Las vitaminas son muy importantes en el embarazo. Y, entre ellas, el ácido fólico tiene un papel protagonista, puesto que contribuye al desarrollo del bebé. Sin embargo, el ácido fólico y el folato (o vitamina B9) no son los únicos aliados de las futuras mamás. Existen estudios que relacionan otras vitaminas (como la C o la D) con diversos beneficios para los bebés y el embarazo en sí mismo. Según concluye una investigación publicada en “The Lancet”, los suplementos multivitamínicos previenen la muerte infantil y el aborto, y este efecto beneficioso es más apreciable en las mujeres con anemia o con déficit nutricional. Estos resultados plantean la conveniencia de recomendar suplementos vitamínicos durante el embarazo, además de las clásicas indicaciones de ácido fólico y yodo, de eficacia ya probada.
El estudio «Supplementation with Multiple Micronutrients Intervention Trial», SUMMIT, se realizó con 31.290 mujeres embarazadas. De ellas, la mitad recibieron suplementos de hierro y ácido fólico, y el otro 50% recibió, además, un complejo multivitamínico. Este suplemento incluía: vitamina A, C, D, E, B1, B2, B6 y B12, niacina, zinc, cobre, selenio y yodo. Su ingesta fue diaria durante el embarazo y se mantuvo hasta 90 días después del parto.
Vitaminas en el embarazo: reducción de la mortalidad y el bajo peso al nacer
La investigación fue realizada por un equipo dirigido por Anuraj Shankar, de la Universidad de Mataram, en Indonesia. Los resultados señalan que la mortalidad precoz (es decir, aquella que se produce en los primeros 90 días de vida) se redujo en un 18% entre los niños cuyas madres habían tomado el suplemento, en comparación con los hijos de madres que habían tomado solo hierro y ácido fólico.
La disminución en la mortalidad infantil se observó, sobre todo, después de los primeros cinco días de vida y fue más pronunciada a partir de los 29 días tras el nacimiento. Además, el efecto del suplemento en las mujeres con nutrición deficiente o con anemia fue mayor, pues la mortalidad infantil en estos casos se redujo un 25% y un 38% más.
El tratamiento con multivitaminas también se asocia a una reducción en la tasa de bebés nacidos con bajo peso. En concreto, las mujeres tratadas fueron un 14% menos propensas a tener un bebé con bajo peso al nacer que el grupo de control. La reducción del riesgo también fue mucho más alta en las mujeres con anemia (33%). Según los autores del estudio, los efectos de los suplementos de vitaminas podrían depender de la deficiencia de estos nutrientes.
Los resultados no implican, por sí mismos, la recomendación del uso universal de vitaminas durante el embarazo pero, según diversos investigadores, «los resultados de SUMMIT son una base sólida para iniciar ensayos sobre poblaciones más grandes relacionados con la efectividad de los suplementos con multivitaminas».
Suplementos de yodo: un aliado contra los abortos, la prematuridad y el retraso mental
En la actualidad, uno de los retos de la salud infantil es la prevención de la prematuridad y de los defectos congénitos, primera causa de muerte infantil en los países desarrollados. Y el yodo, en este aspecto, es clave. Su carencia incide de manera directa en el metabolismo de la glándula tiroides, ya que es un elemento esencial para la síntesis de las hormonas tiroideas. Estas hormonas juegan un papel fundamental en la maduración del cerebro, por lo que unos niveles bajos durante la etapa fetal pueden tener graves consecuencias para el bebé, como daño cerebral irreversible o retraso mental.
El déficit de yodo también causa abortos, prematuridad y aumento de la mortalidad perinatal. Hasta hace unos años, no se había tenido clara conciencia del problema, aunque, en 1999, un informe emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), estimaba que afecta a 740 millones de personas en todo el mundo y que es la causa más importante de retraso mental y la más fácil de prevenir.
En España, un estudio efectuado por un grupo de la Sociedad Española de Endocrinología comprobó que los niveles de yodo en las gestantes en nuestro país estaban muy por debajo de los recomendados por la OMS. El problema era más evidente en algunas comunidades autónomas como Galicia y Andalucía. Durante la gestación y la lactancia se recomienda una media de entre 200 y 250 µg de ingesta de yodo en forma de suplementos y mediante el consumo de sal yodada y pescado de mar.
También es importante, aunque pueda parecer un contrasentido, no usar antisépticos yodados en las mujeres embarazadas en los momentos previos al parto, ya que su aplicación provoca una sobrecarga de yodo al absorberse por la piel, incluso en el recién nacido. En la madre, el contenido de yodo en la leche se multiplica por diez si las curas de la episiotomía se realizan con povidona yodada. Esta cantidad de yodo puede provocar un bloqueo transitorio de la tiroides del recién nacido que, además de las consecuencias sobre su salud, puede alterar los resultados del programa de detección precoz del hipotiroidismo congénito y aumentar el número de falsos positivos.