Hace tiempo que cuidar a los niños es, en muchos hogares españoles, un asunto de familia extendida. Más de la mitad de los abuelos (un 59 %, según un estudio de la Fundación Pfizer) están implicados de forma activa en el cuidado de los niños: les cuidan unas horas, les dan de comer o incluso les llevan al cole o a la guardería. Este papel activo viene forzado por las condiciones laborales de los padres y las dificultades que aún persisten para conciliar la vida laboral y familiar y explica en parte por qué España es el país europeo con menor tasa de natalidad, según Eurostat: 1,3 hijos de promedio, cuando la media europea se sitúa en 1,6. Pero esta responsabilidad adquirida por nuestros mayores no solo tiene efectos sobre su salud.
Según un estudio publicado en 2017 por la revista Evolution and Human Behavior, el cuidado de los niños por parte de los abuelos les lleva a disfrutar de una vida más larga. Basado en una encuesta realizada en Alemania sobre 516 personas mayores de 70 años entre 1990 y 2009, el trabajo concluyó que aquellos ancianos que participaban regularmente en el cuidado de los pequeños tenían un riesgo de morir en los siguientes 20 años hasta un 37 % menor que aquellos que no lo hacían. Entre los posibles motivos, los investigadores señalaron que los abuelos involucrados en inculcar en sus nietos estilos de vida más activos y saludables eran a su vez más proclives a adoptar ese estilo de vida para ellos mismos.
Pero ¿cuidar de los nietos es siempre beneficioso para los mayores? Según Eduardo Delgado, psiquiatra en el Hospital Universitario de La Princesa (Madrid) y especialista en geriatría, dependerá de factores como «el grado de independencia y autonomía del que disfruten, la idea previa que tuvieran de su jubilación y de si ese cuidado lo hacen como un acompañamiento en la crianza o si, por el contrario, están asumiendo responsabilidades que sienten que no les corresponden».
Ser capaz de asumir ese rol de cuidador es un claro indicador de un envejecimiento saludable, ya que implica una mayor capacidad cognitiva, una buena reserva funcional y una menor fragilidad que influyen de forma positiva en su esperanza de vida. Para Delgado, el hecho de cuidar a los nietos puede redundar en algo positivo, porque les expone a una clase de relaciones interpersonales que de otra manera no mantendrían: con otros padres y abuelos, con el profesorado de los niños… «Si eso les produce satisfacción, entonces influye positivamente en su bienestar e incluso en su capacidad de resolver problemas, o de enfrentarse a imprevistos y solucionarlos. Si cuidar a sus nietos les satisface, es el mejor entrenamiento cognitivo que puede tener un abuelo«, sostiene. Para envejecer sano y feliz, aduce, también es importante seguir una dieta mediterránea, practicar ejercicio e involucrarse en una actividad que sea significativa para ellos.
Los efectos beneficiosos de la relación entre abuelos y nietos funcionan, además, en ambas direcciones. Nuestros mayores tienen muchísimo más tiempo que sus padres, lo que «generalmente implica más paciencia, y les explican las cosas a los niños de una forma más pausada y relajada», comenta Silvia Álava, especialista en Psicología Educativa y Familiar. «Además, son una figura de referencia. Hay nietos que tienen un vínculo de seguridad y de apego con sus abuelos muy fuerte, y eso es muy positivo para ellos», indica. Su mayor experiencia vital hace que, en ocasiones, vean las cosas desde un punto de vista diferente al de los padres, lo que puede ser muy enriquecedor para los pequeños.
«Algo que conviene fortalecer es el juego con los abuelos. Sería bueno que los menores no los vieran únicamente como unos segundos cuidadores que están ahí cuando los padres no pueden estar», señala Álava. Conviene «buscar un rato de juego: desayunar o merendar con ellos, jugar a las cartas o al parchís, ir a pescar o de excursión… Hay que fomentar esos ratos de ocio en los que se pueden relajar y aprender unos de otros, y que no siempre ese tiempo esté ligado a responsabilidades».
No todos los estudios coinciden
Eso sí: por mucha mano que los abuelos estén echando, la responsabilidad del cuidado de los niños es siempre de sus padres, no de sus abuelos. «Tiene que ser un ofrecimiento voluntario; no se puede obligar a un abuelo o a una abuela a que cuide de un nieto cuando no lo han pedido o no están en condiciones de hacerlo», sostiene Álava.
Para algunos, asumir estas responsabilidades puede incluso llegar a tener un efecto negativo, como recuerda Delgado: «Hay mayores que llegan a la consulta sintiéndose sobrecargados -aunque no sepan identificarlo- porque generalmente esto les ha venido como algo impuesto. Expresan malestar, dificultad para dormir, irritabilidad… El peso del determinante cultural es muy importante: es mi hijo (o hija) y como no puede cuidar a sus hijos y yo tengo tiempo, pues lo hago yo». Entonces, a más horas al cuidado de los nietos, mayores son las probabilidades de que exista un malestar.
También es necesario señalar que no todos los estudios reflejan conclusiones positivas. Según un informe reciente de la Unidad de Ciencias de la Salud Pública de la Universidad de Glasgow (Escocia, Reino Unido), los abuelos cuidadores tienen en general un efecto negativo en la salud de los niños. Los investigadores analizaron 56 estudios de 18 países y llegaron a la conclusión de que los menores al cuidado de sus abuelos están expuestos a un estilo de vida poco saludable, debido a un exceso de dulces y de comida en general y a hábitos sedentarios como jugar a los videojuegos o ver la televisión, en vez de hacerlo al aire libre. Con frecuencia, los adultos tienden, además, a fumar frente a los niños, convirtiéndoles en fumadores pasivos.
El estudio escocés pone también de manifiesto el hecho de que los abuelos no son el foco de mensajes de salud pública dirigidos a los padres, algo que -señalan- debería cambiar, teniendo en cuenta el papel activo que muchos de ellos tienen en el cuidado de los más pequeños.