Descubrirse a uno mismo y alcanzar lo mejor en todo aquello que se desee a partir del coaching es una reciente estrategia que facilita el desarrollo de todo el potencial y habilidades individuales para lograr los objetivos. Hasta hace pocos años, el enfoque del coaching estaba centrado casi en exclusividad en el mundo empresarial y de desarrollo personal. Desde hace un tiempo, sus horizontes se han ampliado para que los practicantes del coaching puedan además explotar sus capacidades máximas en áreas como la educación o la actividad física. En el área de la salud, la nutrición y la dietética, sus objetivos más inmediatos consisten en mejorar los indicadores de salud en los cuales la alimentación es una pieza clave de la prevención y del tratamiento de los trastornos y enfermedades. Por medio del “coaching nutricional” se pueden mejorar los hábitos alimentarios y, en consecuencia, la optimización del estado nutricional mediante el manejo del peso, el control de la glucemia, la reducción del colesterol, el mantenimiento de la densidad ósea o la disminución de la presión arterial. Esta mejora siempre ha de estar planteada a partir de unos valores adecuados sugeridos por los distintos profesionales sanitarios que actúan como “coach” o entrenador, entre ellos, los dietistas-nutricionistas. Entonces, no extraña que diversas escuelas de medicina de todo el mundo hayan incorporado la práctica del “health coaching” o coaching en salud, como la mejor práctica tanto para la promoción de la salud como para el tratamiento de algunas enfermedades crónicas.
La motivación es clave en el éxito
El coaching referido a la promoción de la salud a través de la alimentación pretende cambiar el concepto del paciente como un sujeto pasivo, hacia un enfoque en el que la persona asume la responsabilidad de sus propias acciones y toma conciencia de la importancia de cuidarse a si misma. Esta perspectiva es fiel a los planteamientos originales del coaching y hace que el propio interesado sea el centro y origen de las posibles soluciones y mejoras ante las distintas situaciones conflictivas.
«Como quiero perder peso de forma definitiva, encontraré la forma de hacerlo», es un pensamiento positivo para afrontar el cambio
Otras estrategias dietéticas, en especial las relacionadas con el adelgazamiento, son a menudo tajantes en relación a qué comer, cuándo y cómo hacerlo. En oposición a estos sistemas restrictivos y negativos, el coaching alimentario apuesta por un planteamiento vitalicio de mejora, en virtud de los verdaderos objetivos del paciente. El primer paso para progresar hacia la consecución de las metas parte del autoconocimiento y de la averiguación de la verdadera motivación que invita a alguien a dirigirse hacia un determinado objetivo, es el denominado «para qué». Es decir, afrontar un planteamiento previo de la situación sin el cual resultaría poco práctico atreverse a cualquier cambio posterior.
De esta forma, la motivación es una pieza clave en todo el proceso y, para ello, es habitual cambiar cierta dinámica en la forma de pensar. Una frase mal planteada sería: «como no tengo fuerza de voluntad, no perderé peso nunca». Debería cambiarse por: «como quiero perder peso, encontraré la forma de hacerlo».
Afrontar retos con otra perspectiva
En ocasiones, el «coach» reconducirá este proceso mental y guiará al paciente para hacerle patente su grado de motivación. En numerosas ocasiones, las personas se plantean querer hacer dieta durante un determinado tiempo y la comienzan, pero es frecuente terminar por abandonarla y, por lo tanto, fracasar en el empeño. La clave inicial parte de la obtención de las motivaciones, del «para qué»: ¿qué sentido tiene para mí lo que quiero conseguir? ¿Para qué lo quiero conseguir? ¿Qué propósito tengo?Encontrar el «para qué» más sólido en todas las acciones es el primer paso antes de iniciar unos mejores hábitos
Si el «para qué» inicial es «para perder peso», se focaliza la cuestión de forma errónea en lo que no se quiere (pesar de más) y ésta no es una buena estrategia desde el punto de vista del coaching. Al contrario, es preciso centrarse en lo que «sí se quiere»: ¿para qué se quiere perder peso? Para verse mejor. ¿Para qué se quiere ver uno mejor? Para estar más a gusto con uno mismo, etc. Esto implica una clara mejora en la perspectiva, con respecto al planteamiento anterior. Pero aún se podría seguir más adelante: ¿para qué se quiere estar más a gusto con uno mismo? Para poder mirarse al espejo por las mañanas y sentirse orgulloso. ¿Para qué se quiere sentir uno orgulloso? Para saber que puede conseguir lo que se proponga. ¿Para qué se puede querer eso? Para sentirse libre y dueño de su vida. Como cabe esperar, la persona que, como motivación, quiera sentirse libre y dueña de sí misma, tendrá mayor garantía de éxito que quien quiera solo perder peso.
Una vez conocidas las motivaciones, el profesional de la salud, el «coach», como especialista, planteará las mejores estrategias adaptadas a cada paciente para que éste alcance sus objetivos. La figura del dietista-nutricionista desempeña un papel fundamental para aportar las opciones nutricionales más convenientes, una vez que ha sondeado las circunstancias del paciente a partir de las correspondientes encuestas dietéticas.
Más aplicaciones sobre la salud
Cada vez son más los centros y entidades sanitarias que, en todo el mundo, cuentan entre su personal con especialistas en «health coaching», una técnica que reporta beneficios en poco tiempo al paciente. Esta forma de afrontar los retos o los conflictos resulta beneficiosa desde el punto de vista económico, ya que los pacientes que adquieren habilidades de autogestión en relación con sus problemas dietéticos y de salud, resultan más económicos, como pacientes, para los sistemas sanitarios públicos.Las ventajas del coaching alimentario redundan tanto en los pacientes como en el sistema sanitario, que dedica menos recursos, pero más eficientes, a cada paciente
El sistema sanitario público de Australia ha incorporado el coaching como herramienta para gestionar tanto las acciones relacionadas con la promoción de la salud, como el tratamiento de enfermedades. Son muchas las circunstancias en las cuales la mejora de los hábitos alimentarios es clave en la prevención y tratamiento de trastornos y enfermedades para las cuales las autoridades australianas recomiendan el coaching: para el manejo del peso, el control de los niveles de glucosa en sangre, la reducción del colesterol, el mantenimiento de la densidad ósea, la disminución de la presión arterial, el control del estrés, el descenso del consumo de alcohol, la disminución del consumo de cafeína o la supresión del nocivo hábito de fumar.
Los defensores del coaching descansan sus principales ventajas en el individuo particular. Destacan la importancia de consultar con un coach de salud y obtener múltiples beneficios en diversos aspectos relacionados con la salud: incrementar el autoconocimiento, desarrollar una mayor conciencia sobre su salud y obtener un enfoque integral de la misma.
Al mismo tiempo, con las técnicas aportadas por el coach, se pueden adquirir nuevos conocimientos y mejores habilidades relacionadas con el bienestar o contar con métodos y recursos sistemáticos para conseguir los objetivos de un plan de dieta equilibrada, entre otros. Todo ello con el fin de lograr y sostener en el tiempo cambios de comportamiento de estilo de vida y alimentario positivos, mediante la apertura de un mayor catálogo de opciones y posibilidades que mejore la calidad de vida con la reducción del efecto de síntomas derivados de enfermedades crónicas o agudas.
De esta forma se pretende aumentar el nivel de satisfacción general, mejorar las relaciones con el entorno y las personas cercanas y, en última instancia, comenzar a ser la mejor versión de uno mismo.