Con la llegada del bebé y durante las primeras semanas, la pareja, en especial la madre lactante, pasa por un periodo de adaptación. El hogar se puede convertir en un pequeño caos. Y si los progenitores son primerizos, el cuidado del pequeño se convierte en una obsesión que deja todo lo demás de lado, incluida la relación entre ambos. Los nuevos padres se vuelcan tanto en su recién estrenado papel, la nueva situación les absorbe tanto, que olvidan su función de amantes. Pero es esencial que en este periodo la pareja tenga su intimidad, que el vínculo amoroso sobreviva a las obligaciones parentales.
Cuando llega el niño
Cuando llegan los hijos, es esencial que la pareja establezca una relación de complicidad en la crianza, que entienda que los niños dependen de los dos y que su intimidad afectiva y sexual es compatible con la paternidad, nunca menos importante. El juego amoroso no puede desaparecer entre pañales y biberones. Es esencial mantener vivo el atractivo erótico y, para ello, hay que reivindicar la fase de galanteo, tan ausente en este periodo.
Es necesario buscar ayuda para cuidar al pequeño. Familiares y amigos pueden echar una mano. Antes de que cumpla seis semanas, como muy tarde, los padres deberían tener una cita amorosa, salir a cenar, e incluso, si es posible, pasar una noche solos, sin sentirse culpables. Se darán cuenta de que no sucede nada y que a la vuelta vienen renovados de entusiasmo para atenderle mejor.
¡Cuidado con la rutina!
Uno de los problemas es la rutina, asociada al pensamiento de que, una vez conseguido el amor, no es necesario hacer nada más. No obstante, poco a poco, esto merma el deseo. Dar un paseo los dos solos, ir al cine, a un concierto o salir con amigos, como al principio de la relación, son algunas sencillas recomendaciones para recuperar poco a poco la «chispa». Y sobre todo, ser conscientes del atractivo de la pareja, pensar en ella como objeto de deseo, ver a esa persona como si acabáramos de descubrirla, con todo el atractivo que tenía al inicio de la relación.
Una pareja que funciona reconoce y valora lo positivo, lo bueno, y quita importancia a los aspectos negativos. Procura buscar momentos de intimidad afectiva y sexual y siempre encuentra un tiempo para expresar sus sentimientos.
La cuarentena son seis semanas
El tiempo estimado desde el alumbramiento hasta la primera penetración depende de cada caso, aunque se calcula que pueden transcurrir seis semanas, o más. Hay que tener en cuenta que una cesárea es una situación especial por ser una intervención quirúrgica, lo que supondrá una convalecencia más larga. Pero transcurrido el tiempo de recuperación física, es saludable reanudar las relaciones sexuales lo antes posible.
Después del parto, debido a los cambios hormonales, puede ser necesario y conveniente el uso de lubricantes y geles vaginales
Las relaciones sexuales no se refieren en exclusiva al coito. La sexualidad es una forma privilegiada de comunicación que tiene múltiples maneras de expresión y en este periodo se pueden explorar alternativas al coito. Además, el encuentro sexual no debe conllevar siempre ánimo de excitación y fines orgásmicos. Las caricias en manos, brazos, espalda, cabeza o en zonas consideradas no erógenas son extremadamente gratas y favorecen un clima de cariño y afecto en este momento en el que la pareja puede estar más vulnerable.
La episiotomía -incisión quirúrgica en la zona del perineo femenino- puede ser dolorosa al principio, pero a menudo cura con rapidez. Si con el paso del tiempo persiste el malestar, hay que consultar al ginecólogo. Una vez hayan sanado los tejidos, si la penetración se realiza en condiciones adecuadas, no se notará más que alguna tirantez, pero de ningún modo se tiene por qué sentir dolor. Para que todo fluya de la manera más satisfactoria, la mujer debe encontrarse cómoda, sexualmente excitada y sentir que no hará nada que no le apetezca. El hombre tiene que ser paciente y considerado, entender que la vagina ha pasado por una situación traumática, que hay una herida reciente y tiene que tratarse con todo cuidado. Es aconsejable tener disponible un lubricante vaginal para facilitar la penetración.
Después del parto, debido a los cambios hormonales y al temor a la penetración, puede ser necesario y conveniente el uso de lubricantes y geles vaginales. En el uso de lubricantes, se deben tener las siguientes consideraciones:
- Es preferible usar lubricantes de base hídrica o solubles en agua.
- La vaselina y otros aceites minerales que no se disuelven en agua (y proceden del petróleo) se adhieren a la mucosa vaginal, pueden facilitar el desarrollo de gérmenes y disfrazar las infecciones hasta que estén demasiado avanzadas.
- Es conveniente que tenga un pH ligeramente ácido, que no supere el 5.0 (similar al habitual de la vagina), ya que permitirá una mejor defensa frente a infecciones o desequilibrios en la flora bacteriana vaginal.
- Es preferible un gel ligero, de fácil aplicación. Hay menor riesgo de posible irritación vaginal cuando el lubricante carece de sustancias que le confieran sabor, olor o color.
- Si su efecto es de larga duración, facilita la espontaneidad en el encuentro sexual y no es necesario estar pendiente del momento de su aplicación previa al coito.
- Los geles de base hídrica son más fáciles de eliminar con el lavado.
- Por último, los geles de isoflavonas actúan como hidratantes y suavizantes, las cápsulas de aceite de onagra y las vitaminas A y E también mejoran el estado de la piel de todo el cuerpo y las mucosas, con lo que pueden favorecer la recuperación del tejido.