La polémica que rodea el tema de la clonación animal con fines alimentarios vuelve a resurgir después de que autoridades sanitarias de dos importantes gobiernos, el estadounidense y el británico, hayan replanteado nuevas situaciones. En EEUU, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en sus siglas inglesas) acaba de concluir, tras cuatro años de investigaciones, que la carne y la leche derivadas de animales clonados son tan seguras para la alimentación humana como los animales alimentados de forma convencional. En el Reino Unido, la Agencia de las Normas Alimentarias (FSA) trabaja para proteger al consumidor tras barajar la posibilidad de que los «alimentos de laboratorio» puedan entrar en la cadena alimentaria.
Todo empezaba en febrero de 1997, con la confirmación del nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero obtenido mediante la clonación por transferencia nuclear que moría seis años después. Desde entonces han sido numerosos los estudios e investigaciones que se han llevado a cabo con la intención de demostrar que los alimentos procedentes de animales clonados cumplen con todas las garantías de calidad y seguridad que exige cualquiera de las normas destinadas a proteger al consumidor. En EEUU acaban de darse por finalizados los estudios en este campo, que ha tutelado la FDA, y que sí da el visto bueno a su comercialización para el consumo. Con estas conclusiones se abre una nueva puerta a la controversia que, además de valorar cuestiones de seguridad, también plantean razones éticas.
En la UE el debate también se ha hecho patente entre las autoridades sanitarias que discuten ahora nuevas negociaciones para la gestión de este tipo de productos. En concreto, la FSA británica ha pedido al grupo encargado de analizar los nuevos alimentos que busque asesoramiento jurídico para enmarcar el comercio productos procedentes de «fotocopias» animales. Pese a todo, Gwyn Jones, jefe de la Unión Nacional de Ganaderos del Reino Unido, asegura que «no hay razón por la que exista riesgo de que le leche procedente de un animal clonado constituya un riesgo». Ello no excluye que deban evaluarse tanto las ventajas como los riesgos que puedan derivarse de su consumo, asegura el experto.
De nuevo el debate
El 60% de los estadounidenses no consumiría alimentos procedentes de animales clonados
La posible comercialización de alimentos procedentes de animales clonados ha abierto de nuevo dos frentes de opinión. Después de que un informe de 800 páginas elaborado por la Academia Nacional de Ciencias estadounidense por encargo de la FDA haya concluído, igual que lo hiciera en 2002, que este tipo de productos son seguros. Tras cinco años de estudios, la Academia Nacional de Ciencias estadounidense ya concluyó en los mismos términos una investigación propia en 2002 y que abre la puerta a la comercialización. Los científicos estadounidenses aseguran contar con «el aval de la ciencia» para afirmar que la carne o la leche de las vacas ya clonadas en algunas granjas de EEUU son «seguras», reconoce Stephen Sundlof, jefe veterinario de la Agencia de Alimentos y Medicamentos del país.
La moratoria de comercialización de estos productos se mantiene hasta abril de 2007. Mientras, está previsto que este mes de enero se presenten nuevos informes que apoyen la decisión de la FDA, como el que prepara el Centro de Investigación Animal del Departamento de Agricultura (DEFRA) sobre 400 animales, más de la mitad crías de clones. Según el estudio, sólo se detectaron anomalías en uno de ellos tras analizar 14.000 características.
En la UE se han tomado la noticia de «forma cautelosa». Pese a que desde Bruselas reconocen que existe cierta «voluntad en que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria evalúe la seguridad de estos productos», Philip Tod, portavoz de la Comisión Europea, asegura que no existe «una necesidad inminente» para ello, y que se continuarán con las investigaciones destinadas a supervisar los progresos que se hacen en este campo. Para ello tienen previsto contar con lo que piensan los consumidores, que podrían «no estar preparados» para aceptar este tipo de productos. En EEUU, una encuesta del Consejo Internacional de Información Alimentaria refleja que un 60% de los consumidores no compraría un alimento procedente de animales clonados
Un requerimiento particular
La Federación de Consumidores para la Seguridad Alimentaria de EEUU es una de las principales oponentes a este tipo de productos. Junto con otras asociaciones acaban de iniciar una laboriosa tarea para exigir la máxima garantía a los consumidores. Piden, por un lado, que en caso de que este año se introduzcan en el mercado productos de clones lo haga con una condición, y es que lleven un etiquetado específico que permita a los consumidores escoger. Hasta ahora se han clonado en EEUU unas 500 vacas y unos 200 cerdos, que se destinarán en un principio a la cría, por lo que, según indica la FDA, los alimentos procederán de descendientes nacidos por reproducción sexual y no de los clones.Hasta ahora se habían modificado genéticamente vacas, ovejas y cabras para que fueran capaces de producir proteínas humanas en la leche, incluyendo insulina y otras sustancias susceptibles de tratar la fibrosis quística. Pero un equipo de investigadores coordinado por Helen Sang ha ido más lejos. Estos científicos del Instituto Roslin de Edimburgo, en Escocia, donde ya se clonó a la oveja Dolly, pensaron que las gallinas, con sus ciclos de vida más cortos y su capacidad de poner huevos, podrían ser más útiles desde la vertiente terapéutica. Modificando gallinas ponedoras de una especie común conocida como ISA Brown han conseguido huevos con proteínas humanas que tienen capacidad de curar enfermedades como el cáncer. Estas proteínas se localizan en la clara del huevo desde donde se extraen fácilmente para procesar los medicamentos, que son muy dificultosos de conseguir en laboratorio.
El equipo de Sang modificó los genes de las gallinas mediante la extracción de embriones antes de que se convirtieran en huevos, usando un virus para infectar cada embrión de pollo, y el virus se insertó de esta forma en el material genético de las crías de la siguiente puesta. Introdujeron los genes de las proteínas deseadas en el gen de la ovoalbumina (una proteína que constituye el 54% de la clara del huevo del animal), para asegurarse que las proteínas eran fabricadas solamente en la clara del huevo. Esta proteína, la miR24, es un anticuerpo monoclonal con potencia para tratar el melanoma maligno y artritis, y el interferón humano b-1a, una proteína inmunológica de una familia que ataca los tumores y los virus, y que también se utiliza en fármacos contra la esclerosis múltiple.
Otras empresas ya habían creado animales y plantas que producen proteínas animales y humanas usadas como vacunas. Aunque otros científicos ya habían logrado crear pollos transgénicos anteriormente, ahora se ha conseguido que la modificación genética introducida perdure varias generaciones. Ello podría permitir un suministro en masa y de bajo coste de componentes para medicinas. De hecho, constituyen una forma barata, más rápida y mayormente más eficaz que los métodos tradicionales, que encarecen los medicamentos y precisan una gran cantidad de tiempo para su producción. Por ello, es de gran importancia en el uso de animales de granja para la producción farmaceútica. Según los expertos, este trabajo, publicado en la edición digital de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), constituye un avance en el desarrollo de esta tecnología.