Entre los propósitos de año nuevo que se repiten cada 1 de enero, ahorrar es uno de ellos. Pero para que esto sea factiible, ¿cuánto se debería guardar en la hucha cada mes? ¿Y qué productos bancarios escoger para ahorrar? Muchas personas no quieren hacerlo a cualquier precio y siguen prefiriendo los productos tradicionales que sí están garantizados. En este artículo se explica cómo planificar el ahorro, cómo reconocer un producto de ahorro seguro con el semáforo de riesgo, así como qué cuentas y depósitos pueden ayudar a hacer crecer el dinero.
¿Cómo planificar el ahorro?
Muchos españoles no quieren ahorrar a cualquier precio y siguen prefiriendo los productos tradicionales que sí están garantizados. De hecho, la última publicación de las ‘Cuentas financieras de la economía española del Banco de España’, relativa al segundo trimestre de 2017, muestra, una vez más, que el grueso de los activos de las familias sigue en depósitos y en efectivo.Fijarse un objetivo ayudará a conseguir la meta. Y la forma más fácil de lograrlo será hacerlo poco a poco. Si se opta por ahorrar 600 euros al año, será más fácil apartar cada mes 50 euros de la nómina, que meter en la hucha el total en diciembre. También se pueden aprovechar momentos puntuales para ahorrar un extra, en lugar de gastarlo, como puede ser al recibir las pagas extra del salario o la devolución de Hacienda por el IRPF.
Estas inyecciones de capital servirán para alcanzar el fin marcado. En cualquier caso, lo más efectivo será crear un presupuesto mensual, que permite saber cuánto es posible ahorrar cada mes, una vez restados los gastos fijos a los ingresos. Aunque cada cartera es un mundo, lo idóneo sería ahorrar al menos el 10% de los ingresos mensuales.
También se pueden establecer rutinas de ahorro que requieran poco esfuerzo, como ahorrar un euro al día. Aunque a priori pueda parecer inútil, al cabo del año se habrían ahorrado 365 euros.
Cómo reconocer un producto de ahorro seguro con el semáfoto de riesgo
Una vez establecido un plan para lograr el objetivo, se debe decidir dónde se guardará el dinero acumulado. Una opción es en casa, pero el popular «bancolchón» no está libre de peligros. Un incendio o una inundación pueden acabar con el esfuerzo de todo un año. Además, los ladrones son un enemigo acérrimo de las huchas domésticas. Y la inflación, también.
La alternativa al cerdito de porcelana es el banco. Si se opta por una entidad de crédito, hay que fijarse en el riesgo de cada producto financiero.
Para facilitar al cliente la comprensión de la complejidad y de los riesgos de los distintos productos, los bancos están obligados a incorporar un semáforo de riesgo en la parte superior de la primera hoja de las comunicaciones publicitarias o de la información sobre el producto financiero. O, en su defecto y más habitual, pueden poner un indicador numérico que permita al usuario comprobar, gráficamente, cuál es el riesgo del producto. La Orden ECC/2316/2015 establece seis niveles de riesgo: en el nivel uno (indicado como 1/6) se encuentran los productos de menor riesgo (depósitos y cuentas a la vista, además de seguros con finalidad de ahorro); y en el seis (6/6), los que tienen un riesgo mayor.
Para añadir más transparencia, las entidades deben incluir, junto a la alerta de riesgo, una advertencia que incorpora la identidad del fondo de garantía de depósitos al que se encuentre adherido el banco y el importe máximo que garantiza.
Asimismo, las entidades están obligadas a introducir una alerta de liquidez, por ejemplo, si el depósito no se puede cancelar de forma anticipada o si el reembolso está sujeto a penalización.
¿Y qué pasa con las cuentas y los depósitos en 2018?
Si se acude al banco este año en busca de un depósito o de una cuenta de ahorro tradicional, lo más probable es que la conversación con el cajero sea breve y se zanje con un «lo siento, pero en la actualidad los depósitos apenas remuneran los ahorros».
El año pasado no fue bueno para los depósitos y las cuentas. Los intereses se mantuvieron estancados, según los datos recogidos por el Banco de España: en torno al 0,05% y el 0,04% para las cuentas y en torno al 0,11% y el 0,10% para los depósitos (por debajo de la inflación actual). Y nada parece indicar que a corto plazo vayan a mejorar, al menos hasta que el Banco Central Europeo suba los tipos, algo que presumiblemente no pasará hasta finales de este año o hasta 2019.
Sin embargo, si se ha decidido que en 2018 se quiere ahorrar, pero hay cierta aversión al riesgo, no está todo perdido. Si la intención es ahorrar mes a mes, está la posibilidad de decantarse por alguna de las pocas cuentas de ahorro que sobreviven en el mercado, con tipos de interés que llegan al 0,50% TAE sin salir de España, en manos sobre todo de bancos online (al tener una estructura de costes menor, pueden pagar más por los ahorros).
Si se prefiere un depósito, la rentabilidad se tendrá que buscar también en las entidades virtuales, pero también en bancos extranjeros que estén haciéndose un hueco en nuestro país.
Por último, otra alternativa son las cuentas nómina, pero su rentabilidad está condicionada a la vinculación que asuma el cliente y, además, el saldo máximo remunerado está muy limitado y con dificultades excederá de los 10.000 o 15.000 euros.