La “dieta Perricone” es famosa. Pero, ¿es reputada? ¿Es fiable o es una nueva dieta milagro? ¿Es útil para lo que promete? Y lo más importante, ¿es segura? En el ámbito de la salud, la credibilidad de cualquier afirmación no se debe sostener en el llamado “argumento de autoridad”, es decir, no basta con que la refrende un personaje mediático; se tiene que demostrar mediante estudios en humanos que dicha afirmación tiene sustento científico. No obstante, ninguna investigación rigurosa avala la autodenominada “dieta Perricone”, mientras que existen motivos para pensar que seguirla puede suponer un riesgo para la salud, tal y como se amplía en el presente artículo.
Dieta Perricone, grandes raciones de promesas
Según el autor de la «dieta Perricone», un dermatólogo llamado Nicholas Perricone, gracias a su método «millones de mujeres y hombres han restaurado su radiante juventud». Dicha «restauración» pasa por mejoras en la piel y, también, por disminuciones considerables en el peso corporal. Perricone, quien ha escrito diversos libros, como uno titulado ‘La promesa Perricone’, se empieza a hacer famoso en España, tal y como indicó en su blog en octubre de 2014 el dietista-nutricionista Juan Revenga.
Perricone asegura que nos veremos más jóvenes en tan solo tres días. No opina lo mismo la reputada doctora Karen Burke, portavoz de la Academia Americana de Dermatología y autora de numerosas publicaciones científicas, quien considera que «es prácticamente imposible» borrar las arrugas de la piel gracias a los consejos de Perricone. El aspecto de la piel puede mejorar un poco por una dieta saludable, pero muy a largo plazo y sin necesidad de recurrir a «superalimentos«, como los que promociona Perricone. Hemos de tener presente que las fotos «antes-después», de cuya veracidad siempre hemos de dudar, no son una prueba científica.
¿Adelgazar con la dieta Perricone? Ninguna prueba científica
En sus libros, Perricone garantiza que con sus consejos llegaremos al peso ideal, cuando no existe prueba alguna en la literatura científica que sustente semejante promesa. Es algo muy similar a lo que afirmó en su día Pierre Dukan, que acabó por ser expulsado del Colegio de Médicos de su país.
Aunque Perricone incluye en sus publicaciones largas listas de referencias bibliográficas, ninguna de ellas apoya de forma directa sus proposiciones. Así, si se acude a la base de datos de estudios biomédicos PubMed, que recoge más de 24 millones de investigaciones, se constata que no existe ni un solo estudio que haya evaluado su «dieta» o su «método».
No debemos olvidar que si alguien pierde peso tras seguir un método, sea el que sea, es muy probable que la pérdida no se atribuya a ese método, sino a que el individuo ha dejado de seguir la típica dieta occidental, rica en alimentos superfluos.
El método Perricone: ni seguro, ni barato
El «programa» de la «dieta Perricone», que es igual para cualquier clase de persona (es decir, no permite la necesaria individualización que requiere toda pauta dietética), da bastantes consejos. Algunos tienen sentido (como tomar más frutas y hortalizas), otros no lo tienen en absoluto (como las falsas afirmaciones que hace sobre el ajo y el açai) y algunos, como la promoción del consumo de antioxidantes, pueden ser peligrosos, tal y como se explica en el artículo ‘La falacia de los antioxidantes‘.
Como cualquier dieta milagro, incluye una lista de alimentos que hay que potenciar, como los ricos en proteínas, y otra con alimentos prohibidos. En esta última lista no faltan los ricos en carbohidratos, sean del tipo que sean. Eso se traduce en largas enumeraciones de alimentos que no hay que comer bajo ningún concepto, como cualquiera que haya sido elaborado con trigo. También propone huir de otros cereales con gluten. Sobre este tipo de consejos (y sus riesgos) ya se ha profundizado en EROSKI CONSUMER con artículos como ‘Trigo ¿un veneno cotidiano?‘ o ‘Dieta sin gluten: ¿un consejo imprudente?‘.
Sea como fuere, para cumplir el «método Perricone» debemos hacernos con un sinfín de cremas, tónicos, jabones y complementos alimenticios (como omega-3 o antioxidantes), que, como cabe esperar en estos casos, están a la venta en su página web.
Según detalló en 2012 el ya disuelto Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, no solo está prohibido promocionar cualquier método que sugiera «propiedades específicas adelgazantes o contra la obesidad», sino que conviene alejarse de él porque existen muchas posibilidades de poner en riesgo la salud.
En el documento titulado ‘¿Cómo identificar un producto, un método o una dieta «milagro»?‘, este grupo de dietistas-nutricionistas indicó que cuando el método se acompaña del consumo de productos que, casualmente, vende quien lo promociona, es preciso «poner en entredicho la objetividad e imparcialidad del profesional, de la institución o del investigador». El «método» de Perricone supone un muy notable desembolso de dinero en «comestibles gourmet«, complementos alimenticios (propone consumir hasta 25 cada día) y tratamientos para la piel. Algunos de dichos tratamientos llegan a costar 600 dólares. La «dieta Perricone» es, sin lugar a dudas, una dieta milagro.
Los riesgos de la dieta Perricone
El «método Perricone», además de hacernos perder dinero, puede hacer que perdamos la salud. El principal riesgo de esta dieta, como el de cualquier dieta milagro, es que nos aleja de un patrón de alimentación saludable, que es fundamental para prevenir una larga lista de enfermedades. Y existen otros riesgos. Entre los más relevantes, que el adelgazamiento transitorio se salde, con el tiempo, con un incremento de peso difícil de revertir, como se detalló en el texto ‘Hacer dieta puede engordar‘. A ello hay que sumar los peligros que acompañan al consumo indiscriminado de complementos alimenticios cuya seguridad en humanos no se ha evaluado. También puede generar un sentimiento de frustración, al ver que las promesas de este autodenominado «experto en nutrición» no se cumplen. Un sentimiento que puede afectar de forma muy negativa al estado psicológico.
Una de las mejores revisiones sobre la «dieta Perricone» es la que acometieron los doctores Harriet Hall y Stephen Barrett, titulada ‘Una visión escéptica de la prescripción Perricone‘. Estos investigadores insisten en la intolerable ausencia de sostén científico de las afirmaciones de Perricone. Algunas son erróneas (como cuando asegura que en nuestra dieta falta proteína o cuando afirma que no debemos beber agua del grifo), otras son peligrosas (promoción indiscriminada del consumo de vino) y otras son incluso «ridículas», como la que dice que el café engorda. El interés de Perricone no es, en suma, la mejora de la salud pública, sino la mejora de su lucrativo negocio.