¿Cuándo es ‘light’ un alimento?
Si en los productos de hoy el reclamo estrella es “natural” o “sin aditivos”, en 1992 lo que triunfaba era lo light. Se asociaba con productos “bajos en grasa”, “más saludables” y que “no engordaban”. Pero lo cierto es que no había una legislación que regulara ese término, y cada fabricante aplicaba su propio criterio.
Lo mismo ocurría con otros reclamos publicitarios. Así que podíamos encontrar bollos de chocolate “con más energía” o galletas “ricas en vitaminas y minerales”, en los que esos mensajes podían no tener suficiente fundamento.
Para ordenar todo esto, se elaboró un reglamento europeo que entró en vigor en el año 2006 (1924/2006), en el que se establecieron los criterios —concretamente, las cantidades concretas de nutrientes— que deben cumplirse a la hora de incluir declaraciones nutricionales, como “rico en hierro” o light.
Según la legislación, un alimento puede anunciarse como light o si el fabricante ha reducido en un 30 % su aporte calórico, siempre que se indique la característica que hace que el producto sea light (por ejemplo, que tiene un 30 % menos de grasas que el producto original). Pero esto no significa necesariamente que tengan pocas calorías o sean saludables.
Límites a otros mensajes vinculados a la salud
En 2012 se aprobó otro reglamento (432/2012) para ordenar otro tipo de mensajes. Se trata de declaraciones de salud, como “ayuda a tu sistema inmunitario” o “reduce el colesterol”. Para que puedan ser utilizadas en la promoción de un alimento, deben haber sido aprobadas previamente en base a las evidencias científicas.
Estas normas de etiquetado alimentario, que evolucionaron con los años, nacieron para poner coto a los mensajes nutricionales y de salud sin fundamento, pero se han convertido en algunos casos en un arma de doble filo. Basta añadir a un bollo de chocolate cierta cantidad de hierro o de vitamina D para indicar en su envase “rico en hierro” o “ayuda a tu sistema inmunitario”, lo que puede dar a entender que es un producto saludable, cuando no lo es.
Esto se evitaría si se definieran unos perfiles nutricionales que limitaran el uso de este tipo de mensajes, es decir, unos límites que impidieran la inclusión de estas declaraciones en productos insanos. Es algo que está contemplado en la legislación desde hace más de una década, pero aún no se ha hecho.