El trasplante de ejemplares a macetas de mayores dimensiones es una tarea habitual en jardinería. Es una operación que no entraña grandes complicaciones ni riesgos para el vegetal. Al contrario: favorece su crecimiento y la recuperación de la vigorosidad perdida. Es fundamental observar el estado en el que se encuentra la planta, ya que evidencia la necesidad del cambio. La velocidad de crecimiento y la relación entre el volumen del vegetal y el de la maceta son aspectos determinantes, si bien es preferible que el trasplante coincida con el final del invierno o el comienzo de la primavera.
Inicio del trasplante
La propia planta marca la frecuencia con la que se debe trasplantar. Cuando carece de estabilidad porque su follaje sobresale y desequilibra el recipiente, o los retoños ocupan la superficie del sustrato hasta impedir el riego, ha llegado el momento de llevar a cabo esta operación. Otros indicadores que delatan esta necesidad son el crecimiento escaso de la planta en conjunto y la palidez de las hojas a la altura de las nervaduras.
El trasplante de un ejemplar no siempre supone el cambio a una maceta más grande. Cuando la planta es muy voluminosa y pesada, la maniobra se complica. Por eso, lo habitual es realizar una renovación en superficie del sustrato, que consiste en retirar el mantillo antiguo y añadir uno nuevo.
Procedimiento
El diámetro de la nueva maceta debe medir, al menos, entre 2 y 4 cm más que la planta. No conviene optar por recipientes de dimensiones mayores ya que, en general, las raíces crecen mejor en macetas que no son demasiado grandes.
El diámetro de la nueva maceta debe medir entre 2 y 4 cm más que la planta
Es aconsejable colocar un trozo de rejilla de plástico sobre el agujero de desagüe del recipiente para evitar que éste se obstruya. A continuación, se distribuye una capa de drenaje, de bolas de arcilla o puzolana, en el fondo de la maceta. Se llena un tercio del recipiente con el sustrato elegido y, sobre él, se coloca el ejemplar. Es preferible no haberlo regado en los días previos al trasplante.
Por último, la parte alta del cepellón se entierra, se distribuye con las manos el resto de la tierra y se riega la planta de manera abundante. El agua no es necesaria si el ejemplar trasplantado es una orquídea o un cactus.
A menudo, cuando la planta se encuentra en una maceta demasiado pequeña, sus raíces crecen en espiral hasta formar una maraña que dificulta el riego y el trasplante. Por ello, en el momento de extraer el ejemplar de la maceta antigua, es aconsejable intentar desenredar las raíces u optar por una solución más radical: cortar la madeja.
Al eliminarla, se forman raíces nuevas de pequeño tamaño que absorben de una forma más efectiva el agua y los elementos nutritivos que tiene el suelo.