El descenso de las temperaturas invita a comer platos calientes, pero la subida del gas y la luz ponen freno al entusiasmo culinario. Las nuevas tarifas, al alza, obligan a pensárselo dos veces antes de encender la vitrocerámica o el horno. ¿Existe algún modo de preparar platos calientes y, al mismo tiempo, ahorrar tiempo, dinero y energía en la cocina? Los electrodomésticos modernos y las baterías de cocina son cada vez más eficientes desde el punto de vista energético, pero… ¿qué hay de los usuarios? ¿Sabemos cómo sacarle partido a lo que tenemos en casa? El siguiente reportaje presenta ideas prácticas para ahorrar energía en la cocina y elaborar los platos con rapidez, sin renunciar al sabor y la textura deseados.
Cuatro trucos de cocina para optimizar la eficiencia energética
Tener en casa la mejor placa del mercado no garantiza todo el ahorro posible
Las cocinas han dado un salto cualitativo muy importante en los últimos quince años. Los electrodomésticos de uso cotidiano son cada vez más eficientes, ya sea en la higiene de los utensilios, en la conservación de los alimentos o en la cocción de los mismos. Hoy en día, para preparar o calentar un plato, se emplean hornos y microondas, placas eléctricas, de gas e inducción (que permiten cocciones muy rápidas porque el calor se genera en el fondo de las cazuelas y no en la superficie de la vitrocerámica). Sin embargo, tener en casa la mejor placa del mercado no garantiza todo el ahorro posible. Cuatro trucos muy simples ayudarán a sacarle el máximo rendimiento:
Tapar las cazuelas. Cuando preparamos un cocido, un guiso o una salsa, es muy importante tapar nuestras cazuelas. Este sencillo gesto permitirá que el calor se acumule con rapidez en su interior y que el contenido comience a hervir en poco tiempo. Una vez alcanzado el punto de ebullición, si seguimos con la cazuela tapada y bajamos el fuego a la mitad de la potencia, la temperatura se mantendrá por encima de los 100º C y seguirá la cocción de una manera eficiente, en menos tiempo y con menos energía.
Utilizar la olla exprés. Si de verdad queremos ahorrar tiempo y dinero en las cocciones largas (como guisos o estofados), lo mejor es sacar a pasear por nuestra cocina a las ollas rápidas, a presión o exprés. Aunque a veces intimidan sus sonidos y el vapor que expelen, lo cierto es que son grandes aliadas de la economía doméstica. Una vez que se produce la presión dentro de la olla, los elementos que hayamos introducido en ella se cocinan con gran rapidez. A modo de ejemplo, unas legumbres ya remojadas, cubiertas de agua y acompañadas con las verduras y condimentos que estimemos oportunos, se cocinan en 30 minutos.
Un tiempo similar se necesita para un guiso de carne, que puede hacerse en este tipo de ollas sin renunciar a la textura y al sabor tradicional. Si bien cuando destapamos la olla exprés todo el caldo está por arriba y tiene un aspecto un poco deslavado, esto se arregla si se remueve el guiso con cuidado y se da un hervor. Si fuese necesario, también se puede retirar un poco de caldo de cocción, ya que al cocinarse los elementos en su propio jugo, suele salir un poco más de caldo del que hemos introducido. Además, la olla rápida nos da la opción de cocinar flanes y bizcochos en solo 15 minutos, la cuarta parte del tiempo que se necesita en un horno tradicional.
Sustituir el horno por cazuelas bajas. El horno es, de hecho, el aparato que más energía consume. La buena noticia es que muchas de las recetas que se elaboran en él pueden hacerse de una manera muy similar en cazuelas bajas con tapa o sartenes con tapa. Si en lugar de calentar el interior de un horno a 200º C para asar solo unas alitas de pollo o un pescado utilizamos una sartén antiadherente con tapa, el resultado será el mismo y habremos consumido menos tiempo y energía. En este caso, lo importante es comenzar la cocción con una temperatura media (para que el alimento no se dore en exceso por fuera y esté crudo por dentro). Cuando comience a cocinarse por el interior, subimos la temperatura para que se dore el exterior, lo que da el característico aspecto de asado.
Coordinación: más de un plato cada vez. Un método infalible para ahorrar tiempo y energía es la coordinación. Planificar el menú antes de encender los fuegos, aprovechar el calor y seguir una rutina coordinada es fundamental para evitar derroches. Es más, con un poco de organización es posible elaborar menús sanos, sencillos, ricos y económicos en menos de 35 minutos. A modo de ejemplo:
- Si elegimos preparar unas lentejas estofadas (un alimento muy nutritivo y económico), es mejor hacerlo en la olla exprés, ya que estarán listas en unos 20 minutos.
- Al terminar, retiramos la olla del fuego. En la misma placa vitrocerámica colocamos una sartén antiadherente con unos filetes de merluza congelada, unas gotas de aceite de oliva, sal, un majado de ajo y perejil… Y tapamos.
- Ponemos el fuego a máxima potencia, hasta que los jugos de la merluza comiencen a burbujear. Al cabo de un minuto, apagamos. El pescado acabará de cocinarse con el calor residual que desprende la placa, sin consumir energía.
- Mientras, ponemos en una bandeja apta para microondas cuatro manzanas lavadas y sin el corazón. Espolvoreamos azúcar por la superficie y, en el interior, introducimos unos frutos secos troceados con unas gotitas de limón. Colocamos todo ello en el microondas durante 1 minuto a potencia máxima.
- Luego, calentamos en tramos de 30 segundos hasta que las manzanas estén asadas. Según el tipo y el tamaño de estas frutas, en apenas cuatro minutos podemos tener unas exquisitas manzanas asadas.
Entre los platos calientes más económicos y rápidos de elaborar destacan:
- El revuelto de morcilla con pimiento rojo.
- Los macarrones con tomate y albahaca.
- La receta de garbanzos con apio y zanahoria.
- El salmón a la sartén con zanahoria, tomates cherry y albahaca.
- La crema de plátano.