La exposición a temperaturas muy elevadas altera las funciones vitales, más aun cuando se trata de niños de corta edad, que corren el riesgo de sufrir un golpe de calor. Este sobrecalentamiento corporal puede tener una evolución fatal. En este artículo se explican las posibles situaciones de riesgo y los síntomas que pueden presentar los más pequeños cuando sufren un golpe de calor y se detalla cómo actuar en caso de que se produzca y las medidas preventivas que deben adoptar los adultos de cara a un aumento de las temperaturas.
Golpe de calor, una situación de riesgo
Debido a los efectos del cambio climático, la frecuencia y la intensidad de los episodios de calor intenso son cada vez más notables y la previsión es que vaya en aumento. Lo señala el Ministerio de Sanidad en el último ‘Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los efectos del exceso de temperaturas sobre la salud’. El riesgo que esto supone para la población es evidente; de hecho, se estima que en la Unión Europea «la mortalidad aumenta entre 1-4% por cada incremento de un grado en la temperatura».
Un niño puede sufrir un golpe de calor siempre que esté expuesto a «situaciones con humedad y temperaturas elevadas»
Los niños más pequeños, menores de cinco años y en especial menores de uno, son uno de los grupos de población más sensibles a los cambios de temperatura. Por tanto, están más expuestos a responder de manera drástica a un exceso de calor. Sus características fisiológicas (menor reserva de agua y sudoración y un aparato respiratorio aún en desarrollo) los hacen más vulnerables que los adultos a sufrir el denominado golpe de calor, un sobrecalentamiento excesivo del cuerpo que llega a impedir el funcionamiento adecuado de los órganos vitales.
Situaciones de riesgo y síntomas
Un niño puede sufrir un golpe de calor siempre que esté expuesto a «situaciones con humedad y temperaturas elevadas, sin protección ni hidratación adecuada». Así lo recoge el reciente dosier informativo sobre el golpe de calor en la infancia de la Fundación Mapfre, elaborado con la colaboración del Comité de Prevención de Lesiones Infantiles de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Abandonar a un menor solo en un vehículo a pleno sol, el ejercicio excesivo con temperaturas muy altas o una radiación solar directa durante un tiempo muy prolongado son algunas de las circunstancias que elevan el riesgo de que un pequeño sufra un golpe de calor.
«Mareos, vómitos, elevación de la temperatura corporal superior a 40 grados, dolor de cabeza y taquicardia son las primeras manifestaciones que puede presentar un niño que sufre un golpe de calor, aunque, tal como señalan los especialistas de la AEP, también hay que estar atentos a otros síntomas como la piel seca y muy caliente, fatiga y debilidad, respiración superficial y rápida o calambres musculares.
Qué hacer si el niño sufre un golpe de calor
«El golpe de calor constituye una urgencia médica extrema», apuntan desde la AEP. Es así porque aparece muy rápido, en tan solo unos minutos, y si no se trata de inmediato, puede evolucionar de forma drástica y ocasionar incluso la muerte. Por eso, es primordial trasladar al pequeño a un centro hospitalario. No obstante, la AEP da las siguientes pautas de actuación en caso de enfrentarse a un golpe de calor en un menor:
Cuatro medidas para prevenir el exceso de temperatura
La prevención es la principal medida que pueden adoptar los adultos para anticiparse y evitar así que un menor se enfrente al golpe de calor. Estos son los cuatro principales consejos de los especialistas: