Desde que el hombre llegara a la Luna, hace más de 40 años, la alimentación de los astronautas en misiones espaciales ha evolucionado de forma considerable. En estos años se ha producido un importante desarrollo que ha transformado el sistema alimentario espacial y que ha dado también sus frutos en la Tierra. Microondas, alimentos liofilizados o filtros de agua son algunos de los inventos de la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) que han aportado beneficios en la alimentación también terrenal. El artículo detalla cuáles son los principales inventos astronáuticos relacionados con la comida que se usan en la vida cotidiana y cómo ha sido la evolución culinaria en este ámbito.
Spinoffs, o productos que llegan al mercado a partir de su aplicación en el espacio. Es como los denomina la NASA, cuyos ingenieros aeroespaciales llevan años inventando objetos para facilitar la vida de los astronautas en sus misiones. Muchos de estos artículos han sido retomados, mejorados y aplicados en la Tierra. Según la NASA, todos los días, en infinidad de maneras, las vidas de las personas están tocadas por la tecnología espacial. Y es que, desde 1976, más de 1.500 desarrollos tecnológicos han permitido mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Los inventos astronáuticos que se usan hoy
Ante el problema de cómo y con qué alimentar a un astronauta se han desarrollado distintas herramientas
Uno de los ámbitos en los que se ha prestado especial atención en las misiones espaciales ha sido el de la seguridad alimentaria. Ante el problema de cómo y con qué alimentar a un astronauta en una cápsula sellada en condiciones de ingravidez, la NASA solicitó ayuda a Pillsbury Company para abordar dos de las principales preocupaciones a las que se enfrentaban: deshacerse de los restos de comida que pudieran contaminar la nave y asegurar la eliminación de bacterias y toxinas. La empresa desarrolló el concepto Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (APPCC), ampliamente utilizado en la industria alimentaria, de gran alcance, diseñado para evitar problemas de seguridad alimentaria antes de que aparezcan. Este método está considerado «la más revolucionaria innovación para garantizar la seguridad alimentaria del siglo XX». Pero no es el único avance que se le debe a la investigación espacial sobre alimentos:
Alimentos liofilizados y deshidratados. Son productos en los que se ha reducido su peso; por tanto, se ha incrementado la capacidad de transportarlos sin que se vea alterado su valor nutricional. Los alimentos son cocinados, congelados rápidamente y, después, calentados en una cámara al vacío para eliminar los cristales de hielo que se han formado durante la congelación. El producto final conserva un 98% de sus propiedades nutricionales y pesa el 20% de su peso original. Sopas, aperitivos, cereales o cremas de setas son algunos de los alimentos envasados en un material flexible.
Filtros de agua. En muchos casos, la versión doméstica ha tomado prestada la técnica que empleó la NASA para matar posibles bacterias del agua de los tanques que usaban los astronautas para beber. Combina los beneficios de la adsorción química, intercambio iónico y procesos de ultrafiltración. Este sistema es muy útil en regiones en vías de desarrollo.
Microondas. El tratamiento térmico con microondas se conoce desde finales de 1940, aunque su uso no se generalizó en el ámbito doméstico hasta los años 60. Rápido, fácil de limpiar, calentamiento selectivo del alimento o ausencia de contacto con superficies calientes son algunas de las principales características de este electrodoméstico. Aunque no lo inventó la NASA, sí lo perfeccionó para que los astronautas pudieran calentar la comida sin tener que utilizar fuego.
Suplementos para bebés. Las fórmulas infantiles que se comercializan en la actualidad contienen un ingrediente enriquecido que tiene su origen a una investigación de la NASA que exploró el potencial de microalgas, fuente de nutrientes importantes.
Si bien la gravedad es un verdadero desafío al plantear los menús de los astronautas, debe tenerse en cuenta que su dieta no difiere mucho de la cotidiana. Frutas, nueces, pollo, carne de res o bebidas como el café son algunos de los alimentos de los que disponen los astronautas. La mayoría se deshidratan y, en el espacio, requieren la adición de agua para volver al estado en el que estaban cuando se cocinaron.
Una importante evolución culinaria
Los sistemas alimentarios y los elementos que constituyen un menú espacial han evolucionado mucho desde los primeros días del Programa Mercurio, el primer programa espacial tripulado estadounidense (1961-1963). La calidad y variedad de alimentos aumentó sobre todo con la misión Apolo. Sus astronautas fueron los primeros en tener agua caliente, lo que hizo que la rehidratación de los alimentos fuera más fácil. Estos astronautas también fueron los primeros en usar un recipiente de plástico que podía abrirse sin que su contenido saliera.
La tarea de comer en el espacio recibió un gran impulso con Skylab, la primera estación espacial que se colocó en órbita alrededor de la tierra. Diseñada para misiones largas, tenía un doble objetivo: demostrar que los humanos podían vivir y trabajar en el espacio largos periodos de tiempo y ampliar los conocimientos en astronomía solar. Skylab tenía una gran área de espacio para un comedor, lo que permitía a los astronautas «sentarse a comer». Había 72 alimentos distintos, un congelador y una nevera.
Los alimentos que se mandan al espacio se desarrollan en el Laboratorio de Sistemas Espaciales de comida, el Johnson Space Center (JSC), integrado por científicos de alimentos, dietistas e ingenieros. Los alimentos se analizan desde el punto de vista nutricional y se evalúan también los envases. Las bebidas en forma de polvo son: café, té, jugo de naranja, limonada o sidra de manzana.
Uno de los últimos avances es la impresión de la comida, como en una película de ‘Star Trek’. La impresión 3D de alimentos puede cambiar el menú de los astronautas, ya que esta técnica permitiría la creación de platos nuevos. Por el momento, expertos de la Universidad de Cornell (EE.UU.) han desarrollado sustancias gelatinosas comestibles llamadas hidrocoloides que se pueden imprimir en capas y mezclar con una variedad de distintos sabores y texturas. Esta tecnología, a diferencia de los sistemas actuales, permitiría reducir el número de desechos en las misiones espaciales.