Pocas veces se está tan pendiente de la alimentación como durante el embarazo. Sin embargo, es en esta etapa cuando se cometen muchos errores dietéticos. En algunos momentos por exceso de prudencia, en ocasiones por exceso de confianza y la mayoría de las veces por el peso de los mitos, los consejos bienintencionados (y erróneos) y la falta de información, las gestantes acaban equivocándose en algunas decisiones alimentarias. El estado nutricional de la mujer en este periodo es clave para que los cambios fisiológicos se produzcan sin ninguna repercusión sobre el feto. En este artículo se repasan los ocho errores más frecuentes.
1. Durante el embarazo hay que comer por dos
Las recomendaciones de expertos van encaminadas a distribuir el coste energético del embarazo a partir, sobre todo, del segundo trimestre de gestación. ¿De qué manera? Mediante una toma suplementaria de 300 kcal/día a partir del segundo trimestre y de 450 kcal/día en el tercero. Este aporte energético extra no requiere duplicar la ingesta energética de la mujer embarazada, sino tan solo incrementar el consumo energético de manera moderada. El aumento energético durante el segundo y el tercer trimestre debe conseguirse manteniendo el equilibro alimentario de la dieta.
2. En el embarazo deben ganarse 12 kg de peso como máximo
El incremento de peso aconsejado por los expertos varía según el estado nutricional previo a la concepción. Así pues, el IOM (Institute of Medicine) de EE.UU. revisó en 2009 las recomendaciones sobre aumento de peso en la gestación y emitió las siguientes, basadas en el IMC previo al embarazo.
- Estado ponderal previo: bajo peso (IMC menor que 18,5 kg/m2). Aumento de peso aconsejado: 12,5-18 kg.
- Estado ponderal previo: normopeso (IMC de 18,5 a 24,9 kg/m2). Aumento de peso aconsejado: 11,5-16 kg.
- Estado ponderal previo: sobrepeso (IMC de 25 a 29,9 kg/m2). Aumento de peso aconsejado: 7-11,5 kg.
- Estado ponderal previo: obesidad (IMC igual o mayor a 30 kg/m2). Aumento de peso aconsejado: 7-11,5 kg.
Para averiguar el IMC se deben dividir los kilos que se pesan por la altura, expresada en metros y elevada al cuadrado (esto es, multiplicada por sí misma). Así: IMC (Índice de Masa Corporal) = Peso (kg) / Talla (m)2.
Así pues, una mujer con un peso bajo antes del embarazo podría llegar a aumentar 18 kg de peso, sin riesgo alguno; mientras que en una mujer con obesidad, un aumento de peso de entre 5 a 9 kg de peso sería suficiente para el correcto desarrollo del feto.
3. Siempre deben respetarse los antojos
La alimentación de la gestante debe ser variada, adecuada en raciones diarias y con una buena distribución de alimentos a lo largo del día. El patrón alimentario de las embarazadas no varía mucho respecto a su consumo habitual, de manera que es importante corregir errores dietéticos previos que faciliten el equilibrio dietético, además de potenciar una mayor ingesta de fruta, verdura, legumbres y lácteos. No deben temerse los antojos ocasionales, pero no es recomendable que la práctica de complacerlos sea tan habitual que acabe desequilibrando la dieta, puesto que en muchas ocasiones los antojos se basan en alimentos hipercalóricos y ricos en grasa (helados, pipas, palomitas, galletas, etc).
4. Puede tomarse jamón sin problema, hay suficientes controles de la calidad
A pesar de que los controles microbiológicos de los alimentos son hoy en día elevados, existe riesgo de contagio de Toxoplasma gondii por el consumo de carne cruda o no bien cocinada. Durante la gestación, la toxoplasmosis podría provocar secuelas graves en el feto. Por este motivo es importante cocinar bien la carne y evitar embutidos elaborados con carne no cocinada, como el jamón curado.
5. El alcohol está permitido con moderación
El consumo de alcohol debe evitarse durante el embarazo, puesto que puede ser perjudicial para el feto. Su ingesta puede originar abortos, peso y altura bajos en el bebé, alteraciones en el aprendizaje, retrasos en el habla y el lenguaje o problemas cardíacos, renales y óseos, entre otros. Por eso, los expertos aconsejan no beber alcohol en ningún momento de la gestación.
6. Hay que evitar el pescado azul
Existe una gran controversia entre los expertos respecto a las recomendaciones que deben darse sobre el consumo de pescado azul. Por una parte, son uno de los alimentos que contribuyen al aporte de ácidos grasos omega 3; por otra, son uno de los alimentos con gran capacidad para acumular contaminantes tóxicos, entre ellos el mercurio (sobre todo en el caso de pescados azules de gran tamaño, como el atún o el pez espada).
No hay suficiente evidencia para aconsejar evitar la ingesta de pescado azul en general, aunque sí es una buena recomendación moderar o limitar el consumo de pescados azules de gran tamaño. Las poblaciones no consumidoras de pescado azul de manera habitual, por ejemplo, vegetarianas, pueden asegurar el aporte de omega 3 a través de otros alimentos ricos en estos ácidos grasos, como algunos frutos secos.
7. Deben evitarse los lácteos y derivados
Debe evitarse la leche no pasteurizada y los quesos frescos -o de pasta blanda- elaborados con leche cruda (feta, camembert, mascarpone, brie, requesón o queso de burgos, si la etiqueta indica que han sido elaborados con leche cruda). Los quesos elaborados con leche cruda pueden suponer una fuente de infección de Listeria monocytogenes y causar graves daños al feto.
No obstante, los lácteos son una fuente de calcio y proteínas importantes durante el embarazo. Pueden consumirse sin problema la leche pasteurizada o leche tratada a alta temperatura (UHT) y el resto de derivados lácteos preparados con leche pasteurizada o UHT.
8. Una mujer embarazada no debería realizar una dieta vegetariana
La restricción dietética que supone el vegetarianismo puede ser perfectamente compatible con una gestación saludable. Pero si la mujer embarazada es ovolactovegetariana o vegana, debe acudir a un dietista-nutricionista o un médico especialista en nutrición para evitar déficits nutricionales que pudieran suponer un riesgo para el feto o para sí misma.