El óxido imprime en los objetos nuevos de hierro un aspecto de antigüedad que está en auge y no cuesta demasiado conseguirlo. En cualquier caso, el efecto de óxido se puede lograr sobre cualquier pieza de madera, barro, plástico, yeso, etc. Las posibilidades son infinitas. Lo mismo ocurre cuando se quiere imitar el efecto del bronce, del cobre o del hierro. Cualquier tipo de material es válido, pero el resultado será más llamativo si las pátinas se aplican sobre una superficie con relieve.
Acabado con efecto óxido
Si el objeto sobre el que se va a trabajar es de metal el primer paso es evitar o eliminar la posible presencia de óxido para impedir que la pieza se deteriore. Para ello, se aplica una capa de antióxido en toda la superficie. A continuación, se da una base de pintura negra. Para un óptimo resultado, una vez seca la primera mano de pintura se aplicará otra. Sobre ésta se da con una brocha una pátina rojiza o anaranjada. De esta última se debe aplicar una pequeña cantidad en los relieves, molduras y demás recovecos de la pieza.
El efecto oxidado también se puede utilizar en las paredes
El efecto oxidado también se puede utilizar en las paredes, el único requisito es que éstas estén lisas. Primero hay que cubrir la superficie con una pintura plástica mate de color negro o marrón oscuro (wengé). Si es necesario se dan dos manos de pintura.
Una vez seca, se da la pátina (en el mercado se pueden encontrar pinturas ya preparadas con efecto óxido) de forma uniforme por toda la pared, para lo que se utiliza un guante especial. Éste se moja en la pátina, se aplica en varios puntos de la pared y se extiende sobre la misma hasta cubrirla en su totalidad. Por último, se difumina la pátina con el mismo guante. Para ello, se pasa el guante por la pared y se realizan unos ochos bastante alargados.
Cómo imitar el bronce
Para obtener un acabado en bronce con su característico todo verdoso hay que aplicar a la pieza una capa de tapaporos, y una vez seca, pintar la superficie con una pintura acrílica de color verde muy oscuro, casi negro. Cuando la pintura haya secado, se da una segunda capa y se deja secar de nuevo.
En el siguiente paso se necesita pintura dorada, o en su defecto, una mezcla de purpurina y goma laca. Con un pincel grueso y seco se toma un poco de dicha pintura, se descarga el sobrante sobre un papel poroso (puede servir una hoja de periódico) y se pasa el pincel sobre la pieza, con especial hincapié en las zonas rugosas, los pliegues y demás recovecos, sin cubrir por completo el fondo. Cuando la capa dorada esté seca, se aplica sobre la misma una mano muy fina de la pintura verde muy aguada.
Por último, se extiende por toda la pieza una pátina de betún de Judea mezclado con cera de anticuario. Pasados unos minutos se retira el exceso de pátina y se saca brillo con un trapo blanco que no suelte pelusa.
Una de las técnicas para otorgar un acabado de cobre a cualquier objeto es mezclar pintura de color rojo inglés con otra de tono bermellón, ambas al agua. Una vez que la mezcla es homogénea se pinta la pieza elegida con ella. Tras aplicar dos manos de pintura, y una vez seca ésta, se extiende por toda la superficie una capa de goma laca, sobre la que se aplica una purpurina cobriza.
Para el acabado final hay que dar una pátina de betún de Judea y cera
Para el acabado final hay que dar una pátina de betún de Judea y cera. Antes de que dicha pátina se seque se espolvorea sobre la misma una finísima capa de pigmentos en polvo de color verde oscuro y negro. Al igual que en el caso del bronce, una vez seco el betún se retira el exceso de pátina y se saca brillo con un trapo blanco que no suelte pelusa.