Los campamentos de verano son lugares donde los niños disfrutan de sus vacaciones, con juegos y actividades al aire libre. En general se lo pasan muy bien, pero nunca están libres de tener algún problema: una enfermedad, una lesión, una picadura o algún otro percance. Para evitar esos sustos, se pueden tomar una serie de medidas de prevención. En este artículo se detallan cuáles son las enfermedades más comunes en los campamentos, consejos para prevenir accidentes y lesiones y para protegerse del sol y la deshidratación, además de precauciones para casos de alérgicos o con asma.
Cada año, miles de niños asisten a los campamentos de verano. Allí realizan múltiples actividades, que en muchos casos les permiten disfrutar del aire libre y la naturaleza, mientras aprenden a convivir con otros menores en un contexto diferente al de la escuela. Además, los campamentos son una opción para que los padres y las madres que trabajan fuera de casa puedan continuar haciéndolo.
Pero se deben tomar una serie de precauciones para reducir los riesgos de que los pequeños padezcan alguna enfermedad u otro inconveniente. Aunque en general los problemas que se sufren en los campamentos no revisten mayor gravedad, conviene hacer todo lo posible por evitar sustos.
Las enfermedades más comunes en los campamentos
Las enfermedades que aparecen con mayor frecuencia en los campamentos, y que requieren algún tipo de actuación, son: infecciones de las vías respiratorias altas, vómitos y diarreas, impétigo y micosis cutáneas, asma y alergia, otitis externa, conjuntivitis, quemaduras solares, insolaciones y aparición de piojos. Así aparece en un documento de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP).
Los expertos reunidos en esta institución califican como «imprescindible» que todos los niños asistentes a un campamento presenten una valoración de su estado de salud antes del primer día. «Especialmente -enfatizan- aquellos con historias clínicas significativas que tengan implicaciones asistenciales», como asma, intervenciones quirúrgicas, convulsiones, diabetes o lesiones ortopédicas.
La SEPEAP también destaca la importancia de que «los campamentos tengan normas y protocolos sanitarios por escrito, que hayan sido aprobados por un médico», si es posible un pediatra. Y también subraya que los responsables del campamento deberían asegurarse de que todos los pequeños hayan cumplido con las pautas de vacunación de su respectiva comunidad autónoma.
Consejos para prevenir accidentes y lesiones
Más allá de esas posibles enfermedades, también está el riesgo de las lesiones. Casi el 30% de las lesiones de los niños en los campamentos de verano son esguinces de tobillo, producidos por caminar con calzado inadecuado por terreno irregular, según explica en este vídeo Dolores Pérez, del Servicio de Medicina y Traumatología del Deporte de la clínica Cemtro, con sede en Madrid.
Por eso, uno de los consejos básicos es que los menores lleven un calzado cómodo, para evitar esos esguinces y otros problemas, como contusiones, luxaciones o lesiones tendinosas, ligamentarias o musculares, como producto de caídas o torceduras. Está incluso el riesgo de que tengan fracturas, que a menudo se producen en los dedos de los pies, cuando se anda con calzado abierto (como chanclas) y se golpean sin querer contra algún objeto duro.
Otra causa de problemas frecuentes es el exceso de actividad. Como la vida de los pequeños es cada vez más sedentaria, en el campamento pueden sufrir fatiga y agotamiento que deriven en alguno de los problemas citados en el párrafo anterior. Y también existe el riesgo de contracturas, sobre todo por cargar con mochilas demasiado pesadas durante mucho tiempo.
Protección contra el sol y la deshidratación
El sol es otro de los motivos de cuidado para los niños en el verano. En las horas de mayor intensidad, sus rayos pueden causar importantes quemaduras o insolaciones. Se debe procurar que los menores no queden expuestos de forma directa al sol durante las horas centrales del día y que usen cremas protectoras y gorros y otras prendas que les cubran la piel.
Un consejo más es el de mantener a los niños bien hidratados. Esto es fundamental, sobre todo cuando hace calor y los pequeños están en actividad casi permanente, porque, además, ellos suelen no ser conscientes de tener sed y, por lo tanto, se olvidan de beber. Un menor mal hidratado es más proclive a sufrir calambres y lesiones musculares y a su organismo le cuesta más eliminar los desechos y toxinas. La mejor forma de hidratarlos es la más natural: beber agua.
En el caso de los menores alérgicos se debe tener un especial cuidado. Según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), uno de cada cinco niños sufre alguna alergia, uno de cada diez es asmático y entre el 3% y el 8% son alérgicos a algún tipo de alimento. Y estas cifras aumentan cada año.
Por eso Ana María Plaza, presidenta de la SEICAP, apunta que es “indispensable” que los monitores de campamentos cuenten con formación en alergias infantiles y sepan “administrar un tratamiento de rescate que, en muchos casos, puede resultar vital”.
Este organismo elaboró un listado de recomendaciones para actuar ante posibles reacciones alérgicas. Una de las más importantes es la de designar a una persona como responsable de la atención de los pequeños alérgicos o con asma. Esa persona deberá recibir formación por parte de un profesional sanitario y poseer una copia del informe médico y del tratamiento correspondiente en cada caso. También tendrá que custodiar la medicación, inhaladores o adrenalina autoinyectable, que estarán “en un lugar seguro pero accesible en caso de emergencia”, y saber administrarla “si fuera necesario y urgente”.
Dada la importancia de actuar cuanto antes en el caso de una reacción alérgica grave o anafilaxias, la SEICAP también aconseja que el campamento tenga “inmunidad frente a acusaciones judiciales por las consecuencias de administrar la medicación de urgencia o rescate”.