Las hamburguesas pequeñas se han puesto de moda en numerosos bares y restaurantes, que han encontrado en ellas un formato estupendo para explorar la creatividad y, en muchos casos, hacer cocina de autor. En casa también pueden ser una opción muy interesante, y no solo para complacer a los niños, sino para sorprender al paladar adulto. Su tamaño reducido permite ofrecer variedad, experimentar con distintos matices e, incluso, organizar una comida o cena gourmet, tipo degustación. El siguiente artículo ofrece ocho ideas para elaborarlas y servirlas con gusto, desde el pan hasta la salsa.
Ocho ideas para elaborar mini hamburguesas
La principal cualidad de una hamburguesa normal es la de dejar satisfecho al comensal. La de una mini hamburguesa, en cambio, es la de satisfacer los gustos de todos. La combinación de diferentes tipos de panes, aderezos, carnes y texturas permite ofrecer una mayor variedad, al tiempo que el formato reducido posibilita probar más de una. De hecho, las hamburguesas han experimentado un curioso proceso en nuestro país: tras ser percibidas como un plato para gente joven, informal, rápido y uniforme -igual aquí que en otros lugares del mundo-, han pasado a ser una opción casera, personal, de calidad y al gusto de quien las prepara.
La moda del picoteo en casa ha vuelto a dar un valor a esta fácil receta, que con un poco de creatividad puede pasar de fast food a cocina elaborada y que se puede acompañar con productos de la nevera o comprados para la ocasión.
- 1. La carne. La carne que se puede emplear depende de los gustos. La más común es la de vacuno con un 10% de cerdo, aunque también existen las hamburguesas de pollo y de pavo. Otra opción es pedirle al carnicero que triture un trozo de carne elegido por nosotros. Por supuesto, no hay que olvidar las hamburguesas de pescado y las vegetales, o con tofu y seitán, a las que se les podría dar el mismo tratamiento (o muy parecido) que a las elaboradas con carne.
- 2. La conservación. Una vez comprada la carne, lo recomendable es elaborar las hamburguesas en el día, ya que la carne picada tiene menor duración que la carne sin picar. Aunque se guarde en la nevera, no es aconsejable que pase más de 48 horas hasta su elaboración y consumo.
- 3. Los condimentos. La condimentación más tradicional consiste en añadir un poco de ajo y perejil picados, una yema cruda de huevo, sal y una pizca de pimienta. No obstante, influidas por la tradicional albóndiga, algunas personas prefieren prepararlas como tales: así, además de la mezcla anterior, añaden algo de miga de pan remojada en leche para compactar y suavizar la mezcla, cebolla cortada en brunoise y luego algo de pimentón.
- 4. La elaboración. Tras tener la masa y dejarla reposar una hora dentro del frigorífico, hay que hacer las formas de albóndigas y, luego, aplastarlas para que adquieran las de mini hamburguesas. En una sartén antiadherente, con unas gotas de aceite y con el fuego a media potencia, se cocinan dos minutos por cada lado o hasta que estén doradas por fuera y cocinadas su interior. Lo siguiente es presentarlas, y ahí es donde las mini hamburguesas pueden adquirir su condición de cocina de autor, ya que las posibilidades son tan numerosas como los cocineros, su imaginación y sus gustos.
- 5. El pan. Tanto en las panaderías como en los supermercados es posible encontrar panecillos específicos para las mini hamburguesas. Los hay en múltiples formatos: normal, de semillas, integrales, con sabor a cebolla… Si se tiene algo de tiempo, una buena idea puede ser buscar dos tipos de panes diferentes para llevar una mayor variedad a la mesa.
- 6. Los acompañamientos. En este punto se puede recurrir a distintas opciones y, con algo de creatividad, marcar la diferencia.
- Elementos vegetales. Los compañeros clásicos de una hamburguesa son el tomate, la cebolla y la lechuga, aunque estos han dejado paso a otros vegetales, como las setas silvestres salteadas al ajillo -que dan un toque muy original-, diversas variedades de lechugas o verduras cocinadas como pimientos verdes y rojos con cebolla pochada, puerros salteados y otras elaboraciones como chutney de cebolla o de tomate. Son formas diferentes y originales de presentar los vegetales clásicos, que aportan una nueva visión de esta receta.
- Elementos más grasos. El queso es un protagonista indiscutido de las hamburguesas y, si se le da su justa importancia, se consigue un salto cualitativo en el sabor. Para una ocasión especial, es preciso huir de la típica loncha de queso sin nombre e hipergrasa y decantarse, en cambio, por un queso cremoso o de media curación de nuestra tierra. Esto dará un toque más familiar a la receta, además de apoyar a los productores del entorno. Algunas buenas opciones son: un queso de cabra -con su aroma peculiar- o uno de oveja o de vaca con denominación de origen.
- 7. Las texturas. Para trabajar la textura -y el sabor- de la pequeña hamburguesa se puede agregar un poco de bacón con unas lonchas de cerdo ibérico, pero desecadas antes en el horno o en el microondas a potencia media, hasta conseguir unas lonchas crujientes que se puedan romper como si fuesen pequeños cristales. Esto sirve tanto para colocar en el interior como para terminar de decorar la parte superior de la hamburguesa. Otra opción es jugar con la textura de los frutos secos: agregar crujientes de avellanas o almendras tostadas, pipas peladas, incluso crujientes de maíz frito. Lo importante, en este segundo caso, es no perder de vista que lo esencial es la mini hamburguesa, por lo que no es necesario cargarla con excesivos complementos. Mejor pocos, poco y bien elegidos.
- 8. Las salsas. En este punto es fundamental utilizar salsas de calidad o elaborarlas uno mismo. Algunas ideas: un kétchup casero, una salsa mayonesa a la que se le agrega un pimiento del piquillo triturado para conseguir una salsa con un toque picante o variantes de la salsa rosa tradicional pero con más potencia, para complementar una deliciosa, sana y casera mini hamburguesa.