Imagen: Lotus Head
La publicidad «boca a boca» es cada vez más importante en las decisiones diarias; más del 75% de los consumidores confía en las recomendaciones de amigos y conocidos a la hora de elegir los productos, incluidos los bancarios. Así lo revela un estudio realizado por una agencia internacional londinense. En España, donde existe aún muy poca cultura financiera, no es extraño que resulte más fácil dejarse aconsejar por un amigo o familiar, por ejemplo, sobre el mejor modo de invertir el dinero, que calcular intereses, variables… Seguir las indicaciones de los conocidos no tiene por qué ser un error, pero conviene hacerlo con reservas, tener en cuenta datos concretos y contrastables sobre la información que ofrecen, y poner especial atención en la lectura de la letra pequeña, porque una decisión equivocada puede trastocar la economía familiar.
El peligro de los créditos rápidos
Los productos financieros cuya contratación tal vez aconsejen amigos o familiares pueden acarrear problemas variados, especialmente si se trata de productos destinados a conseguir dinero de manera «instantánea» para una necesidad puntual, como los créditos rápidos. Las entidades de créditos rápidos concedieron en 2006 un total de 22.944 millones de euros en préstamos (cerca de 600 euros por español), una cifra demasiado elevada. Y es que obtener 3.000 euros para hacer un viaje que hace especial ilusión, y en sólo 24 horas, es una tentación a la que no todo el mundo se resiste. Los anuncios en televisión son constantes, y al escucharlos podría parecer que solucionan todos los problemas económicos de forma inmediata. Quienes aparecen en la publicidad se muestran felices y satisfechos por su decisión de endeudarse. Pero no sólo influye la televisión, también hay conocidos que aseguran haber contratado este tipo de préstamos para poder comprar, por poner un caso, una televisión de plasma, muy fácilmente y por una cuota mensual no muy elevada. Todo ello es cierto; sin embargo, no es toda la verdad.
La cantidad que se paga mensualmente puede quedar reducida a lo que dice el anuncio, o ser muy superior. Y las facilidades que se dan para otorgar este tipo de créditos responden a que estas entidades especializadas en créditos rápidos asumen un riesgo de morosidad (que el deudor deje de pagar) muy superior al que admiten los bancos y las cajas de ahorros. Además, el tipo TAE es muy superior (hasta tres veces) al de los préstamos «normales». Por lo que convendría preguntar al conocido que recomienda el producto qué tipo de interés paga al año, ya que conocer lo que paga al mes no es relevante. Si el crédito concedido es de 3.000 euros y se amortiza en 42 meses con un interés TAE del 21,92% (la media de este tipo de créditos), la mensualidad que se pague será de 99 euros al mes, lo que significa que al final se habrán pagado 4.158 euros, más de 1.000 euros respecto al importe del crédito.
Antes de contratar un producto conviene informarse de sus condiciones y plazos
Las reunificaciones de deudas también encierran un potencial peligro, del que incluso han llegado a advertir numerosas instituciones oficiales. Las empresas dedicadas a comercializar estos productos, que suelen recomendar personas allegadas si conocen la situación de apuro por la que se puede estar pasando, cobran intereses muy elevados. Aunque en su labor de captación de clientes aseguran que todo cuanto se paga cada mes en distintas deudas quedará reducido a una cuota mensual inferior, no explican toda la verdad. Por ello, antes de embarcarse en una operación de este tipo hay que tener en consideración, de nuevo, cuál es la Tasa Anual de Equivalencia (TAE), la mejor referencia para saber cuánto cuesta realmente un préstamo. En ella deben incluirse todos los gastos que supone la operación, como la comisión de apertura o de cancelación, y el tipo de interés que se aplica.
También es importante ser precavido, y desoír las alabanzas que un amigo «muy enterado» hace sobre un valor determinado, cuando se empieza a operar en Bolsa. Si no se tienen muchos conocimientos sobre cómo se opera en el mercado bursátil y se quieren utilizar los servicios de un intermediario, lo más prudente es fiarse de personas y entidades en las que ya se tiene depositada la confianza, como la entidad bancaria con la que se opera habitualmente. Los bancos «tradicionales» no son necesariamente quienes ofrecen los mejores rendimientos por el dinero, pero sí son entidades seguras y cuando se comienza a invertir en Bolsa la seguridad es esencial. Sólo con el tiempo, lecturas y estudio adecuados se puede pensar en elegir intermediarios financieros con quienes arriesgar más, pero sin olvidar que existen «chiringuitos» no aprobados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores, y que no tienen permiso para operar.
Uno de los casos más recientes y desgraciados de un producto que recomendaban muchas veces amigos y familiares y que terminó en escándalo financiero fue el de la inversión en sellos en Forum y Afinsa. Una crisis con cerca de 350.000 afectados, que en algunos casos invirtieron todos sus ahorros .
Las inversiones no estaban cubiertas por el Fondo de Garantías de Depósitos del Banco de España ni por el Fondo de Garantía de Inversiones de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Esto significa que las pérdidas no están cubiertas, tampoco las que se derivan de una utilización fraudulenta por parte de los administradores, algo que desconocían los inversores -animados en muchas ocasiones por vecinos, amigos o familiares- que tenían depositado su dinero en las filatélicas.