Muchos bebés reciben alimentos antes de lo recomendable. Una importante investigación ha evaluado la frecuencia de esta práctica y qué motivos la justifican. Para sorpresa de los autores, el 41% de los menores de cuatro meses tomó alimentos distintos a la leche materna o de fórmula. Más preocupante aún fue constatar que casi todos los niños (el 95%) reciben alimentos sólidos antes de los seis meses. En el presente artículo se detallan los descubrimientos de este estudio sobre las prácticas alimentarias con los bebés y se analizan las razones que podrían explicarlas.
Lactancia exclusiva: mejor durante seis meses
Tal y como se detalló en el artículo ‘Bebés: ¿hasta qué edad conviene que tomen solo leche materna?‘, lo idóneo es que los bebés se alimenten de leche materna, de forma exclusiva, hasta los seis meses de edad. En algunos casos, como la incorporación de la mujer al trabajo, esto puede ser complicado (aunque no imposible), lo que puede explicar por qué en ocasiones aparecen alimentos distintos a la leche materna en niños de unos cinco meses de edad. En tal caso, si se mantiene la lactancia materna (o, en su defecto, la lactancia artificial) como principal fuente de calorías, esto no resultará muy preocupante.
No obstante, incorporar otros alimentos en la dieta de los menores de cuatro meses está del todo desaconsejado por las entidades de referencia en nutrición infantil, por diversos motivos. Uno de ellos es que el desarrollo psicomotor de los niños de esta edad no está preparado para que se alimenten con sólidos. Además, la aparición temprana de estos alimentos puede acelerar la finalización de la lactancia materna y aumentar el riesgo de que el bebé sufra problemas relacionados con la inmunidad (infecciones respiratorias, otitis o diarreas, entre otros) o enfermedades como el eccema o la enfermedad celíaca.
¿Cuántos bebés reciben alimentos antes de tiempo?
Una importante investigación publicada por Clayton y sus colaboradores en abril de 2013 en la revista Pediatrics quiso evaluar cuántos niños tomaban alimentos distintos a la leche materna o la leche artificial antes de los cuatro meses. Casi 1.500 mujeres rellenaron un completo cuestionario, lo que permitió a los investigadores observar que el 40,4% de las madres incorporó alimentos sólidos antes de los cuatro meses, una cifra preocupante. El porcentaje disminuyó entre las mujeres que amamantaban a sus hijos de forma exclusiva (24,3%), pero fue mayor si los bebés recibían leche de fórmula (52,7%) o bien lactancia mixta (50,2%). Es algo que también ha observado un estudio posterior, publicado octubre de 2014 por Kronborg y sus colaboradores en BMC Pediatrics.
Sea como fuere, lo idóneo es que la alimentación complementaria no se inicie hasta los seis meses de edad, tal y como estipulan las entidades de referencia. En el estudio de Clayton y su equipo, al fijar la «incorporación temprana de alimentos» no a los cuatro meses, sino a los seis, el 92,9% de la muestra se clasificaría, en palabras de los autores, como «incorporadora precoz».
Alimentación temprana, ¿qué motivos mencionan las madres?
En el estudio, llevado a cabo por expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos), los autores indican que, «teniendo en cuenta los efectos adversos para la salud infantil asociados con la incorporación temprana de alimentos sólidos, es de significativa importancia para la salud pública entender por qué las madres no se adhieren a las recomendaciones de alimentación infantil«.
Así pues, además de evaluar la cantidad de niños que recibieron alimentos antes de los 4-6 meses, los investigadores examinaron los motivos que llevaron a sus madres a ofrecer tales alimentos a sus hijos. Las razones más citadas fueron las siguientes:
- «Mi bebé ya era lo suficientemente mayor» (88,9%).
- «Mi hijo parecía hambriento» (71,4%).
- «Mi niño quería probar mi comida» (66,8%).
- «Yo quería alimentar a mi hijo con algo distinto a la leche materna o de fórmula» (64,8%).
- «Un médico u otro profesional sanitario me lo aconsejó» (55,5%).
- «Pensé que dormiría más durante la noche» (46,4%).
¿Qué justifica la aparición temprana de alimentos en la dieta infantil?
Más del 70% de las madres incorporaron alimentos antes de tiempo porque su «bebé parecía hambriento una gran parte del tiempo». Los autores señalan que «reconocer los signos de hambre puede ser difícil para las madres, sobre todo en los primeros meses de la lactancia cuando aún se están adaptando a un nuevo hijo». En todo caso, es necesario hacer entender a las madres que no siempre que el niño llora es porque tiene hambre: puede ser que tenga frío, esté cansado, necesite que le cambien el pañal, quiera que le cojan en brazos o sienta alguna molestia no relacionada con el apetito.
Casi la mitad de las madres incorporaron alimentos antes de tiempo para que el pequeño durmiera más, una estrategia más frecuente en bebés no amamantados. Sin embargo, tal y como explica el pediatra Carlos González en su libro ‘Mi niño no me come’, esta creencia no es más que un mito. En el capítulo ‘Las papillas, un asunto delicado’, el médico explica que está demostrado experimentalmente que «los niños no duermen más por haber tomado papilla». Además, señala que, durante los primeros años, los pequeños suelen despertarse por la noche no solo porque necesitan comer, «sino porque nos necesitan a nosotros». A continuación, añade que «el pecho permite satisfacer las dos necesidades a la vez, y el niño vuelve a dormir rápidamente», lo que podría justificar por qué es más frecuente que las madres que dan el biberón intenten ofrecer alimentos para que su hijo se duerma.
Si bien la decisión de una mujer de ofrecer alimentos sólidos antes de tiempo es el resultado de diversas influencias o circunstancias de la vida, un motivo importante es, según los autores, la contradicción patente que existe entre las recomendaciones de las entidades sanitarias y otras fuentes de información: familia, amigos, medios de comunicación, empresas que venden alimentos infantiles e incluso profesionales sanitarios. Según se ha indicado en el anterior apartado, el 55% de las madres que incorporaron alimentos sólidos antes de los cuatro meses citó que un médico u otro profesional sanitario se lo había aconsejado, algo que fue más frecuente si el bebé no recibía leche materna.
Esto último es algo alarmante, porque los sanitarios desempeñan un papel crucial en la instauración de unas buenas pautas de alimentación infantil. Según los autores de esta investigación, los profesionales de la salud pueden tener cierta confusión respecto de las directrices sobre la lactancia materna y la alimentación complementaria y algunos pueden confiar, cuando asesoran a las mujeres, en su propia experiencia, en lugar de basar sus consejos en guías basadas en pruebas científicas.
De hecho, existen estudios que observan que muchos profesionales sanitarios (como pediatras u obstetras) no se sienten capacitados para proporcionar información y apoyo en relación a la alimentación infantil. En España la situación no parece muy distinta, a juzgar por lo detallado en el ‘Libro blanco de la nutrición en España’, publicado en 2013, en el que se lee que la formación en nutrición en las carreras sanitarias «ha sido y sigue siendo, dentro de los nuevos planes de grado, muy deficitaria».
En resumen, las madres y los padres deben recibir mejor información en relación a la importancia de posponer la aparición de alimentos distintos a la leche materna (o de fórmula, en su defecto) hasta los seis meses de edad.