La pérdida de un embarazo debido a un aborto natural es un episodio traumático, que deja huellas en la mujer que lo ha sufrido y también en su pareja. Por eso, y pese a que el cuerpo de la mujer se recupera en poco tiempo y muy pronto ya está preparado para una nueva gestación, los especialistas recomiendan dejar pasar al menos seis meses antes de intentarlo de nuevo. Este artículo ofrece detalles sobre el plazo aconsejado para quedarse embarazada tras un aborto espontáneo, cómo se comporta el cuerpo de la mujer en estas situaciones, cuáles son las sensaciones y sentimientos más comunes ante una nueva gestación y por qué el diálogo y el apoyo son fundamentales para la pareja en esta circunstancia.
Tiempo para un nuevo embarazo tras un aborto natural
Un aborto natural es un episodio traumático, una pérdida muy dolorosa tanto para la mujer embarazada como para su pareja. Por eso es común que en estas situaciones aparezcan sentimientos negativos como enfado, ansiedad, culpa y miedo, además de una pregunta que no deja de resonar: ¿por qué a mí, por qué a nosotros? Los protocolos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) señalan que «la mayoría de los estudios describen, en las semanas o meses que siguen al aborto espontáneo, un porcentaje mayor de mujeres con síntomas psiquiátricos en comparación con mujeres que han dado a luz o mujeres no embarazadas de la misma edad».
Todo esto conduce a la necesidad de que las personas que pasan por esta experiencia vivan un periodo de duelo para recuperarse y sentirse bien de nuevo. Cuando estas mujeres o parejas quieren otra gestación, la situación es muy distinta a la anterior. «El marco de referencia de los padres para su siguiente embarazo es su experiencia anterior», apunta la ‘Guía para la atención a la muerte perinatal o neonatal‘, editada por las asociaciones El Parto es Nuestro y Umamanita. Y añade: «Estos padres han perdido la inocencia. La probabilidad estadística les ha traicionado y, cuando se ha producido una muerte, viven con constante ansiedad pensando que la muerte puede golpearles de nuevo».
Debido a estas razones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que, después de un aborto, tanto si este ha sido natural como inducido, el intervalo para un próximo embarazo sea de al menos seis meses. Los especialistas estiman que ese es el tiermpo mínimo suficiente -si bien esto depende de cada caso particular- para hacer el duelo necesario y, de esa forma, superar la pérdida anterior.
El cuerpo de la mujer y los embarazos siguientes
El cuerpo de la mujer, sin embargo, parece regirse por tiempos diferentes. No solo porque puede quedarse en estado en cuanto ovule otra vez, algo que ocurre entre dos y ocho semanas después del aborto, sino porque, además, algunos estudios indican que una gestación rápida -antes de que se cumplan los seis meses recomendados por la OMS- tendría más posibilidades de prosperar que si se deja pasar más tiempo.
Investigadores de la Universidad de Aberdeen en Escocia (Reino Unido) publicaron en 2010 las conclusiones de un trabajo que analizó más de 30.000 gestaciones producidas entre 1981 y 2000. Según estos resultados, en las mujeres que se quedaron embarazadas antes de que se cumplieran seis meses desde un aborto natural, el riesgo de que esta experiencia se repitiera fue un 33% más bajo que en las que dejaron pasar más tiempo, en particular las que lograron gestar más de dos años después. En un porcentaje muy parecido (31%) eran también menores las probabilidades de padecer un embarazo ectópico.
Otro estudio, realizado en Estados Unidos y con una cantidad de casos mucho menor (1.086 mujeres), fue incluso más allá, al encontrar mejores resultados en las gestaciones producidas antes de que se cumplieran tres meses desde el aborto natural. De alguna forma, es como si el cuerpo quisiera darse prisa en cumplir con el cometido que quedó truncado unos pocos meses atrás.
Sensaciones y sentimientos ante el nuevo embarazo
De todos modos, más allá de los resultados de estas investigaciones, se impone la recomendación de la OMS y de la mayoría de los especialistas, que aconsejan dejar pasar al menos seis meses como un periodo prudencial para que la mujer o la pareja estén en una situación de mayor solidez emocional para afrontar un nuevo embarazo.
La psicóloga perinatal Diana Sánchez, presidenta de la Asociación Española de Psicología Perinatal (AEPP), explica en un artículo que una gestación después de un aborto espontáneo es una experiencia muy diferente al que se vive cuando no se ha sufrido ninguno. «Cambia la percepción de seguridad, de control sobre nosotras mismas, y se caracteriza por un aumento de la ansiedad», reconoce. Pese a que la pérdida no haya sido su responsabilidad, «la mujer siente que ha fallado en algo», destaca Sánchez. «Parece que todo el mundo puede tener hijos sin problemas, y se pregunta: ‘¿Y por qué yo no?'», comenta.
Por su parte Sara Jort, también miembro de la AEPP, explica que un embarazo después de una pérdida «supone más desgaste físico y emocional del habitual» y señala que «hay fechas especialmente angustiosas, como la de la ecografía en que se detectó la pérdida anterior». Por eso, a menudo reaparecen sentimientos negativos (miedo, ansiedad, a veces ira) que se alternan con los positivos (ilusión, esperanza y alegría). Y puede ocurrir que los primeros se impongan sobre los segundos como una especie de mecanismo de autoprotección, debido al temor a que ocurra lo mismo que en la ocasión anterior.
Como enfatiza la ginecóloga Francisca Molero, vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, “cada aborto es único: que una mujer haya tenido uno no quiere decir que en el próximo embarazo sufra otro“. ¿Qué se recomienda, entonces?
Sobre todo es necesario que las parejas que han pasado por esta experiencia “generen espacios” para conversarlo. “La pareja debe expresar sus dudas, sus miedos; y debe encontrar orientación y apoyo para superar su mala experiencia”, afirma Molero.
“Deben sentirse preparados, con vitalidad y fuerza para plantearse un nuevo embarazo”, apunta también Sara Jort. Por ello, es fundamental que en esta clase de situaciones los miembros de la pareja se apoyen uno en el otro y tengan un diálogo lo más fluido, abierto y sincero posible. Ademá, es importante que busquen apoyo tanto en sus familiares y personas de confianza y también, si lo consideran necesario, en profesionales médicos y de apoyo terapéutico.