Con azúcar
La sacarosa o azúcar blanco de mesa es el más común. Puede obtenerse a partir de la caña de azúcar, aunque lo más habitual es que proceda de la remolacha azucarera. No es una sustancia tóxica, como a veces se dice. El problema es que lo consumimos en gran cantidad (se estima que los menores españoles toman unos 50 g al día) y eso aumenta el riesgo de diabetes, caries, obesidad y enfermedades asociadas.
Con endulzantes que tienen nombres extraños
Dextrosa, azúcar invertido, jarabe de glucosa… Muchas personas piensan que poner estos nombres es una estrategia para endulzar los productos sin que nos demos cuenta de que llevan azúcar. Pero normalmente se utilizan por sus propiedades tecnológicas. Por ejemplo, cuando se añade dextrosa a un salchichón no es para endulzarlo (la cantidad es muy pequeña para eso), sino para lograr que ese azúcar sirva como nutriente a las bacterias que participan en la fermentación.
Con endulzantes que tienen buena imagen
Azúcar moreno, panela, azúcar de caña, sirope de agave o de arce, miel… Estos ingredientes, por lo general, se perciben como “más naturales”. En realidad, están compuestos básicamente por azúcares libres, así que su efecto sobre la salud es el mismo que el del azúcar convencional.
Con edulcorantes
Existen muchos tipos de edulcorantes: sorbitol, aspartamo, glucósidos de esteviol, sacarina… No aportan calorías (o aportan muy pocas), no provocan caries y son aptos para personas con diabetes. Pero también plantean algunos «peros». Todos son seguros, pero es posible que algunos afecten de forma negativa a la microbiota intestinal (en estudio). Además, podrían aumentar nuestra apetencia por el sabor dulce, dificultando el seguimiento de una dieta saludable.
Con fruta triturada
Cada vez se utiliza más como una alternativa al azúcar añadir fruta triturada, por ejemplo, pasta de dátiles desecados, pero en realidad su efecto metabólico viene a ser el mismo. Además, si se emplea con el fin de endulzar, no se puede indicar que el alimento no contiene azúcares añadidos.