Con la llegada de un bebé, no solo cambia la vida de los padres, la rutina de la familia y la dinámica de la casa. También los animales perciben que algo se altera. En general, son ellos los grandes olvidados: reciben menos tiempo, menos atención e, incluso, pierden terreno, ya que muchas veces son desplazados de los sitios donde dormían para que el bebé tenga su propio espacio al nacer. Para los futuros padres, también dueños de la mascota, las preocupaciones más habituales tienen que ver con la salud y la seguridad. Es decir, con el miedo a que el animal contagie al bebé de alguna enfermedad y con el temor a que lo ataque o le haga daño. En este artículo explicamos cómo evitarlo sin deshacerse de la mascota.
La salud, lo primero
Cuando en la familia hay una mascota, habitualmente un perro o un gato, los padres suelen ser muy conscientes de que es preciso prepararla también para la llegada del bebé. La primera precaución es tener al animal bien vacunado y desparasitado, asegurando por medio de una revisión veterinaria que haya recibido todas las vacunas y medicamentos necesarios, y que se halle libre de pulgas y garrapatas.
- Es particularmente importante prevenir la temible hidatidosis de los perros, causada por una pequeña tenia llamada Echinococcus granulossus, que si bien a ellos apenas les causa problemas, es grave e incluso mortal para el hombre. Es preciso administrar a los perros con regularidad -al menos dos veces al año- un medicamento que las elimina de su tubo digestivo.
- Los gatos transmiten la toxoplasmosis, que es inofensiva para niños y adultos sanos, pero resulta muy peligrosa para el feto. La mujer embarazada debe lavarse cuidadosamente las manos tras tocar un gato y emplear guantes para recoger sus deposiciones, especialmente si el animal sale a la calle y aunque el veterinario haya comprobado que sus heces se hallan libres del microscópico parásito que la causa.
Educación y prevención
Pero la principal duda de los padres es el riesgo de que el animal ataque al bebé. Cuando la mascota es un perro demasiado agresivo que fácilmente ataca a otros animales, se puede consultar con el veterinario o con un entrenador experto, pero si no ponen remedio, no debe permanecer en la casa. Desde luego, es indispensable que sepa acatar la orden más elemental, quedándose quieto cuando se le solicita, y puede ser útil ejercitar y poner a prueba su obediencia en la futura habitación del bebé. En cualquier caso, aunque hay razas cuya bondad es proverbial, más vale no fiarse. Teniendo en cuenta que la mayoría de niños que son mordidos se hallaban solos con el animal en el momento de la agresión, aplicar desde el primer día la regla más sencilla y eficaz: no dejar solos a niños y perros.
La regla más sencilla y eficaz es no dejar solos a niños y perros
Si la llegada del bebé ha de suponer cambios en las costumbres de la mascota y, por ejemplo, ya no va a poder dormir en la habitación de los padres o ni siquiera en el interior de la vivienda, o sus paseos van a cambiar de horario o duración, estas variaciones deben hacerse con al menos un mes de antelación a la llegada del niño, para evitar que el animal asocie ambos hechos y culpe al bebé (con razón) por lo que haya salido perdiendo. Cuanto menos cambie su vida coincidiendo justamente con la llegada del niño, mejor le aceptará.
Preparar a la mascota para la llegada del bebé significa:
- Asegurarse de que esté sano
- Ejercitar su obediencia
- Acostumbrarle anticipadamente a los cambios
- Familiarizarle con los nuevos muebles y enseres