadillo de espárragos blancos frescos con huevo roto y germinados de soja verde. Se cuecen los espárragos blancos, frescos, pelados y atados en abundante agua con sal y con las puntas hacia arriba. Se refrescan y trocean en tres partes. Se baten los huevos. En una sartén antiadherente con un poco de mantequilla se saltean los espárragos y los brotes de soja verde. Se vierten los huevos y se remueve con cuidado de no romper los espárragos hasta que cuajen los huevos. Se humedecen las rebanadas de pan con un poco de aceite de oliva por la parte interior y se coloca el revuelto en la rebanada; a continuación, se cubre con una loncha de queso y, al final, otra rebanada de pan. Se mete al horno hasta que se funde el queso. Se sirve caliente pero, antes, se agregan unos brotes de germinado de mostaza.
- 5. Salmón a la plancha con germinados de brócoli. En una plancha o sartén antiadherente, moderadamente caliente, se cocinan cuatro rodajas de salmón. Para ello, se untan primero los lomos de salmón con un poquito de aceite de oliva. Se cocinan durante tres minutos por cada lado y se pone a punto de sal según se da la vuelta a los lomos. De ese modo, la sal no penetra en la carne y se evita la salida de los jugos. Una vez que se sacan los lomos de la sartén, se añade una cucharada de aceite de oliva y se saltean los germinados de brécol con unos tomatitos cherry troceados por la mitad. Se adereza con unas gotas de salsa de soja y se sirven los lomos de salmón junto con la guarnición de germinados de brécol y tomatitos salteados.