El frenillo lingual corto, también llamado anquiloglosia, ocasiona problemas en la lactancia materna. El principal es que propicia la aparición de grietas e irritación en los pezones y, por lo tanto, dolor para la madre. Además, hace que las tomas sean más largas y cansadoras, lo que provoca que el niño se alimente de manera insuficiente y la producción de leche decaiga. Este artículo explica qué es el frenillo lingual corto, por qué existe la falsa sensación de que ahora hay más casos que antes, las consecuencias que acarrea y cómo tratar este problema.
Se llama frenillo lingual a una pequeña membrana que las personas tenemos en la parte inferior de la lengua y que, en los casos ideales, está dentro de ese órgano. Cuando en un bebé esa membrana es demasiado corta y poco elástica, restringe los movimientos normales de su lengua, lo que ocasiona diversas dificultades para la lactancia. Este problema es conocido como frenillo lingual corto o anquiloglosia, que literalmente quiere decir «lengua atada o anclada».
¿Cada vez hay más casos de frenillo lingual corto?
Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), la prevalencia de este problema se ubica entre el 1,7% y el 4,8% de los recién nacidos, con una frecuencia tres veces superior entre los niños que entre las niñas.
Sin embargo, tal como indica la asociación Alba Lactancia Materna, en los últimos años los casos de frenillo lingual corto parecen haberse multiplicado, como si se hubiera «puesto de moda» o si hubiese estallado una auténtica epidemia. Alba Padró, asesora de lactancia de esta asociación, explica en un artículo que esto no es así.
«Ahora no hay más niños con frenillo corto que hace dos décadas», afirma esta experta, sino que cambió la percepción del problema. En el pasado, cuando surgían dificultades con la lactancia, se optaba por diversas soluciones: contratar a una nodriza o buscar ayuda de una familiar o una amiga para que amamantara al bebé, se utilizaba leche modificada de otros mamíferos o, en tiempos más recientes, leches de fórmula.
Pero como en los últimos años se ha incrementado la cantidad de mujeres que desean amamantar a sus hijos, así como los avances en la investigación de los beneficios de la leche materna, «han propiciado -explica Padró- que se hayan retomado y estudiado de manera científica las implicaciones de un frenillo lingual corto».
Problemas causados por el frenillo lingual corto
El principal problema ocasionado por la anquiloglosia es que, al mamar, el bebé coge mal el pecho. En lugar de agarrar «una buena porción de pecho», lo que incluye no solo el pezón sino también «gran parte de la areola» -según describe el modo correcto Inma Marcos, otra asesora de lactancia de la asociación Alba-, el niño toma solo el pezón. El frenillo corto es una de las tres causas más frecuentes de que el pequeño coja mal el pecho, junto con colocarlo en una posición inadecuada y los problemas anatómicos en la madre (pezones planos o invertidos, ingurgitación mamaria, etc.).
La consecuencia de esto es que, durante las tomas, el bebé se suelte con mucha frecuencia, lo que propicia la aparición de grietas en los pezones, con el consiguiente dolor y el riesgo de infecciones. Y también podría generarse ingurgitación mamaria, que se produce cuando las tomas son largas pero la leche no se extrae bien. Como resultado, la producción de leche decae.
Por otro lado, las sesiones de amamantamiento se hacen largas y cansadoras, tanto para el niño como para la madre. El bebé acaba por ingerir menos cantidad de leche de la que debiera, lo que redunda en una ganancia de peso por debajo de los ritmos recomendados.
Cómo tratar el frenillo lingual corto
Sin embargo, no siempre el frenillo lingual corto supone un inconveniente. En muchos casos, el problema del agarre del pecho y todas sus derivaciones se pueden solucionar con una mejora de la posición al amamantar. Pero si se prueban distintas técnicas y ni con ellas ni «con la ayuda de una asesora, IBCLC (consultora de lactancia con certificado internacional) o comadrona experta» la situación mejora, «el siguiente paso sería valorar si es oportuno intervenir la anquiloglosia», apunta Padró en su texto.
La operación para corregir el frenillo corto (que se conoce por varios nombres distintos: frenulotomía, frenectomía, frenotomía, etc.) consiste en cortar el frenillo para que la lengua adquiera la movilidad normal. Se puede realizar con bisturí, tijeras o láser. Cuando se había indicado de manera correcta que, en efecto, los problemas en la lactancia eran provocados por el frenillo corto, «se ha demostrado -señala la AEP- que, tras la cirugía, el dolor de las madres disminuye y aumenta la cantidad de leche que se produce».
Después de la intervención quirúrgica, es importante seguir las indicaciones para una buena cicatrización, ya que de otra manera el frenillo podría regenerarse y volver a su estado anterior.
También es posible que el frenillo lingual corto no dé problemas durante la lactancia, pero que sí los ocasione más adelante, en cuestiones como el lenguaje (que el niño no pueda pronunciar bien algunos sonidos) o con la dentición. Tales situaciones, detalla la AEP, “deberán ser valoradas cuando llegue el momento”.