Al comprar una vivienda, hay gastos que no siempre se tienen en cuenta pero que incrementan su coste. Por eso, antes de firmar un crédito hipotecario, hay que fijarse en todos los gastos que lleva aparejado. El motivo es que comisiones, pagos al notario y hasta la tasación de la casa son desembolsos que aumentan el dinero necesario para adquirir una vivienda. Unos serán opcionales, pero otros no hay más remedio que afrontarlos. Este artículo explica los gastos que pasan más desapercibidos cuando se compra un piso para así conocer el importe final y real.
Con frecuencia solo se mira el tipo de interés que aplican los bancos por la concesión de una hipoteca. Aunque el contenido del contrato es muy importante, no es el único que hay que tener en cuenta. Por desgracia, hay otros gastos que cuando se compra una vivienda pasan más desapercibidos, pero que incrementan de forma sustancial la hipoteca o el préstamo que se necesita.
Los gastos de adquirir una casa son más de los inicialmente contemplados. En unos casos están vinculados al propio crédito pero, en otros, son consecuencia de su gestión y hasta por la necesidad de contratar otros productos bancarios, como un seguro para el hogar. Pero, ¿cuáles son los gastos de comprar una vivienda menos conocidos?
1. Comisiones
Las comisiones son el gasto más frecuente que incidirá en el precio final de la vivienda. Hay muchas clases de comisiones, pero de entre todas ellas la de apertura es la más habitual: supone un importe variable que oscila entre el 1% y 2% sobre el capital prestado.
De todas formas, es un apunte contable que puede evitarse, si se opta por los modelos que están por completo exentos de este gasto. No en vano, gran parte de las últimas ofertas están confeccionadas bajo esta estrategia comercial.
2. Gastos de notaría
Los gastos de notaría son una gestión completamente obligatoria cuando se formaliza la compra de la vivienda. La operación habrá que registrarla en una notaría y, como consecuencia, hay que pagar unos honorarios.
Estos aranceles notariales son fijos e independientes del precio de tasación o del tamaño de la casa. Aunque si es una vivienda de protección oficial o pública, se le aplicará una reducción en las tarifas, con lo que el desembolso por este concepto será menor.
3. Registro de la propiedad
El registro de la propiedad es otro de los gastos con los que hay que contar. No hay posibilidad alguna de librarse de ellos, ya que es obligatorio inscribir la hipoteca suscrita en este organismo oficial.
Su cuantía no es fija, ya que depende sobre todo del importe de la responsabilidad hipotecaria. Sin embargo, es un gasto fijo que no habrá más remedio que afrontar y que afecta a toda clase de inmuebles, desde pisos, apartamentos, estudios hasta segundas viviendas.
4. Costes de gestoría
Los costes de gestoría no son obligatorios, pero sí necesarios cuando se gestiona el proceso administrativo inherente a la contratación de una hipoteca. Estos especialistas realizarán todos los trámites administrativos que se deriven de esta operación económica: registro de la escritura y su formalización ante el notario, entre otros servicios.
A diferencia de los restantes gastos, estos no son fijos, sino que dependen de las tarifas que apliquen sus profesionales, pues no están reguladas.
5. Tasación del piso
La tasación del piso es obligatoria en todos los casos. Supondrá un coste aproximado entre 200 y 700 euros, en función de la entidad elegida para la tasación y el valor del inmueble.
Otro de los gastos que conlleva la formalización de un crédito hipotecario corresponde a los seguros del hogar. No obstante, solo son obligatorios contra incendios, aunque cada vez es más frecuente que en la operación se incluya el de multirriesgo del hogar. Hasta el punto que algunas entidades los incorporan como requerimiento para hacer efectiva su contratación.
Pero no es la única estrategia comercial que emplean los bancos para comercializar sus hipotecas entre los clientes, porque, a cambio de mejorar sus tipos de interés, se exige la suscripción de una póliza de estas características. No solo protegen la vivienda de robos e incendios, sino que llevan añadidas otras coberturas para los inmuebles más específicas: averías y accidentes, entre otras.