Aunque es un temor habitual, son raros los casos de madres que no producen la leche suficiente para alimentar a sus hijos. Más común es, en cambio, que el bebé no se alimente lo suficiente. La forma más práctica de saber si está tomando toda la leche que necesita es ver al pequeño contento, que duerme tranquilo y se muestra saludable, además de que sube de peso y orina según los parámetros de su edad. Este artículo detalla los signos de que el niño se alimenta bien, cómo percibir que no toma suficiente leche y las causas más comunes de que se produzca este problema.
¿Mi bebé come lo suficiente?
Una de las dudas más frecuentes en padres y madres recientes, sobre todo en primerizos, es si la mujer produce la cantidad de leche adecuada para alimentar a su bebé. Pero hay otra inquietud, vinculada de manera estrecha con la anterior: la de si el niño, más allá de que la madre produzca la leche necesaria, se está alimentando lo suficiente. Los especialistas detallan algunas técnicas para saberlo.
El Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría apunta como signos generales de que «el bebé se alimenta de manera adecuada ver que está contento, duerme tranquilo una o dos horas seguidas y no parece enfermo«.
Para tal fin, los pediatras recomiendan amamantar a demanda, es decir, dar el pecho al pequeño cada vez que lo pida. Enfatizan además la importancia de que el niño «mame todo el tiempo que quiera del mismo pecho, porque la leche del final tiene más grasa, más calorías«. Si quiere más, la madre le ofrecerá el otro pecho después. Y, gracias al llamado reflejo neurohormonal de saciedad, cuando sienta que se ha alimentado suficiente, suspenderá la succión activa. En este caso, si se le sigue ofreciendo el pecho, no abrirá la boca o lo rechazará.
¿Mi bebé toma suficiente leche?
La Organización Mundial de la Salud, por su parte, puntualiza algunos signos de que el bebé podría no estar obteniendo toda la leche materna que precisa. Dice que en la mayoría de los casos esto se debe a que el pequeño no succiona lo suficiente o que lo hace con poca eficacia y que son raras las veces en que la causa es una baja producción por parte de la madre.
Dos señales de que el bebé no come lo suficiente son:
- Ganancia inadecuada de peso. Tras nacer, el niño pierde algo de peso, pero lo normal es que lo recupere dos semanas después del parto. Si no lo hace, podría tratarse de un signo de que no está alimentándose bien. Y lo mismo si su peso corporal no aumenta más de medio kilo por mes de vida: es decir, unos 125 gramos semanales.
- Orina en pequeñas cantidades y concentrada. Lo normal para los bebés es orinar un líquido más bien diluido entre seis y ocho veces diarias. Un pequeño que orina menos de seis veces al día y cuya micción es de un amarillo intenso, incluso naranja, y de fuerte olor, es probable que también esté tomando menos leche de la que necesita.
Hay otros síntomas eventuales de que el bebé no está alimentándose de forma suficiente: falta de satisfacción después de mamar, llantos frecuentes del niño, tomas muy largas o muy frecuentes y deposiciones escasas, poco habituales, secas, duras y de color verde.
¿Por qué el bebé no toma la leche que necesita?
¿Cuáles son las causas más comunes por las cuales el bebé podría no estar tomando la leche suficiente? Entre ellas, hay ciertos factores relacionados propiamente con la lactancia, entre los cuales el más frecuente es que el pequeño se agarre al pecho de manera deficiente o incorrecta. Para solucionarlo, los especialistas recomiendan que «alguien experto en lactancia (pediatra, matrona, enfermera o grupo de apoyo) evalúe la toma y ayude a corregir la postura si no es la adecuada».
Las otras razones comunes para que el bebé no tome la leche suficiente son un inicio tardío de la lactancia, un horario restringido y falta de tomas nocturnas, tomas cortas o infrecuentes o que el niño use chupetes o beba agua u otros líquidos.
Existen también factores relacionados con la madre que pueden derivar en una alimentación insuficiente del pequeño. Entre ellos se cuentan el cansancio, la falta de confianza en sí misma, un exceso de preocupaciones o estrés, que le desagrade amamantar o incluso un rechazo hacia la criatura. En cualquiera de estos casos, lo idóneo es acudir al especialista para recibir la oportuna ayuda profesional.