El niño cae al agua y es rescatado de inmediato. Todo ha quedado en un susto. Pero no hay que bajar la guardia. Entre 15 minutos y 72 horas después de un accidente por inmersión existe el riesgo de sufrir el denominado ahogamiento secundario, una lesión pulmonar en el pequeño, similar a la del ahogamiento, que puede resultar mortal si no se trata a tiempo. En este artículo se explica qué es el ahogamiento secundario, cuáles son los síntomas y qué medidas es conveniente adoptar para prevenirlo.
¿Qué es el ahogamiento secundario en niños?
El ahogamiento secundario en niños se produce tiempo después de ser rescatados del agua, y puede poner en riesgo su salud
Cuando ocurre un accidente en el agua y no se llega a tiempo, la muerte por asfixia tras la inmersión suele ser inmediata. Es lo que se denomina ahogamiento.
En otras ocasiones, la rapidez en rescatar al niño y sacarlo del agua permite su reanimación y su recuperación aparente. Pero entre 15 minutos y 72 horas después, el pequeño puede sufrir también una insuficiencia respiratoria derivada del accidente. Es el llamado ahogamiento secundario.
El mayor riesgo de esta lesión es que en un principio puede pasar desapercibida. «El niño estaba aparentemente bien», declaró la conocida bloguera Lindsay Kujawa, en el Huffington Post, para explicar el estado en el que se encontraba su hijo de corta edad después de caer de forma accidental al agua de una piscina durante apenas 20 segundos. El relato de Kujawa describe, paso a paso, cómo el pequeño, tras recuperarse del susto inicial, a las pocas horas comenzó a sentirse mal, para acabar hospitalizado y en una situación de alto riesgo para su salud.
Ahogamiento secundario en niños: ¿son peligrosas las ahogadillas?
El pediatra Jesús Garrido deja claro que el ahogamiento secundario no se produce tan solo cuando el menor traga agua en la piscina o sufre una «ahogadilla» jugando. «En estos casos, la cantidad de agua que entra es mínima, y el niño la expulsa de forma inmediata», dice Garrido.
Este especialista precisa que la lesión puede aparecer en los casos en los que el pequeño queda inconsciente bajo el agua y, aunque se reanime y expulse la mayoría del líquido que traga, «algo queda y permanece», dando lugar al posterior problema respiratorio.
Ahogamiento secundario en niños: ¿cuáles son los síntomas?
La mejor manera de prevenir que un niño sufra un ahogamiento secundario después de tener un accidente en el agua es estar muy alerta a las señales que pueda presentar.
Aunque tras el susto, y después de comprobar que el pequeño está recuperado, los padres deben permanecer tranquilos, es imprescindible observar al menor para detectar cualquier evidencia de riesgo y, ante el menor síntoma, trasladarle a un centro médico para que pueda ser examinado.
Estos son los síntomas más frecuentes: dificultad para respirar, tos intensa e intermitente, cansancio y decaimiento fuera de lo normal, vómitos, piel fría y pálida y comportamientos extraños, como dificultad para hablar o pérdida de memoria.
Ahogamientos en niños: más vale prevenir
La medida más eficiente de prevenir un ahogamiento o el casi ahogamiento en niños es la prevención. El Ministerio de Sanidad aconseja extremar las precauciones y recomienda las siguientes medidas:
- Asegurarse de que la piscina cuenta con las adecuadas medidas de seguridad para que los pequeños no puedan acceder con libertad. Lo más conveniente es el cercado perimetral de al menos 1,2 metros de altura, que no sea posible escalar.
- Observar a los niños en todo momento cuando estén en el agua o cerca de ella. El ahogamiento puede producirse en tan solo unos minutos y un bebé puede ahogarse en 30 centímetros de profundidad.
- Recordar que los adultos son los responsables de vigilar al pequeño: no se debe dejar esta labor al socorrista o a niños mayores.
- Respetar las señales de las banderas en la playa y extremar las precauciones con los menores cuando estas indiquen peligro.