Los requisitos para acceder al dinero de “plástico” son mínimos: basta con abrir una cuenta corriente para tener derecho a una tarjeta que se puede utilizar para abonar los gastos realizados en establecimientos comerciales, hipermercados, grandes almacenes, restaurantes… y hasta las compras por Internet. Su comodidad es indiscutible, pero disponer de una tarjeta no resulta gratis, como podrían suponer algunos usuarios. Por el contrario, implica una serie de gastos fijos en forma de comisiones, sobre todo. Y estas han subido un 6,3% en los últimos meses, por lo que tener una tarjeta puede suponer un desembolso medio anual de casi 52 euros.
Cómodas, pero caras
Su comodidad la convierte en un medio de pago muy adecuado para afrontar los gastos. Pero conviene utilizarla con mucha precaución, más aún este verano, ya que en los primeros cinco meses de 2011 usar la tarjeta se ha encarecido un 6,30%, hasta 18,39 euros, según los últimos datos facilitados por el Banco de España. Los consumidores que renovaron sus tarjetas o contrataron alguna en junio abonaron casi 1,50 euros más que hace un año.
El coste medio de una tarjeta tradicional, que incluye la cuota anual de emisión o mantenimiento, un «plástico» por duplicado y una media de 10 operaciones para retirar dinero en los cajeros distintos a la red concertada, supone pagar cada año unos 51,89 euros.
Algunas entidades eximen del pago de comisiones, pero solo el primer año
No obstante, son numerosas las entidades que eximen a sus clientes de este pago si domicilian su nómina, recibos o contratan planes de pensiones u otros productos financieros. En realidad, hay que estudiar a fondo estas ofertas, ya que es una estrategia para captar clientes y los beneficios se ciñen, casi siempre, al primer año.
Los tres mayores gastos
Los principales gastos que conlleva el uso de una tarjeta son los siguientes:
Comisión de mantenimiento
La principal comisión que tienen las tarjetas de débito es la de mantenimiento, que genera unos amplios márgenes a los bancos. Su coste oscila entre 15 y 20 euros al año, en función del tipo de tarjeta y de la entidad financiera que la emite, ya que algunos bancos y cajas elevan este coste hasta 25 o 30 euros. Por lo que respecta a los modelos de categorías superiores («Oro» y «Platino», sobre todo), la comisión por mantenimiento se encarece más, hasta situarse en torno a los 30 euros de media.
Algunas propuestas permiten adquirir las tarjetas de débito totalmente gratis, sin ningún coste económico para el usuario, aunque este periodo solo afecta al primer año de vida del «plástico». A partir de ese momento aplican las tarifas habituales en este tipo de productos. En ocasiones, es posible no tener que hacer ningún desembolso económico en concepto de cuota anual por mantenimiento, pero es preciso tener contratados determinados productos con la entidad.
Emisión por duplicado
La utilización regular de las tarjetas de débito puede conllevar otra serie de gastos que encarecen su presupuesto para cada año, en algunos casos por encima de la cuota por emisión o mantenimiento.
Uno de los más habituales es la emisión por duplicado: por cada nueva tarjeta que se emita hay un recargo de entre 3 y 5 euros de media, siempre en función de la entidad.
Operaciones realizadas a través de los cajeros automáticos
La más habitual de estas operaciones es la disposición de efectivo en los cajeros. Sacar dinero, desde finales de mayo y en algunas entidades, está penalizado con una comisión de 0,84 euros en la propia red. Si se extrae en una red distinta a la contratada, se eleva hasta 2,95 euros. Retirar efectivo en cajeros en el extranjero sube esta comisión hasta 3,07 euros por cada operación formalizada.
La contratación de una tarjeta de débito conlleva una serie de servicios y prestaciones gratuitos:
- Los servicios que afectan a la seguridad del “plástico”, con un sistema para combatir el fraude que avisa al usuario con un SMS a su teléfono móvil cada vez que su tarjeta la utilice otra persona.
La aplicación de la tecnología EMV (Europay Mastercard VISA), con un chip que autentifica pagos mediante la tarjeta con el objetivo de incrementar la seguridad en las transacciones y reducir el fraude.
La posibilidad de realizar compras de forma segura en Internet, gracias a los sistemas más habituales que emplean estas tarjetas (“Verified by Visa” y “Mastercard SecureCode”).
Además, en caso de pérdida o robo de la tarjeta de débito, la entidad emisora repondrá al cliente la tarjeta, en un periodo máximo de entre cuatro y siete días, también de forma gratuita.
Seguros de accidentes y asistencia en viaje son también servicios que se obtienen a través de la contratación de este medio de pago, sin tener que realizar ningún desembolso.