Los términos crédito y préstamo se utilizan a menudo en cualquier conversación como si fueran sinónimos. Incluso, en artículos especializados o en las explicaciones que dan los economistas al público general, ambas palabras se usan de modo equivalente. Sin embargo, entre estos dos productos financieros hay distinciones. Se diferencian por la forma de devolver el dinero, la cuantía disponible, la flexibilidad de los pagos o el abono de intereses.
1. Quiero tener dinero disponible y sacarlo solo si lo necesito
En este caso, hay que solicitar un crédito, que permite al cliente tener un capital a su disposición para utilizarlo en el momento que desee, en el plazo marcado en el contrato. Con el crédito se entrega la capacidad de disponer de un importe determinado.
El banco fija el límite y el usuario puede gastar hasta esa cantidad. Si quiere, recurre a él, pero si no lo necesita, no tiene por qué cogerlo. Además, dispone del dinero según lo requiera. Si el solicitante cuenta con un crédito de 3.000 euros, no tendrá la cantidad en su bolsillo en el momento en que se lo concedan, sino que dispondrá de la opción de utilizarlo cuando lo estime conveniente. Puede gastar 1.000 euros, después 500 y no tocar lo demás.
2. Necesito una cantidad concreta de dinero
Si el ciudadano quiere recibir un capital determinado, no solo la posibilidad de utilizarlo, debe pedir un préstamo. Con esta fórmula, el banco le da todo el dinero en un solo pago al inicio del contrato.
Después debe devolver mediante cuotas periódicas la cuantía percibida y los intereses correspondientes. Si solicita 10.000 euros y el banco se los concede, tendrá este importe de manera íntegra, a diferencia de lo que ocurre con el crédito.
3. La cuantía que necesito es elevada
El préstamo será lo más adecuado en este supuesto. Las entidades bancarias dejan a sus clientes más dinero a través de estos productos financieros.
El préstamo es menos flexible respecto a la devolución del importe recibido
Los plazos para devolver el dinero son más largos y, por este motivo, la cuantía disponible también es superior. Quien quiera disponer de cantidades elevadas, como 20.000 euros, deberá solicitar en el banco un préstamo.
4. No requiero demasiado dinero
En estas ocasiones, es frecuente pedir un crédito. El tiempo para pagarlo es más reducido y, por tanto, el dinero que el banco pone a disposición de su cliente también es inferior.
Los requisitos para solicitarlo no son tan rígidos como los exigidos en el caso de los préstamos. El estudio de la solvencia, los avales que le respaldan, son menos exhaustivos que en los préstamos, entre otros motivos, porque la cantidad no es tan elevada.
5. Destinaré el dinero a algo muy concreto
Al pedir un préstamo al banco, en la mayoría de las ocasiones, es necesario justificar para qué se utilizará. Ya sea mediante facturas proforma o con un presupuesto en firme, el usuario debe dejar claro en la entidad el destino del dinero que le prestarán: comprar un coche, reformar la vivienda…
6. No quiero justificar a qué destino el dinero
Con el crédito, el receptor puede utilizar la cantidad que tiene a su disposición para el fin que quiera, sin dar explicaciones ni cuando lo solicita ni cuando coge el dinero.
Tiene libertad para gastarse una parte o la totalidad del importe en un viaje, en regalos o en cualquier compra.
7. Necesito bastante tiempo para devolver el dinero
Los plazos para pagar la cuantía recibida en el préstamo son muy amplios y el cliente tendrá varios años para abonar el capital y los intereses.
8. En una temporada corta pagaré lo que debo
Los créditos tienen un periodo de amortización más corto porque el dinero que deja el banco es menor y, además, por su propio funcionamiento. Por lo general, se pueden renovar por otro periodo en condiciones similares.
9. Prefiero devolver el dinero en los plazos que me fije la entidad
Cuando se pide un préstamo, el banco establece con el cliente un plan de amortización, según sus necesidades y la cantidad recibida. En él figuran las cuotas en las que se reintegrará el dinero.
Con el crédito no es necesario justificar a qué se destina el dinero
Puede ser de forma mensual o trimestral, entre otras, además de establecerse un plazo de devolución (48 meses, 60 meses…). En principio, estas condiciones no se pueden cambiar, salvo que se redacte un nuevo contrato, lo cual encarece el préstamo.
10. Pagaré la cantidad recibida de forma flexible
Con el crédito, el beneficiario puede disponer del dinero cuando quiera y devolverlo en el momento que lo desee, siempre dentro de los límites marcados en el contrato. Lo habitual es que conforme se reintegre la cantidad, se podrá disponer de nuevo del total.
11. Abonaré los intereses por la totalidad del capital
El cliente que recibe un préstamo paga réditos por el total del importe concedido. Por eso debe estar seguro de que utilizará el dinero. De lo contrario, abonaría intereses de manera innecesaria.
12. Solo deseo pagar intereses según el dinero que utilice
Si le conceden un crédito, el usuario solo tendrá que pagar por el dinero que saque y no por la cantidad que tenga disponible.
No obstante, lo más común es que el banco establezca unas comisiones si el cliente pide el dinero pero no lo utiliza, puesto que a la entidad le perjudica tener un capital inmovilizado.