Sangrar durante el embarazo hace saltar todas las alarmas, pero una hemorragia no siempre es signo de que algo vaya mal en la gestación, es más, puede ser tan solo un síntoma de que se está esperando un hijo. Es el caso del sangrado de implantación, un proceso fisiológico frecuente que se produce en los inicios de la fecundación y del que muchas mujeres apenas se dan cuenta. En este artículo se responden las principales dudas asociadas al sangrado de implantación: qué es, por qué se produce, cómo se diferencia de la menstruación y si existe motivo de alarma.
¿Qué es el sangrado de implantación?
La interrupción de la menstruación es uno de los signos más evidentes de que una mujer está embarazada. Sin embargo, en ocasiones, poco después de la fecundación algunas gestantes sufren un sangrado similar al de la regla, a pesar de que el embarazo está ya en marcha y en la mayoría de los casos lo desconocen.
La hemorragia puede aparecer entre siete y diez días después de la fecundación
Es lo que se denomina sangrado de implantación, una hemorragia que puede aparecer «entre siete y diez días después de la fecundación», explica la ginecóloga Anabel Salazar, directora del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) de Málaga y Benalmádena. La pérdida de sangre «suele durar de tres a seis días», añade la especialista y, en cuanto a sus características, «es por lo general menor que un sangrado de menstruación y habitualmente más oscuro«.
¿Por qué se produce?
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), en su manual ‘Fundamentos de Obstetricia’, define la implantación como «el proceso por el cual el embrión se adhiere a la pared uterina y penetra primero el epitelio y luego el sistema circulatorio de la madre, para formar la placenta, y continuar así su desarrollo». En algunos casos, durante esta fase de adhesión, el embrión «rompe pequeños vasos sanguíneos que irrigan el endometrio y se produce un sangrado», señala Salazar.
¿Se puede confundir con la menstruación?
Puesto que el sangrado de implantación se produce en los primeros días de la fecundación, cuando la mujer aún desconoce que está embarazada, es frecuente que pueda confundirlo con una menstruación. «En gestaciones espontáneas podría ocurrir que la paciente lo confunda con una regla algo adelantada«, aclara Anabel Salazar, «pues en ocasiones puede ser parecido a la menstruación» e, incluso, «puede aparecer algún dolor tipo menstrual, pero en general leve».
Se diferencia de la menstruación en que ocurre antes que ésta, es más corta y menos abundante
No obstante, tal como apunta esta especialista, existen tres características esenciales que permiten diferenciar esta hemorragia de la que se da durante el periodo: ocurre antes de la fecha prevista de menstruación, suele ser más corto y, por lo general, es menos abundante.
¿Existe algún motivo de alarma?
Los expertos coinciden en que el sangrado de implantación no debe alarmar a la mujer que lo padece. De hecho, en muchas ocasiones, la gestante no le da mayor importancia, puesto que desconoce que ha fecundado y no lo asocia a una pérdida de sangre relacionada con un embarazo. Sin embargo, cuando se trata de pacientes sometidas a tratamiento de fertilidad, este proceso fisiológico «suele alarmar mucho», reconoce Salazar, ya que saben la fecha de fecundación y están «en el periodo de espera de su resultado de gestación».
El sangrado durante la gestación puede ser provocado por distintas causas, algunas graves y otras más leves. Entre las primeras destaca la amenaza de aborto, el desarrollo de un embarazo ectópico o un problema de placenta previa. En los casos más leves el origen de la hemorragia se encuentra en una simple infección, los cambios hormonales que sufre la gestante o un pequeño sangrado posterior a las relaciones sexuales.
Sea por una causa o por otra, ante cualquier tipo de hemorragia o sangrado vaginal que se produzca durante el primer trimestre o en el resto del embarazo, los protocolos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia recomiendan a la gestante acudir de inmediato a urgencias. De hecho, la SEGO afirma que “por definición, una metrorragia del primer trimestre es una amenaza de aborto“. En estos casos, por lo general, la hemorragia es abundante y va acompañada de dolor o cólicos abdominales.