Los hogares españoles tratan de contrarrestar la pérdida de su poder adquisitivo a través de la búsqueda de una mayor rentabilidad en los productos de ahorro contratados con su banco o caja de ahorros. La estrategia, como se desgrana en el presente artículo, se centra en seleccionar depósitos y pagarés que rebasen el 4% de rentabilidad, además de contratar alguna cuenta corriente que eleve su remuneración por encima de lo normal. También cabe la posibilidad de recurrir a los bonos autonómicos, cuya rentabilidad sobrepasa el 5%, pero que tienen un riesgo reconocido por los intermediarios financieros.
Más gastos para afrontar las necesidades en la economía doméstica, congelación o disminución de los salarios y un aumento en los impuestos son las principales consecuencias de la crisis y de las que pocas familias se libran. Por eso, son numerosos los ahorradores que tratan de contrarrestar estos efectos demoledores con la búsqueda de una mayor rentabilidad en los productos de ahorro contratados con su banco o caja de ahorro.
1. Pagarés bancarios
Uno de los modos más sencillos de conseguir más rentabilidad en los productos de ahorro consiste en contratar pagarés bancarios, que generan entre un 4% y un 4,7% de remuneración a sus suscriptores. Los hay para todos los plazos, desde los más longevos destinados a 24 meses, a los más cortos que solo exigen una permanencia mínima de tres o seis meses.
Los ahorradores tratan de contrarrestar los efectos de la crisis con una mayor rentabilidad de los productos contratados con su banco
Casi todos los bancos y cajas de ahorro los tienen en su oferta, aunque en muchos casos están dirigidos a ahorradores con grandes sumas de liquidez en su cuenta corriente (es frecuente que la aportación mínima supere los 10.000 o 20.000 euros). No obstante, hay modelos cuya aportación mínima es de 1.000 o 3.000 euros, aunque esta oferta sea de momento minoritaria entre los bancos.
2. Bonos autonómicos
Los bonos autonómicos mejoran los márgenes de los pagarés, con rentabilidades de entre el 4,5% y el 5,5%. En este caso, los periodos de permanencia son más largos, de entre uno y cinco años, y sus aportaciones mínimas suaves, ya que se pueden contratar a partir de 1.000 euros. Pero, hoy por hoy, son un producto de riesgo.
3. Depósitos bancarios
Dentro de la renta fija hay que fijarse en el producto más tradicional para rentabilizar los ahorros de las familias: los depósitos bancarios. En este caso, la oferta cuya rentabilidad supera el 4% no es tan amplia ni tan variada, y se reduce a varias propuestas generadas en los últimos meses por los bancos y cajas de ahorro para atraer el dinero de sus clientes o captar nuevas aportaciones.
En los depósitos combinados se puede obtener la mejor remuneración de todas, con imposiciones que generan hoy entre un 4,2% y un 8%, y con plazos de permanencia que van desde un mes a 12 meses. El principal problema de estas propuestas bancarias es que están vinculadas a otros productos financieros, casi siempre de la renta variable. Son menos seguros, ya que se basan en el buen comportamiento de un índice o activo financiero, que bajo ningún aspecto esta asegurado.
4. Cuentas corrientes
Otra vía que permite rebasar el 4% de rentabilidad son las cuentas corrientes, cuya ventaja estriba en no tener que invertir o depositar el dinero en ningún producto bancario.
La rentabilidad de los bonos autonómicos sobrepasa el 5%, pero son productos de riesgo
Los réditos se generan solo por disponer los ahorros en una cuenta corriente o a la vista, aunque casi todas las propuestas que elevan su remuneración van destinadas a nuevos clientes.
Otra alternativa que tienen los inversores de obtener una rentabilidad mínima del 4% es a través de los dividendos que ofrecen algunas compañías que cotizan en el mercado continuo español. La mayoría de ellas brindan una remuneración a partir de esta cantidad, que algunos casos es pagada de forma trimestral. Bancos, constructoras, eléctricas y alimentación son los principales sectores bursátiles que se encargan de generar este pago a sus accionistas. Es, en buena medida, una forma de mantener renta fija dentro de la variable y con la posibilidad de acercarse e, incluso, superar la barrera del 10%, aun a costa de arriesgar la inversión por los vaivenes de los mercados bursátiles.
No obstante, para aprovecharse de estos abonos es necesario mantener el dinero inmovilizado durante un cierto tiempo, ya que va dirigido a un plazo medio y largo si se quiere obtener esta remuneración durante varios años.