Ver una temporada de la serie de moda de un tirón, con la sensación de querer disfrutar de otro capítulo más y, así encadenar uno tras otro, hasta pasar horas y horas delante del televisor sin poder parar y, al terminar, una sensación de vacío. Aunque algunos consideran esta conducta, denominada también “binge-watching“, una adicción, no existe evidencia científica que sostenga tal afirmación. A continuación, de la mano de un experto, se arroja un poco de luz sobre este comportamiento. También se describe qué es una adición y qué rasgos de la personalidad predisponen a comportamientos abusivos.
Ver temporadas enteras de la serie favorita sin pausa se puede convertir en una costumbre habitual u obsesiva que genere, incluso, sentimientos de culpabilidad o sensación de vacío al terminar. Algunas informaciones que circulan por la Red consideran que esta práctica está relacionada con algún problema de comportamiento o trastorno. Pero, ¿tanto como para considerarla una adicción?
El binge-watching no es una adicción
Ver de manera excesiva series de televisión no deja de ser un problema de abuso o mal uso, pero no una adicción
El profesor Julio Bobes, investigador principal del CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) en el grupo de la Universidad de Oviedo y vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), es tajante: tanto la Organización Mundial de la Salud en su «Clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento» (CIE-10), como desde la Asociación Americana de Psiquiatría en la última revisión del ‘Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales’ (DSM-V), no consideran este comportamiento como trastorno ni tampoco lo aceptan como una adicción. «No existe evidencia científica que permita sostener que determinados comportamientos llevados a cabo de manera abusiva por algunas personas -sean compras, sexo, trabajo, ejercicio físico o ver series de televisión- como un trastorno adictivo», especifica este experto.
En Internet circula información -en foros, blogs o portales sin acreditación- sobre distintos comportamientos o conductas que con rapidez alguien les cuelga la etiqueta de «trastorno» o «adicción», pero que, en realidad, no son tal. «En la Red, hay mucho ruido y pocas nueces», puntualiza el profesor Bobes. «Las sociedades científicas rigurosas, como la SEP, se apoyan en la ciencia para determinar, tras estudios sistemáticos de un determinado problema, si se considera o no un trastorno, como sería una adicción», añade.
Esto no quiere decir que no sean muchas las personas grandes consumidoras de series de televisión pero, que estas mismas, posiblemente pasados unos días, consumirían otras cosas. «El quid de la cuestión está en que estas personas no pierden grados de libertad, como sucedería en una adicción, solo pierden tiempo«, apunta el doctor Bobes.
La adicción: un trastorno mental
Algunos rasgos de la personalidad pueden hacer que uno sea más vulnerable a determinadas conductasSegún la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una gran variedad de trastornos mentales (alrededor de 400), todos con manifestaciones distintas. Son una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás. Entre estos se encuentran los trastornos afectivos, de ansiedad, las discapacidades intelectuales, los trastornos psicóticos, las demencias y los trastornos mentales y de comportamiento debidos al consumo de psicotrópicos (como alcohol, tabaco, cannabis, opioides, sedantes, etc.), entre otros.
Las denominadas «adicciones comportamentales, no tóxicas o no químicas» no son adicciones como tal, sino problemas de abuso o mal uso, como señala el DSM-V de la Asociación Americana de Psiquiatría. Así pues, ver de manera desmedida series de televisión no deja de ser un problema de abuso o mal uso, pero no una adicción.
Hay algunas personas que tienen más riesgo o mayor facilidad para quedarse enganchado a determinadas conductas. Algunos rasgos de la personalidad o estados emocionales concretos pueden hacer que uno sea más vulnerable a cualquiera de ellos.
Tender a la impulsividad, una baja tolerancia a la frustración, dificultad para enfrentarse a los problemas y encontrar una solución, problemas para relacionarse con los demás, dependencia emocional o sufrir una baja autoestima son algunos rasgos que aumentan la probabilidad de ser una persona que consuma de manera excesiva series de televisión, que se obsesione con hacer deporte o con seguir una dieta sana o se dé a las compras sin freno.