Los pequeños y medianos ahorradores buscan los mejores productos bancarios para incrementar su patrimonio. En algunos casos, han llegado a la conclusión de que los depósitos a plazo les reportan intereses mínimos, y que la Bolsa todavía les implica un riesgo que no les merece la pena asumir en la actualidad. Una vez descartados estos dos productos financieros, solo les quedan como alternativa (sin asumir grandes riesgos) los fondos de inversión y los ETF (Fondos de Inversión Mobiliaria que cotiza en Bolsa). Si bien son propuestas que guardan muchas similitudes entre sí, también tienen unas características bien diferenciadas en su tributación que permiten a sus titulares contraer una serie de ventajas al contratar uno u otro. Este artículo las explica.
Fondos de inversión o ETF: ¿cuál me conviene más?
¿Me conviene contratar un fondo o un ETF? Esta es la disyuntiva que se plantean numerosos ahorradores minoristas en el momento de invertir sus ahorros para obtener más rentabilidad. Muchas veces, esta decisión depende de la coyuntura de la economía o del grado de conocimiento que los usuarios tengan de ambos productos. Pero también suele incidir en ello su tratamiento fiscal.
Desde el punto de vista de las retenciones a cuenta es más rentable invertir el capital en ETF que en fondos de inversión
Aunque son productos muy parecidos entre sí, tienen importantes diferencias sobre este aspecto, que puede precipitar que los pequeños y medianos ahorradores se inclinen por uno u otro en función de sus aportaciones para con el inversor.
El tipo de tributación es el mismo para los dos productos: va desde el 21% (para las plusvalías generadas hasta los 6.000 euros), el 24% (para las ganancias hasta 24.000 euros) y el 27% (para cantidades superiores a 24.000 euros). Desde este punto de vista, los ahorradores pueden decantarse por ambos modelos, ya que no hay diferencia alguna entre ellos.
El traslado entre estos productos, en cambio, conlleva importantes diferencias.
- En el caso de los fondos de inversión es más interesante, ya que no tributan por esta operación y se pueden realizar tantas veces como quiera el usuario sin que merme el capital.
Los ETF, por el contrario, sí que tributan por sus cambios, pues funcionan como las acciones, se compran y se venden.
Por ello, es preferible decantarse por un fondo de inversión, ya que se ahorra el dinero en su tributación durante sus traslados a otros fondos. Aunque si se venden (parcial o totalmente), sí hay que tributar, como en los restantes productos financieros.
También hay una diferencia apreciable con respecto a las retenciones a cuenta. Mientras en los ETF no se aplica sobre los beneficios generados, en los fondos de inversión sí que sucede, al retenerse a cuenta el 21% sobre los beneficios obtenidos. Desde este punto de vista es más rentable invertir el capital en ETF, ya que la persona se ahorra esta retención sobre los beneficios.
Respecto a los dividendos que se generan en los dos productos, en ambos modelos de inversión no se aplica exención de los 1.500 primeros euros, a diferencia de las acciones en Bolsa que sí lo hacen. Por tanto, si se prima este aspecto para decantarse por uno de los dos modelos de inversión, dará lo mismo contratar uno u otro producto financiero, ya que las ventajas serán las mismas y suele ser muy rentable cobrar por este concepto. Eso sí, no en todos los fondos de inversión ni ETF hay un pago por dividendo, sino que se pueden encontrar en propuestas concretas que hay que detectar.
Una diferencia sustancial entre ambos productos es la que se deriva de sus comisiones, muy importante para valorar la participación en uno u otro producto. Son distintas, tanto en su estructura como en su aplicación, con modelos contrapuestos que pueden beneficiar su contratación en función de los resultados finales de la operación.
Por lo que se refiere a los fondos de inversión, sus comisiones son mayores en número, pero no en todos sus productos se aplican.
Pueden ser de suscripción, reembolso, gestión o de depósito, entre las más habituales. Las dos primeras no es habitual que se presenten en todos los formatos y son las costosas para los bolsillos de los ahorradores. Las dos restantes están implícitas en todos los fondos y oscilan entre el 0,50% y 2% aproximadamente, aunque los fondistas apenas las notan, ya que se van descontando a diario del valor de sus participaciones.
Los ETF aplican unas comisiones más directas, como si de la compra o venta de acciones se tratase, con unas tarifas de entre 8 y 15 euros para las operaciones nacionales; y en las internacionales, se pueden elevar hasta un mínimo de 20 euros, y siempre para órdenes de compra no superiores a 50.000 euros.