Existen muchas técnicas para multiplicar y obtener nuevos ejemplares, según el tipo de planta. En general, el de la división se aplica muy bien a casi todas las especies de interior. Este artículo resume las ventajas de la multiplicación de plantas por división, detalla el paso a paso de esta técnica y explica también las diferencias que se deben tener en cuenta en el momento de dividir plantas de exterior.
Ventajas de la multiplicación de plantas por división
La reproducción de plantas por división es uno de los métodos más sencillos y efectivos que existen para obtener nuevos ejemplares. Consiste, como su nombre indica, en dividir una planta en dos o más ejemplares, que a partir de ese momento llevarán una vida propia e independiente. De esta manera, no hay una planta «madre» y otra «hija», sino que las resultantes quedan al mismo nivel. En todo caso, habría una «madre» que desaparece para dar lugar a dos o más «hijas».
La mejor época para la multiplicación por división es hacia finales del invierno o principios de la primavera
Esta técnica ofrece varias ventajas. La primera es que, si se cuenta con un ejemplar de bello aspecto y que goza de buena salud, a partir de él se pueden obtener otros que, como cuentan con su misma información genética, si se someten a los mismos cuidados serán igual de atractivos y saludables.
Otra ventaja es que el proceso de la división también funciona como revitalizador para la planta. Es decir, las dos o más plantas resultantes de la división contarán con una dosis extra de vigor, de la que habría carecido la planta madre en caso de que no se efectuara la multiplicación. De hecho, hay plantas que necesitan ser divididas después de algunos años, por una cuestión de tamaño (que ya no quepan en sus tiestos originales), de limpieza de raíces y de follaje, etc.
Esta técnica se emplea en particular en plantas de interior, sobre todo porque, al ser más pequeñas, son mucho más fáciles de manipular. Además, como con el paso del tiempo aumentan de tamaño, esta técnica permite, en lugar de trasplantarlas a macetas mayores, seguir usando tiestos pequeños y aumentar el número de ejemplares. Algunos de los géneros fáciles de multiplicar por división son la sansevieria (espada de San Jorge o cola de lagarto), la tradescantia y la hiedra.
La mejor época para realizar este tipo de multiplicación es hacia finales del invierno o principios de la primavera.
La división de ejemplares, paso a paso
El primer paso en el proceso de división de una planta es quitar el ejemplar de la maceta. Para ello conviene retirar, si no el cepellón entero, al menos buena parte de él, para no dañar las raíces. Con ese objetivo, lo más apropiado es que el sustrato se encuentre algo húmedo (se recomienda regar un rato antes de comenzar el procedimiento). Si de todas formas cuesta retirarlo, viene bien la ayuda de un cuchillo bien afilado.
Es fundamental tener el mayor cuidado para no dañar la planta al quitarla del tiesto. Se debe sostener desde la base del tallo, que es la parte más fuerte y resistente.
Para sacar la planta de la maceta hay que sostenerla desde la base del tallo, que es la parte más fuerte y resistente del ejemplar
Una vez que la planta esté fuera del recipiente, se debe retirar con los dedos la tierra que cubre las raíces principales, con cuidado de que estas no resulten dañadas. En este punto, hay que tener en cuenta que la planta se estresa cuando sus raíces quedan en una situación que para ellas no es natural (temperatura muy alta o muy baja, luz excesiva, poca humedad, etc.), debido a lo cual hay que proceder con la mayor rapidez posible.
Si hay raíces en mal estado (secas, envejecidas, podridas, etc.) este es el momento oportuno para cortarlas. También se aconseja desenredar -si es necesario, con ayuda de una horquilla o de un cuchillo- las raíces si es que están muy enmarañadas.
Luego, por fin se procede a la división: se separan los tallos y las raíces a partir de las cuales se obtendrán los nuevos ejemplares. Por lo general, al practicar la división, se obtienen dos plantas «hijas». Solo en caso de que la «madre» sea grande y fuerte será conveniente dividir en tres o más ejemplares.
Las plantas obtenidas se deben plantar en macetas preparadas para tal fin, con un sustrato adecuado. Luego, se tendrán que colocar en lugares frescos y aireados, pero donde no sufran la acción directa de corrientes de aire. En los primeros días habrá que prestarles atención y dedicarles cuidados especiales, para corroborar que el proceso de adaptación a su nueva realidad no sufra ningún inconveniente.
Para las plantas de exterior, el proceso de división es en esencia el mismo. La principal diferencia radica en la necesidad de utilizar herramientas. Por un lado, porque al estar las raíces enterradas en el suelo, no hay un cepellón que se puede retirar con facilidad. Y por el otro, porque el tamaño de las plantas del jardín suele ser superior a las de interior, lo que obliga al empleo de horquillas, cuchillos o incluso otros utensilios no solo para quitarlas del suelo, sino también para limpiar las raíces.
Conviene cavar con una pala siguiendo una circunferencia cuyo diámetro sea de al menos unos 20 centímetros mayor que la base de la planta. Luego se limpian las raíces, se eliminan las viejas o marchitas y se separan en dos (o más) plantas “hijas”. Por último, se plantan en sus nuevas ubicaciones. En este sentido, se aconseja incluir en su nuevo lugar parte del sustrato original, para que este las ayude a habituarse a sus nuevas condiciones. En los primeros días, les vendrá bien riego abundante y atención para corroborar que no hay ningún inconveniente.