De latón, acero, galvanizados, en forma de grapa o de tornillo. Los clavos son el medio más rápido y, en muchas ocasiones, duradero para unir dos piezas, sobre todo si éstas son de madera. Para que estas uniones sean firmes, la longitud de los clavos debe ser equivalente a dos tercios del grosor de las piezas. No obstante, el desconocimiento de las distintas clases de puntas puede originar que siempre se utilice la misma, a pesar de no ser la más recomendable.
Características y usos por tipo de cabeza
Los clavos de cabeza plana son los más usados en carpintería. Utilizados para ensamblar piezas de madera, se clavan y se extraen sin complicaciones. También son muy utilizados por los carpinteros los clavos o puntas de cabeza perdida (pequeños clavos de cabeza cónica un poco más gruesa que el vástago), con la particularidad de que estos últimos se utilizan en trabajos (rodapiés, paneles, etc.) donde la cabeza queda oculta, encastrada en la madera.
Respecto a los clavos de cabeza ancha, se emplean para fijar piezas de cubiertas (placas, tejas, pizarras, etc.) y otros trabajos de construcción.
Las tachuelas y clavos para tapicería tienen una cabeza dorada, redonda y hueca, con la que se disimulan las clavijas en los tapizados. Además, se utilizan para fijar la tela a la base de un mueble.
Distintas formas y materiales
Las puntas de acero destacan por su dureza, ya que están fabricadas con un metal de alta resistencia. Se utilizan para fijar madera sobre materiales de piedra, para trabajos sobre maderas duras o para colgar cuadros en la pared. De este material son también los clavos de grapa (de dos puntas), que se emplean para fijar redes y cables en marcos o soportes.
En construcciones de madera también se emplean las puntas entorchadas o clavos de tornillo
Menos resistentes son los clavos de escarpia, que gracias a su forma en «L» se utilizan para colgar cuadros y otros objetos en superficies blandas o maderas. En este grupo también se pueden incluir los clavos para paneles aislantes (lana de vidrio). De punta cuadrada y cabeza plana, lisa y ancha, en general son de acero galvanizado. El mismo recubrimiento de zinc tienen los clavos utilizados para fijar las placas de yeso sobre armazones de madera. En este caso, la cabeza es plana y estriada.
En construcciones de madera también se emplean las puntas entorchadas o clavos de tornillo. Su principal característica es que penetran en la madera mientras giran, lo que hace que sean muy difíciles de arrancar.
Cuando se quiere insertar un clavo en cualquier superficie, éste se debe sujetar con los dedos índice y pulgar. Además, es fundamental que el martillo se agarre por el extremo del mango. Los primeros golpes deben ser pequeños y secos. Una vez que el clavo haya penetrado en la madera, se retira la mano y se golpea hasta que se clave por completo. Para evitar golpes en los dedos, se pueden sujetar los clavos con unos alicates o una tenaza.
Para evitar que se desprenda el enlucido de la pared, se pueden pegar sobre esta superficie dos trozos de cinta aislante en forma de cruz y clavar la punta sobre su unión.
Para evitar golpes en los dedos, se pueden sujetar los clavos con unos alicates o una tenaza
Si se desea lograr una junta entre dos ejes muy resistente, los clavos se deben colocar un poco inclinados (al sesgo). Si en la superficie se introducen dos clavos de lado, en “X”, el ensamblaje será firme y duradero.
Para que el clavo quede oculto en la madera, se levanta una pequeña viruta con una gubia o un formón, sin llegar a cortarla por completo, y se introduce el clavo debajo. Para rematar el trabajo, se encola la madera hasta que vuelva a su posición original.