Los expertos carecen de una explicación clara de por qué el ruido blanco calma a los bebés, pero la experiencia demuestra que en muchos casos da resultado. Por eso, numerosos pediatras proponen usar este método, pero en momentos puntuales, y no como un recurso sistemático. Este artículo explica el ruido blanco como técnica para utilizar con los niños cuando no paran de llorar, algunas hipótesis de por qué les sosiega y sus posibles riesgos. Además, al final menciona los escasos estudios científicos que existen sobre esta cuestión.
El ruido blanco, una técnica para cuando el bebé no para de llorar
Todos los bebés lloran. A veces lloran mucho. Y otras veces, muchísimo. En ocasiones el llanto tiene un motivo concreto (hambre, sueño, frío, etc.), pero en otros es difícil de detectar. Entre el 15-20% de los niños padecen el cólico del lactante, que hace que bebés sanos y bien alimentados, en sus primeros tres o cuatro meses de vida, tengan «episodios de llanto intenso y vigoroso de al menos tres horas al día, tres días a la semana, durante al menos tres semanas». Esa es la llamada «regla de tres» acuñada en la década de 1950 por el pediatra estadounidense Morris Arthur Wessel.
En cualquier caso, a menudo los padres no saben cómo calmar a sus hijos y se encuentran al borde de la desesperación. Entonces alguien les habla de la técnica del ruido blanco: acercar al bebé el sonido de un secador de pelo, una campana extractora, una lavadora, una aspiradora o un ventilador. ¿Acaso funciona? La experiencia de muchos padres afirma que sí. Incluso no faltan los que graban el momento en que sus niños se tranquilizan por medio de este ruido y comparten los vídeos en Internet. ¿Cuál es la explicación?
¿Por qué el ruido blanco calma a los bebés?
El efecto auditivo que producen esos aparatos no es, en rigor, ruido blanco, pero se parece bastante. El ruido blanco es el sonido que contiene todas las frecuencias a una misma potencia. Se llama así porque se comporta como el equivalente visual de la luz blanca, que contiene todas las frecuencias de la gama cromática.
Los especialistas no tienen una explicación certera de por qué este sonido serena a los bebés. Algunos afirman que es porque les recuerda el sonido que les rodeaba poco tiempo antes, cuando se hallaban en el vientre de su madre. Otros, que es porque este sonido, al «tapar» todos los demás, impide que los niños escuchen su propio llanto. El caso es que parece un recurso instintivo. «Cualquier persona cuando coge a un niño en brazos para calmarlo hace un ruido blanco con la boca: sssshhhhh«, ejemplifica el pediatra Santiago García-Tornel.
Esta técnica no vale siempre ni con todos los niños, y aunque sí funcione, conviene no abusar de ella. «El ruido blanco es una solución temporal para niños que lloran mucho y no se calman», señala García-Tornel, pediatra asociado del Hospital San Joan de Déu, de Barcelona, y exdirector de la revista especializada Anales de Pediatría Continuada. Pero sí puede servir para esos momentos en los cuales parece que nada ni nadie puede sosegar al bebé.
Posibles riesgos del ruido blanco en los bebés
Uno de los motivos por los cuales se recomienda no emplear este método más que en ciertas ocasiones es que un experimento llevado a cabo con ratones concluyó que la exposición al ruido blanco durante mucho tiempo puede resultar nociva. El estudio, realizado por científicos de Estados Unidos en 2003, consistió en someter a una serie de crías de esos roedores a un ruido blanco lo bastante alto para neutralizar los sonidos del ambiente, pero no tanto como para dañar los órganos auditivos. Lo que los resultados comprobaron fue un retraso en el desarrollo de la región auditiva del cerebro. Si bien estos datos no se pueden extrapolar de un modo directo a los seres humanos, son un indicio que se debe tener en cuenta.
Hay, por otra parte, una razón mucho más simple por la cual conviene no abusar del ruido blanco: si el niño se acostumbra a calmarse siempre de esa forma, se puede crear un hábito tal que luego no se pueda dormir de otra manera. Y esto es negativo porque en general ningún factor que genere una dependencia de ese estilo es bueno, y en concreto porque habrá momentos en los cuales no se podrá disponer de ruido blanco para tranquilizarle. Y esto sucederá no solo con aparatos como secadores o aspiradoras, sino también con vídeos de YouTube con horas de ruido blanco para bebés o con las aplicaciones para tabletas y teléfonos móviles diseñadas para el mismo fin.
Los estudios científicos sobre el ruido blanco como técnica para calmar a los niños son escasos y sus resultados no arrojan cifras categóricas.
Uno de los pocos que hay se realizó en Londres en 1989. Los investigadores trataron de hacer dormir a 20 recién nacidos de entre dos y siete días de edad por medio de ruido blanco. Tuvieron éxito con 16, es decir, el 80%. En un grupo de control, en las mismas circunstancias pero sin ruido blanco, solo se durmieron cinco, el 25%. Hacen falta, en todo caso, nuevas y más profundas investigaciones para ratificar o rectificar esas apreciaciones.
Mientras eso no sucede, los especialistas siguen con su recomendación de emplear esta técnica durante periodos breves, para los casos más difíciles y cuando no quede otro remedio. Es decir, cuando las técnicas habituales para relajar al bebé que llora (mecerlo con suavidad, cambiarlo de posición, ofrecerle el pecho o el biberón, darle unos masajes, envolverlo en una mantita, etc.) hayan resultado ineficaces.