Los bebés lactantes y los niños menores de cuatro años son más sensibles a los cambios en la temperatura ambiental. Por eso, evitar su exposición al calor durante el verano es tan importante como protegerles del frío excesivo en el invierno. En este artículo se detallan cinco consejos para mantener a los bebés frescos en la época estival: controlar la temperatura ambiental, tener al pequeño hidratado, ofrecerle el pecho a demanda, evitar las horas de mayor calor y vestirle de forma adecuada.
1. Bebés protegidos del calor: controlar la temperatura en casa
Los bebés tienen más problemas para protegerse del calor
El calor es el mismo para un bebé que para un adulto. Sin embargo, el cuerpo de los pequeños reacciona de forma diferente a las elevadas temperaturas y, por tanto, es necesario incrementar las precauciones con ellos en el verano.
Tal como señalan los expertos de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, el sistema que regula la temperatura corporal de los menores de un año está aún inmaduro y son los adultos, por tanto, los que tienen que facilitarles que estén frescos y cómodos durante el periodo estival.
Mientras el pequeño permanece en el interior del hogar, a los padres les resultará más sencillo controlar la temperatura ambiental. Es aconsejable mantener una media de 22 ºC a 24 ºC en las estancias en las que esté el bebé. El aire acondicionado (nunca directo sobre el niño) o un ventilador pueden facilitar la regulación de la temperatura.
Si no se dispone de ellos, se puede optar por tener las persianas bajadas cuando el sol incida en las ventanas y aprovechar las corrientes de aire entre las diferentes salidas al exterior.
2. Mantener al bebé hidratado
Mantener un nivel óptimo de hidratación es esencial durante el verano, sobre todo cuando se trata de los más pequeños, uno de los grupos de población «más vulnerables a las consecuencias de la deshidratación», como apuntan los expertos del Observatorio de Hidratación y Salud.
En concreto, la ingesta diaria total de líquido recomendada es de entre 0,6 y 0,7 litros en los menores de un año y entre 1,3 y 1,4 litros en los niños de uno a ocho años.
En el estudio ‘Hábitos de Hidratación y Salud de la Población Española‘ estos especialistas explican que durante la época estival los menores requieren una mayor ingesta de líquido para «alcanzar la situación de equilibrio hídrico», ya que su cuerpo tiene mayor contenido en agua que los adultos y es habitual que realicen una actividad física mayor durante estos meses.
Asimismo, su sentido de la sed no está desarrollado como el de los adultos, por lo que son más reacios a beber. Hay que ofrecerles a menudo variedad de bebidas (agua y zumos) y alimentos ricos en agua, como las frutas y verduras.
3. Bebés con calor: pecho a demanda
En cuanto a los bebés lactantes, el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría apunta como consejo esencial ofrecerles el pecho a demanda, siempre que lo requieran.
Alba Padró, asesora del grupo de lactancia Alba, recuerda que el niño alimentado con leche materna exclusiva no necesita ningún otro líquido. «Con las tomas de pecho recibe la hidratación adecuada», explica. Padró añade que durante el verano es habitual que el lactante demande el pecho con mayor frecuencia, aunque las tomas sean más cortas. Es una forma natural de satisfacer su sed.
Para evitar el calor excesivo durante las tomas, hay que elegir un lugar con temperatura agradable, buscar posiciones frescas y cómodas y colocar entre la piel del pequeño y la madre una gasa o tela de algodón, para evitar la transpiración excesiva.
4. Evitar las horas de mayor calor
Con bebés, lo aconsejable es elegir las horas más frescas para salir a pasearSalir a dar un paseo con un bebé en verano a las tres de la tarde resulta una idea descabellada. Pero eso no quiere decir que en la época estival, a causa del calor, el niño no pueda disfrutar del exterior: solo hay que buscar el momento más adecuado.
Con los más pequeños, lo aconsejable es elegir las horas más frescas para salir a pasear, ir a la playa o a la piscina, ya sea en las primeras horas de la mañana o en las últimas de la tarde, cuando el sol empieza a caer. Sobre todo, hay que evitar la exposición directa al sol en las horas centrales del día.
En caso de que sea necesario desplazar al bebé en las horas de mayor calor, lo recomendable es mantenerle siempre en las zonas con sombra y más frescas, así como intentar que no realice un ejercicio físico excesivo.
5. Vestir al niño en verano
Cuando llega el calor, unas mallas ajustadas o una bonita camiseta de licra deben permanecer intocables en el cajón de la ropa del niño, puesto que estas prendas solo conseguirán elevar aún más su temperatura corporal.
A la hora de elegir la ropa de los bebés para el verano, los especialistas recomiendan recurrir al sentido común, es decir, optar por prendas de colores claros, lo más frescas posibles, con tejidos que permitan transpirar, como el lino o el algodón, y que le queden holgadas, nunca ceñidas.
En cuanto al calzado, los pequeños que aún no caminan pueden ir descalzos, ya que los pies es una de las zonas de mayor transpiración. Los que andan pueden optar por un calzado abierto, tipo sandalias, que dejen a los pies respirar.