El verano es un tiempo para el relax y disfrutar del tiempo libre, pero también para reflexionar y aprovechar con el fin de poner en orden las cuentas personales y obtener, así, un mayor beneficio. Pueden emplearse nuevas estrategias para fomentar el ahorro, contener los gastos innecesarios e, incluso, planificar unas vacaciones más satisfactorias pero de un menor precio. Como se indica en el siguiente artículo, solo hace falta un poco de decisión y ganas de aplicar a partir de este verano unas nuevas pautas de consumo: desde eliminar los productos financieros que no son necesarios, hasta decantarse por tarifas domésticas más baratas a través de las promociones de las compañías y, por supuesto, realizar actividades placenteras que pueden depararnos beneficios sin gastar un solo euro, en detrimento de otras más exigentes en cuanto a su coste económico.
Plantearse nuevos retos de ahorro
Los meses de verano se pueden aprovechar para implicarse en nuevas estrategias que, sin renunciar a nada, permitirán reducir los gastos a través de pequeños gestos y que, en su conjunto, ayudarán a equilibrar el presupuesto familiar. Solo es necesario dedicar unas horas a diseñar las metas que se desean alcanzar después de las vacaciones. A partir de la aplicación de unas sencillas pautas, mejorará la calidad de vida, se ahorrará más dinero y se consumirá de modo más razonable. Además, esto no requiere demasiado esfuerzo, aunque sí imaginación. Son múltiples las iniciativas que se pueden tomar, y entre ellas destacan las siguientes:
1. Proteger las inversiones durante los días de vacaciones para no llevarse ninguna sorpresa negativa. Hay que tratar de enfocarlas hacia activos financieros que no conlleven excesivos riesgos en este periodo, lo que puede consistir en contratar fondos de inversión monetarios o mixtos para obtener mayor rentabilidad por los ahorros.
2. No abusar de las tarjetas de crédito. Al disponer de mayor tiempo libre, más alta será la tentación de hacer uso de ella para pagar comidas, compras y viajes.
3. Tratar de realizar un menor consumo eléctrico. Se puede aprovechar que los días son más largos para encender menos las luces y así lograr que se reduzca la factura de estos meses.
4. Apostar por todo tipo de actividades que no supongan ningún coste económico, desde las deportivas a las de carácter cultural.
5. Plantearse unas vacaciones imborrables, pero baratas, ya sea en casas rurales, en destinos poco masificados o, incluso, compartiendo gastos con otras familias.
6. Al tener mayor tiempo libre puede que sea el momento de analizar las ofertas promocionales de las diferentes operadoras de luz, gas y telefonía y, de esta manera, ahorrar más dinero tras el periodo estival.
7. El verano es un tiempo indicado para disfrutar de la naturaleza. Hay que aprovecharlo en toda su intensidad, ya que no requerirá de muchos esfuerzos económicos y los beneficios son máximos.
8. Se pueden sacar partido a las rebajas de esta estación del año, con el fin de renovar vestuario, con precios muy atractivos y con importantes descuentos.
9. No hay que dejar pasar estos días para elaborar una lista de los productos o servicios innecesarios (seguros, tarjetas, carnés…) y darse de baja de ellos para incrementar la liquidez en los próximos meses.
10. Detectar cuáles son las partidas económicas en donde más dinero se gasta durante el año y tratar de contenerlas para equilibrar mejor el presupuesto familiar, sin tener que renunciar a nada.
Este verano puede ser también el momento adecuado para reflexionar sobre la necesidad más urgente que se tendrá que afrontar durante la próxima temporada: reformar la casa, comprar un nuevo coche o programar un gran viaje para toda la familia. Parte del dinero ahorrado a través de las actuaciones ya descritas se podrá destinar para sufragar estos gastos. Pero es probable que no sea suficiente y haya que buscar una fuente de financiación para dotarse de la suficiente liquidez.
Para ello, en los días de asueto se puede estudiar y analizar con detalle todas las ofertas que se ofrecen en forma de crédito por parte de las entidades financieras. De esta manera se pueden detectar los préstamos más competitivos, con un tipo de interés más bajo e, incluso, exentos de comisiones.
También se puede acudir a las sucursales bancarias para exponerles el caso y que puedan diseñar una financiación que no genere muchos gastos, que en muchas de las ocasiones se consigue siendo cliente preferente, con la domiciliación de la nómina o vinculándose más con la entidad.