Los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden a los alimentos con varias finalidades, como endulzar o cambiar el color. En la Unión Europea se identifican con la letra E seguida de un número, que figuran en la etiqueta. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se encarga de evaluar la seguridad de estas sustancias o nuevos usos a los que puedan destinarse. El control sobre el empleo de aditivos es en especial importante para los niños y bebés, y la norma general es que no se utilicen en productos dirigidos de forma específica para menores. En caso de que sí se añadan, los estudios sobre sus efectos deben ser muy rigurosos. El artículo explica las actuaciones sobre aditivos y niños y el caso de los colorantes e hiperactividad.
Actuaciones sobre aditivos y niños
Los aditivos alimentarios autorizados en la Unión Europea han pasado unos estrictos controles que hacen que sean seguros en las cantidades que establece la legislación. Las condiciones para autorizar un aditivo son cuatro: debe ser seguro; debe responder a una necesidad tecnológica; no debe inducir a error al consumidor; y debe aportarle un beneficio. Una de las maneras de controlar el uso de estas sustancias es establecer una ingesta diaria admisible (IDA) para cada una de ellas, que es la «cantidad de una sustancia que la gente puede consumir a diario durante toda la vida sin riesgo apreciable para la salud». Esta toma se calcula en función de un amplio margen de seguridad que garantiza que no hay riesgo para la salud aunque se consuma tal cantidad cada día.
En 2008, se aprobaban en la UE nuevas normas para regular el empleo de aditivos. Entonces, una de las medidas adoptadas fue la de prohibir el uso de colorantes y edulcorantes en la comida dirigida a bebés y niños (excepto en los casos en los que se utilizan solo para este fin). El objetivo de esta medida fue proteger a los consumidores más pequeños. El Reglamento 1333/2008 fija la lista positiva de aditivos alimentarios y ha tenido en cuenta a los niños. Así, regula el empleo de aditivos alimentarios en alimentos dirigidos a lactantes y menores de corta edad. En concreto, establece que «no se utilizarán aditivos alimentarios en los alimentos para lactantes y niños de corta edad, en especial en los alimentos dietéticos destinados a usos médicos especiales». Esta medida se adoptó después de que algunos estudios aseguraran que un determinado número de aditivos alimentarios se ha relacionado con problemas de asma, alergias e hiperactividad en menores.
Colorantes e hiperactividad en niños
En 2008 se prohibió el uso de colorantes y edulcorantes en la comida dirigida a bebés y niños de corta edad
En muchos casos, la preocupación sobre los aditivos y los niños está asociada al empleo de los colorantes. Los colorantes son aditivos que se usan para reforzar o cambiar el color de los alimentos. Estas sustancias no mejoran ni empeoran la calidad del producto, solo cambian el color o la apariencia. De lo que se trata, en la mayoría de los casos, es de hacer más atractivo un alimento concreto. De ahí que el riesgo aceptable hacia este tipo de sustancias tenga que ser muy bajo, ya que el beneficio es pequeño.
En 2007, un estudio de la Agencia de Seguridad Alimentaria británica (FSA) sobre colorantes alimentarios determinó que había una relación estadística entre ciertas combinaciones de estas sustancias, utilizadas en bebidas refrescantes y otros productos consumidos por niños, y un incremento de la hiperactividad. La investigación afirmaba que algunas combinaciones de colorantes, junto al conservante benzoato sódico (E211), provocaría síntomas de hiperactividad en niños. A pesar de que un estudio posterior realizado por la EFSA en 2008 aseguraba que no había suficientes evidencias científicas para limitar su consumo en Europa, sí se obligó, por ley, a indicar en el etiquetado cuándo un alimento contiene alguno de los colorantes estudiados (rojo cochinilla o amarillo quinoleína): «El colorante X puede tener efectos negativos sobre la actividad y la atención de los niños». Otra recomendación para reducir la exposición a ciertos aditivos es seguir una dieta equilibrada y evitar el consumo de ciertos alimentos como golosinas que, además, aportan pocos beneficios nutricionales.
Tipos de aditivos
Los aditivos autorizados en la UE vienen representados en la etiqueta por la letra E seguida de una serie de números. Estos aditivos cuentan con la aprobación del Comité Científico para la Alimentación Humana de la UE (SCF), que lo ha evaluado como seguro. Los números que llevan no son más que la clasificación de los distintos tipos de aditivos en función del papel de desempeñan.
Conservantes (E-2XX). Son los encargados de evitar el crecimiento de patógenos y, por tanto, de alargar la vida útil del alimento al que se ha agregado.
Edulcorantes (E-420, E-9XX, E-620, E-635). También conocidos como potenciadores del sabor, su finalidad es realzar el sabor de los alimentos. Un ejemplo sería el glutamato monosódico, que se añade sobre todo a las comidas preparadas, salsas o sopas.
Espesantes, gelificantes y emulsionantes (E-4XX, E-12XX y E-14XX). Favorecen la formación de una emulsión y evitan que los alimentos se separen en distintas capas o fases. También pueden actuar como estabilizantes, es decir, conservadores de la estructura del alimento. Los espesantes y gelificantes también se denominan «mejoradores de las propiedades sensoriales». Funcionan como macromoléculas que se disuelven y dispersan en el agua con facilidad, lo que favorece su viscosidad. Goma guar, lecitina o pectina en confituras son algunos ejemplos.
Aromatizantes. Se añaden para reforzar, modificar o dar aroma o para eliminar los que no son deseados.
Antioxidantes. La finalidad de estos aditivos es la de retrasar la oxidación que provocan factores como la luz, el aire o el calor. Un ejemplo es el ácido ascórbico (E-300).