El cáncer es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Los cánceres diagnosticados con más frecuencia son el de pulmón, próstata, colon y recto, estómago e hígado en el hombre; y el de mama, colon y recto, pulmón, cuello uterino y estómago en la mujer. El cáncer no se puede curar con la dieta. No obstante, la alimentación es uno de los factores que pueden ayudar a evitarlo. Otros relacionados con el estilo de vida tienen mucho que ver con la aparición de diversos cánceres. Tal es el caso del índice de masa corporal elevado, una ingesta reducida de fruta y verdura, la falta de actividad física y el consumo de tabaco y alcohol. En este artículo se dan cinco recomendaciones en torno a estos factores que pueden mejorar la salud y prevenir el cáncer.
El proceso de carcinogénesis o transformación de una célula normal en tumoral se inicia con mutaciones celulares en las que intervienen distintos factores y que, además, requieren un tiempo de exposición largo. Es decir, una célula no se transforma en cancerígena de un día para otro, sino que este desarrollo es lento y requiere de la progresión de una lesión precancerosa a un tumor maligno. Estas alteraciones son el resultado de una interacción entre los factores genéticos del paciente y agentes externos.
La dieta y sus componentes (alimentos, nutrientes, fitoquímicos) son factores de riesgo que interaccionan entre ellos, junto a los factores ambientales, metabólicos y susceptibilidad genética, aumentando o reduciendo el riesgo de cáncer.
Diferentes organismos y entidades que estudian el cáncer se dedican hoy en día a analizar cómo la dieta, la nutrición, la actividad física y el peso corporal inciden en el riesgo de cáncer. Sus recomendaciones, resumidas en cinco aspectos claves, son las siguientes:
1. Evitar y controlar el exceso de peso corporal
Existe suficiente evidencia de que el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de distintos tipos de cánceres, un hecho importante si se tiene en cuenta que el sobrepeso y la obesidad están incrementando su incidencia y prevalencia tanto en adultos como en niños.
Hay evidencia convincente de que, a mayor grasa corporal, mayor riesgo de cáncer de colon y recto, adenocarcinoma de esófago, endometrio, páncreas, riñón y pecho o mama (en la postmenopausia). También existe una relación probable entre mayor grasa corporal y el riesgo de cáncer de vesícula biliar. La grasa corporal probablemente protege del cáncer de mama en la premenopausia, pero incrementa el riesgo de cáncer de mama en general. La evidencia de la relación entre grasa abdominal y el riesgo de cáncer de colon y recto es convincente, mientras que es probable para cánceres como el de páncreas, endometrio y cáncer de mama en la postmenopausia.
2. Realizar actividad física
Las recomendaciones actuales son las de promover un estilo de vida activo, dada la elevada tasa de inactividad física de nuestra época. Se aconseja caminar a paso ligero al menos 30 minutos cada día; y a medida que se mejora la capacidad, aumentar a 60 minutos de un ritmo más intenso o 30 minutos al día de una actividad física más vigorosa; además de limitar los hábitos sedentarios, como ver la televisión.
Existe suficiente evidencia para afirmar que la actividad física protege del cáncer y de la obesidad y, de manera indirecta, de los cánceres asociados a mayor riesgo si existe obesidad. De este modo, se recomienda evitar el consumo de alimentos y bebidas que promueven la ganancia ponderal, como son los alimentos de elevada densidad energética y las bebidas azucaradas.
3. Dar prioridad a los alimentos de origen vegetal
Las investigaciones actuales sugieren que la alimentación debería basarse en alimentos de origen vegetal, de manera que se deberían ingerir cada día al menos cinco raciones (al menos 400 g) de vegetales no feculentos ricos en fibra (verduras u hortalizas) y frutas. También se debería incrementar el consumo de cereales no refinados y legumbres, además de limitar, por otro lado, los cereales refinados.
4. Limitar los alimentos de origen animal
Habría que limitar la ingesta de carne roja y evitar el consumo de carnes procesadas, puesto que la evidencia científica de la que se dispone en la actualidad muestra que este tipo de alimentos se asocia a un incremento del riesgo de cáncer colorrectal. Se recomienda comer menos de 500 g de carne roja a la semana y, muy esporádicamente, consumir carnes procesadas. Existe alta evidencia de que la ingesta de alimentos de origen animal debería realizarse en cantidades moderadas.
5. Evitar el tabaco y alcohol
El tabaco es uno de los factores de riesgo de cáncer mejor establecidos. Es la causa de más del 20% de las muertes mundiales por cáncer en general y el culpable de alrededor del 70% de los fallecimientos por cáncer de pulmón.
Las bebidas alcohólicas son también causa de numerosos tipos de cánceres, por lo que se recomienda no tomar este tipo de bebidas o, si son consumidas, no ingerir más de dos bebidas al día los hombres y más de una las mujeres.