La importancia de la lectura y de su promoción entre los niños no se limita a menores que ya cogen los libros y experimentan con ellos. Los expertos destacan los beneficios de comenzar a leerles desde bien pequeños, ya desde bebés o incluso cuando aún se encuentran en el vientre materno. Este artículo destaca la relación que existe entre la lectura y el pensamiento en los niños pequeños, la conveniencia de empezar a leerles cuanto antes y proporciona algunos consejos para hacerlo.
Lectura y el pensamiento en los bebés
El bebé «lee» ya desde los primeros momentos de su vida. Ante los sonidos e imágenes que percibe a partir del cuarto mes de gestación (la voz de la madre) y nada más nacer (las caras y gestos de la madre y también del padre), el niño pone en funcionamiento una capacidad interpretativa que luego forma parte del mecanismo de atribuir sentido a las cosas.
En palabras del psicoanalista y lingüista Evelio Cabrejo-Parra, catedrático de la Universidad de París VII Denis Diderot, ese acto de lectura de los sonidos y las caras por parte del pequeño «está en el origen de la actividad del pensamiento«.
El escritor español Gustavo Martín Garzo, galardonado con el Premio Periodístico sobre la importancia de la Lectura, señala que «conviene empezar a leerle cuanto antes, ya que es aconsejable que el futuro lector esté desde que nace rodeado de palabras».
Consejos para leer y contar historias al bebé
La Fundación Germán Sánchez Ruipérez, que promueve la difusión de las obras escritas y la lectura, explica que «las acciones que se establecen alrededor del libro suponen una fuente de estímulos sensoriales que permiten al niño descubrir la vida«. Por ello, ofrece una serie de consejos para la lectura con bebés. Algunos de los más importantes se enumeran a continuación.
Contarle historias desde el primer momento. Lo mejor es comenzar lo antes posible. El objetivo es hacer que estos relatos se conviertan en una de sus necesidades básicas, como comer, dormir, jugar o bañarse.
Aprovechar el carácter lúdico. Las canciones, nanas y juegos corporales son una manera estupenda de introducir al niño, como si fuera un juego, en el mundo de las lecturas y la cultura. Jugar con las palabras y con la memoria favorece la capacidad de comunicación del pequeño.
Encontrar el momento apropiado. El mejor momento para la lectura es cuando el niño está tranquilo y relajado, sobre todo si muestra deseos de ver libros y disfrutarlos. En esos casos, cualquier lugar es bueno para la lectura.
Dialogar sobre lo que sucede en la historia. Algunas propuestas consisten en describir las ilustraciones, repetir las palabras que hacen gracia al bebé o provocar juegos visuales, siempre procurando seguir el interés del pequeño a partir de sus miradas, risas, balbuceos, etc.
No obligar. Si el bebé rechaza la lectura, esto no quiere decir que no le guste el libro o que no quiere que le cuenten historias nunca más, sino simplemente que no le apetece en ese momento. En ese caso, lo mejor será dejar la idea de lado y esperar una situación más oportuna.
Poner los libros a su alcance. Más allá de las lecturas y los relatos orales, también es bueno que el niño se familiarice con el libro como objeto. Y para tal fin, nada mejor que dejarlo jugar. Por supuesto, hará con ellos lo mismo que con las demás cosas: lo llevará a la boca, lo morderá o quizá le arranque páginas (si son de papel). Pero eso no se debe ver como un problema. Hay ejemplares especiales para que el bebé experimente con ellos, de diferentes materiales y texturas.