Los mercados financieros van más allá de la Bolsa. Y un ejemplo son los fondos cotizados, llamados también ETF, que permiten a los ahorradores aprovechar cualquier escenario en los mercados, incluidos los más desfavorables. Pero, ¿qué son los fondos cotizados? ¿Cómo invertir en uno? ¿Cuáles son sus ventajas? ¿Y sus inconvenientes? A continuación se informa sobre todo lo que necesita saber para invertir en fondos cotizados.
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Fondos cotizados: otra forma de inversión
Aunque sea un producto con muchos años de vida en el mercado, algunos inversores desconocen la existencia de este modelo financiero. Pues bien, se trata de un producto complejo que se deriva de la combinación de dos diseños de inversión de gran demanda entre los ahorradores: una mezcla entre los fondos de inversión tradicionales y las operaciones en los mercados bursátiles.
De esta unión ha salido un formato que puede ser muy beneficioso para los intereses de los pequeños inversores, si se formaliza en los escenarios adecuados y con los activos financieros más correctos en cada momento.
Invertir en fondos cotizados: beneficios
Contratar un fondo cotizado puede constituir una oportunidad de negocio, siempre que se ajusten sus características a los perfiles de los ahorradores. Sus prestaciones están muy bien definidas: son más flexibles, abiertos a más zonas geográficas y más asequibles.
- Inversión más flexible. Los fondos cotizados no se limitan a un solo mercado, ni tan siquiera a un activo financiero. A través de ellos puede accederse a muchos mercados: materias primas, metales preciosos y, por supuesto, la Bolsa o la renta fija.
- Los fondos cotizados están abiertos a todas las zonas geográficas, por lo que la inversión puede hacerse en activos nacionales o internacionales.
- Modelo de inversión asequible. Si por algo se caracterizan estos fondos es por estar abiertos a todas las economías domésticas a través de una aportación única por debajo de 1.000 euros. También pueden dirigirse a cualquier plazo de permanencia: corto, medio o largo plazo.
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Fondos cotizados: inconvenientes
Los fondos cotizados también tienen carencias. La primera es que implica gastos adicionales, ya que algunos de los más rentables están confeccionados en otras divisas ajenas al euro, dólar principalmente. Esto implica afrontar una pequeña comisión por el cambio de divisa que encarecerá la operación.
Sus diseños son más complejos, pues se necesita de una mayor cultura financiera para operar con ellos. Hay que conocer cuál es la mejor ocasión para comprar y vender sus posiciones.
Además, los fondos cotizados no replican directamente a los índices. También su seguimiento se hace mucho más complicado al no contar con soportes de información que sean accesibles.
Aunque los fondos cotizados son un híbrido entre los fondos de inversión y las operaciones en Bolsa, su fiscalidad está más próxima a las segundas.
Las ganancias habrá que computarlas como patrimoniales, a través de la base imponible del ahorro incorporado en la Declaración de la Renta. Tras la reforma fiscal de 2015, se han establecido cuatro tramos para su tributación que son muy estrechos. Oscilan entre el mínimo, del 19% para las ganancias patrimoniales de hasta 6.000 euros, y la más alta, del 23% para importes superiores a 50.000 euros.
No obstante, una diferencia respecto a la inversión en Bolsa es que en este producto no genera dividendos. Como consecuencia de ello, no habrá que tributar por este concepto en el rendimiento de los ahorros, lo que simplifica su sistema tributario.