Vivimos constantemente conectados. El móvil se ha convertido en una extensión más de nuestras manos, abriendo un nuevo escenario de adicciones no regladas, pero cada vez más frecuentes. “Son las llamadas adicciones sin sustancia”, explica Azucena Díez Suárez, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil (Sepyna) y psiquiatra y psicóloga clínica de la Clínica Universitaria de Navarra. En el siguiente artículo ofrecemos un test para detectar si estamos demasiado enganchados a la tecnología y explicamos cuáles son las características de esta adicción, que guarda ciertas similitudes con la ludopatía.
La adicción a la tecnología conlleva conductas muy similares a las de las personas con ludopatía, señala Azucena Díez Suárez. La experta apunta que algunos estudios han demostrado que el funcionamiento cerebral es muy parecido al que se da en los adictos a las drogas. Tanto es así, que «probablemente en los próximos años se considerará como un diagnóstico independiente».
La sobreexposición tecnológica y la facilidad y gratuidad de acceso a los contenidos provocan que se genere una necesidad de conexión que deriva en situaciones de ansiedad a las que Fernando Sarráis, especialista en Psiquiatría del mismo centro, califica como «tecnoestrés». Irritación, enfado, abandono del tiempo libre y aislamiento social, insomnio y falta de apetito son algunos de los principales síntomas de alerta que han de frenarse antes de desarrollar un auténtico problema difícil de paliar.
Cuestionario para detectar adicciones tecnológicas
El cuestionario Young busca localizar posibles adicciones a las tecnologías en menores. Y es que los conocidos como «nativos digitales» resultan especialmente vulnerables a estos trastornos adictivos. «Aproximadamente el 25% de los alumnos perciben algún problema con el uso de las nuevas tecnologías. Conflictos que resultan graves en el 4% de los casos», destaca Díez.
Ocho preguntas pueden anunciar la existencia de un diagnóstico de las características citadas:
- 1. ¿Se siente preocupado por Internet? ¿Piensa mucho en la última conexión?
- 2. ¿Le preocupa estar en un sitio en el que no disponga de acceso a la Web?
- 3. ¿Siente la necesidad de aumentar el tiempo de uso para verse satisfecho?
- 4. ¿Ha realizado esfuerzos infructuosos por evitar o reducir el uso?
- 5. ¿Se ha sentido malhumorado o irritado con alguien que le haya recomendado dedicar menos tiempo a las nuevas tecnologías?
- 6. ¿Dedica a Internet más tiempo del que tenía planeado en un primer momento?
- 7. ¿Ha perdido alguna relación significativa (amistades, pareja) o trabajo por este motivo? ¿Ha mentido?
- 8. ¿Usa usted Internet como medio para evadirse de sus problemas?
Adicción a la tecnología: las chicas son más sociales
«Las niñas se enganchan más a Internet y al móvil; son más sociales. Los niños prefieren los videojuegos», recalca esta profesional que destaca en todo caso la necesidad de fomentar la prevención, algo «vital» en las familias con menores. «Hay que aprender a alejarse de los extremos. No debe verse Internet como el demonio, porque no lo es, pero tampoco ignorar el uso que nuestros hijos hacen de él», apunta.
Instalar el ordenador a la vista de todos, controlar el tiempo de uso y conocer las claves de niños y adolescentes son algunos de los consejos que hay que tener en cuenta por parte de los progenitores.
Contrato de limitación horaria para acabar con el problema
Una vez encontrado el problema y ya avanzado, la terapia psicológica se basa en medidas conductuales y de restricción. «Es necesario establecer un contrato y unos límites de horario o, incluso, de no exposición», declara la presidenta de la Sepyna.
En el caso de la población adulta, se debe además prestar atención a un parámetro que se ve directamente afectado: la economía familiar. «Las personas que padecen un problema de este tipo invierten todos sus ahorros de forma selectiva y compulsiva en teléfonos mejores o en juegos carísimos».
El autocontrol y «la higiene mental» resultan aún dos asignaturas pendientes contra estas nuevas patologías que, si bien todavía logran pasar desapercibidas, están echando raíces y comenzando a enseñar los auténticos riesgos que esconden para nuestra salud.