Los meses de otoño e invierno son idóneos para degustar distintos platos con brócoli, que está de temporada. Un mayor consumo de verduras crucíferas como el brócoli puede reducir el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer por su riqueza en glucosinolatos, unos compuestos con un alto potencial antioxidante. A algunas personas, sin embargo, no les gusta el brócoli y no lo comen, pero buscan los beneficios de esta verdura en complementos dietéticos que contienen el antioxidante. Conviene recordar que, según estudios recientes, sustituir las verduras por estos suplementos es un hábito que puede comportar ciertos riesgos. El siguiente artículo explica los beneficios del brócoli y ofrece varias ideas para prepararlo de manera sabrosa.
Los beneficios del brócoli
Cada temporada, la naturaleza brinda distintas verduras, cada una con su particularidad. En otoño e invierno, brotan crucíferas como el brócoli, la coliflor, el repollo o berza y las coles de Bruselas, en sus múltiples variedades. Esta familia de verduras se diferencia del resto por su alto contenido de glucosinolatos. Estos compuestos se metabolizan en el organismo en isotiocianatos, que son antioxidantes. El sulforafano es el antioxidante más potente del brócoli y que ha demostrado acción anticancerígena, de ahí el interés de los nutricionistas por promocionar una mayor ingesta natural del brócoli, más durante la temporada invernal.
Cuatrocientos gramos de verduras, hortalizas y frutas es el consumo recomendado mínimo diario por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para obtener el máximo beneficio sanitario de estos grupos de alimentos. La sinergia de los distintos componentes minerales, vitamínicos, de fibra y antioxidantes evidencia que las verduras sean alimentos escogidos para la prevención de enfermedades crónicas (obesidad, cardiovasculares, diabetes e, incluso, diversos tipos de cáncer) y otros trastornos comunes de salud como el estreñimiento.
Contrario a la teoría, la práctica pone de manifiesto que la población española come menos verduras y hortalizas de lo aconsejado, un hábito que se aleja del patrón de dieta mediterránea, como valor preventivo seguro. A muchos consumidores no les gustan las verduras, o no saben sacarles partido en la cocina, por lo que les resulta más cómodo tomar un complemento dietético que les aporte los antioxidantes del alimento.
No obstante, se reproducen las investigaciones que ponen en entredicho la eficacia de ciertos complementos dietéticos y su capacidad para proveer beneficios. La forma química en la que se encuentran los compuestos bioactivos en la naturaleza y la acción sinérgica del resto de componentes de las plantas explica que sean más y mejor absorbibles los antioxidantes y las vitaminas naturales, de los vegetales, frente a los de laboratorio. Como se señala en el artículo de EROSKI CONSUMER ‘La falacia de los antioxidantes‘, no hay pruebas médicas ni científicas que apoyen el uso de suplementos de antioxidantes para prevenir la mortalidad. Es más: los suplementos de vitamina A, de beta-carotenos (antioxidantes, que además son precursores de la vitamina A) y de vitamina E pueden incrementar el riesgo de morir de manera prematura.
Brócoli hasta en la sopa
El brócoli es una verdura que, tras el cocinado, ha de quedar «al dente» para aprovechar en mayor medida sus componentes nutricionales. Son comunes las recetas de brócoli como primer plato o principal, dispuesto en ramilletes, cocidos o asados, si bien la verdura troceada en láminas se convierte en otra forma apetecible de probar el brócoli salteado con otras hortalizas. Es el caso de la receta de verduras y tallos de brécol para acompañar, de guarnición, o como ingrediente de una sopa.
La receta más sencilla y simple de brócoli es el salteado con ajos, un plato al que se le puede dar un punto de sabor y color si se le añade pimentón. La mezcla de hortalizas y verduras de hoja verde, como la propuesta de brócoli sobre puré de judías verdes, por su combinación nutritiva (hierro, magnesio y vitamina K), es muy recomendable en caso de anemia ferropénica, contracturas musculares y para cuidar la salud ósea. La originalidad y facilidad de las recetas permite introducir el brócoli en los menús durante toda la temporada de otoño e invierno.
En las noches más frías, un estofado de brécol con champiñones resulta reconfortante, al igual que la sopa de brécol o la receta de brécol asado, acompañado de salsa de almendras. Si ha sobrado estofado, se puede mezclar con un rehogado de cebolla y servir de ingrediente para cocinar un energético quiche de brócoli con cebolla y champiñones o una original pizza. Si se le da un hervor corto, lo justo para ablandar los tejidos fibrosos pero que mantenga su tersura, el brécol da un contrapunto de sabor a las ensaladas, como la de espárragos o la de pimientos.
Aunque menos conocido en muchas regiones en comparación con alimentos similares, como la coliflor o la berza, el brócoli es adecuado para todo tipo de preparaciones a base de cereales, como el arroz, unos lacitos de pasta, una lasaña o con un guiso de legumbres, como la propuesta de alubias blancas con brécol. Esta variada lista de recetas brinda la posibilidad de iniciarse en el consumo de brócoli, una verdura excepcional, de manera sencilla, asequible y rápida. Sin excusas.