La vitamina D, que se puede obtener tanto a través de la exposición de la piel al sol como mediante ciertos alimentos, se ha relacionado en estudios recientes con la depresión. Diversas investigaciones de tipo observacional han constatado que presentar unos buenos niveles sanguíneos de esta vitamina se correlaciona con un menor riesgo de depresión, pero su diseño no ha permitido dilucidar si esta asociación es causal. Pese a ello, algunos medios han exagerado sus conclusiones con titulares sensacionalistas. En el presente artículo se profundiza en los resultados de los estudios más rigurosos sobre esta cuestión.
Vitamina D y deprimentes titulares periodísticos
La depresión es una enfermedad muy frecuente, difícil de tratar, que empeora la calidad de vida y que incluso se relaciona con numerosos fallecimientos. Por eso los investigadores se esfuerzan desde hace años en buscar posibles enfoques para abordarla y los gobiernos financian vías de investigación que puedan dar lugar a hallazgos que mejoren su pronóstico. Una de estas vías, que ha recibido mucha cobertura mediática, es la que evalúa el papel de la vitamina D en la prevención o en el tratamiento de la depresión.
Por desgracia, no siempre los medios de comunicación son fidedignos en su enfoque de aspectos nutricionales, como se detalló en el artículo ‘Consejos nutricionales en los diarios, ¿son fiables?‘. Así, algunos titulares han sido demasiado sensacionalistas y no han sabido reflejar las grandes diferencias que existen para los científicos entre expresiones como «se relaciona con» y otras más concluyentes como «es la causa de». Para un investigador, media un abismo entre afirmar «este estudio demuestra que» o «este estudio observa que».
En el caso de la vitamina D, los resultados disponibles hasta la fecha casi siempre se han presentado por los investigadores con reservas, mediante frases como «hacen falta más investigaciones para poder confirmar nuestros hallazgos». En este contexto, no extraña que la comunidad científica haya recibido con entusiasmo dos rigurosos estudios sobre vitamina D y depresión. Conviene, en todo caso, revisarlos con prudencia para no dar falsas esperanzas a quienes padecen depresión.
Dos estudios rigurosos, justo a tiempo
En abril de 2014 (revista Psychosomatic medicine) y en marzo de 2015 (revista Nutrition) se publicaron dos exhaustivos estudios cuya intención ha sido dilucidar si la relación observada hasta la fecha entre vitamina D y depresión es o no causal y si la suplementación con esta vitamina afecta de algún modo a los síntomas de la depresión. Ambas investigaciones cumplen los criterios de máxima evidencia científica (revisión sistemática y metaanálisis de ensayos controlados y aleatorizados).
Estudios anteriores, cuyo diseño no permitía llegar a conclusiones fidedignas, parecían decantar la balanza a favor de la suplementación con vitamina D en pacientes con depresión. Uno de los sesgos de tales estudios es la llamada causalidad inversa, que en este caso significa que las personas con síntomas depresivos se exponen menos a la luz solar y, por lo tanto, sus niveles de vitamina D son más bajos (no es la falta de vitamina D lo que ocasionaría la depresión, sino que es la depresión la que generaría unos bajos niveles de vitamina D).
Vitamina D contra la depresión: sin pruebas sólidas de eficacia
Lo relevante de estas investigaciones reside en que han calibrado con precisos métodos estadísticos los resultados de estudios controlados, es decir, aquellos en los que un grupo recibe vitamina D y otro un placebo, sin que ni participantes ni científicos sepan, durante el transcurso de la investigación, qué grupo recibe la sustancia activa.
Su conclusión es que la suplementación con vitamina D no parece mejorar ni empeorar los síntomas depresivos, aunque algunos estudios muestran ciertas mejoras (moderadas) en personas que padecen síntomas «clínicamente significativos» o que presentan un trastorno depresivo mayor (también conocido como depresión clínica o depresión mayor). Incluso así, los autores consideran que es posible que la baja calidad metodológica de los estudios en los que se constata dicho beneficio haya sesgado los resultados y «haya inflado los efectos observados».
En vista de estos resultados, los investigadores no creen que esté justificado suplementar con vitamina D en individuos sin deficiencia de vitamina D y sin signos clínicos relevantes de depresión. Tampoco estiman que sea útil su utilización para prevenir la aparición de la enfermedad. En cuanto a su uso en pacientes con depresión mayor, les parece «prematuro añadir los suplementos de vitamina D al arsenal de remedios para la depresión».
Cuestiones para resolver sobre la vitamina D
Sí tiene sentido, según los autores, investigar más a fondo el efecto de la vitamina D en pacientes con serios síntomas depresivos, sobre todo si tienen exceso de peso. Esto se justifica porque en una de las investigaciones revisadas, que se llevó a cabo en personas que además de depresión presentaban exceso de peso, se observó una reducción pequeña pero significativa en los síntomas depresivos en los pacientes suplementados con vitamina D. Ello «sugiere una posible necesidad de realizar estudios adicionales en este grupo de población», en palabras de los investigadores.
Otros tres aspectos para investigar más en profundidad en futuros trabajos son los siguientes:
- la dosificación de los suplementos de vitamina D, que no es homogénea en los estudios disponibles.
- si el modo de administración (cápsulas, alimentos enriquecidos o inyecciones) influye en los resultados.
- si el efecto de los fármacos usados para la depresión mejora, empeora o no se ve afectado al suministrarse junto a suplementos de vitamina D.
Por último, es preciso indicar que la suplementación con vitamina D sí estará justificada, si estos pacientes presentan una deficiencia de la vitamina. Pero el objetivo del profesional sanitario que la prescriba no será mejorar el cuadro depresivo, sino corregir la deficiencia.