Rescate, asistencia financiera, línea de crédito… Cualquiera de estos términos puede utilizarse para aludir a la decisión adoptada el pasado fin de semana en el seno del Eurogrupo y con la que España se suma a la lista de países europeos que han tenido que recurrir a los fondos públicos para hacer frente a la crisis y, en concreto, poder solventar el “agujero” que presentan sus bancos. Sin embargo, un aspecto que genera consecuencias dispares en el seno del ahorro y los mercados es saber si es un rescate al Estado, una intervención o un rescate a la banca. En el caso español, se habla de una modalidad a caballo entre ambos: los fondos europeos se prestarán al Estado, pero este los destinará íntegramente a la refinanciación de sus bancos. ¿Cuáles son sus diferencias y cómo afectan?
Diferencias entre rescate al Estado y a la banca
Rescate a la banca
La solicitud de ayuda a Europa parte de la presión que se ha ejercido desde diversos organismos internacionales, entre ellos la propia Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, para que España comunicara, de una vez por todas, el agujero que presentan sus bancos debido a la exagerada exposición inmobiliaria.
El punto de partida lo marcó Caja Castilla La Mancha, la primera entidad nacionalizada. Pero a ella le han seguido otras como Banco de Valencia, CAM, Catalunya Caixa, Novagalicia… Hasta el estallido final: la nacionalización de Bankia.
En el rescate al Estado el país en cuestión pierde su soberanía en materia económica a favor de los organismos internacionales
La transformación en capital de las participaciones preferentes que el Estado a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) tenía de Bankia ha acelerado el proceso de petición de ayuda internacional. El rescate, en todo caso, se ha definido como «rescate blando» o «rescate suave», ya que no va dirigido a apuntalar la caja del Estado, sino la de los bancos.
Bankia, el estallido: la solicitud de 19.000 millones de euros para sanear Bankia ha supuesto el punto de partida para el rescate. El Gobierno, con claras dificultades para financiarse en los mercados, ha preferido solicitar la ayuda europea en vez de tener que poner los fondos por sí mismo. Numerosos expertos opinaban que el Estado podría haber hecho frente al coste sin tener que solicitar el rescate. No obstante, el problema se agravó con el último informe del Fondo Monetario Internacional al revelar que CatalunyaCaixa y Novagalicia Banco (también nacionalizadas ya) necesitan otros 9.000 millones de euros de ayuda. La cuantía suma y sigue, con lo que el Estado se ha decantado por solicitar los fondos porque, al no acotarse el agujero a Bankia, sí tendría dificultades para encontrar toda la financiación necesaria por sí solo.
En cualquier caso, una de las ventajas de la ayuda europea es que permite conseguir la financiación a tipos de interés más bajos que los que estaba solicitando el mercado al Tesoro Público (que es el organismo que vende deuda pública española en el mercado). Con la prima de riesgo por encima de 500 puntos, el Tesoro español se ve obligado a colocar sus bonos a diez años por encima del 5,5%, mientras que el interés del préstamo europeo se sitúa en torno al 3%.
Problema acotado a la banca: la ayuda surge por las dificultades que estaba teniendo el FROB (el organismo creado para sostener a la banca) para financiarse en el mercado. Pese a que el Estado es el tomador de los fondos, en la negociación ha quedado claro que la ayuda irá destinada de modo íntegro a la recapitalización de la banca y no del Estado.
Jurídicamente, los estatutos de la Unión Europea no contemplan inyecciones directas en los bancos, sino que tienen que ser instrumentadas a través de los Estados. Sin embargo, esta fórmula presenta diferencias respecto al rescate puro de un gobierno.
No se pierde soberanía: en teoría se trata de un plan de ayuda al sector financiero y no de una intervención. Eso implica que no se ha exigido la adopción de medidas por la Unión Monetaria ni por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, los organismos internacionales que supervisan y autorizan la ayuda solo se encargarán de velar por la correcta gestión de los fondos en el seno de las entidades financieras que los soliciten.
Sin condiciones: el rescate al Estado incluye la imposición de una serie de condiciones. Sin embargo, si el rescate es para financiar a los bancos, los organismos internacionales no imponen condiciones explícitas. En cualquier caso, de forma implícita o indirecta la aprobación sí que supone asumir el compromiso de continuar con las reformas estructurales.
El dato que ahora Europa mira con lupa es el del déficit del Estado, que debe reducirse desde el 8,9% de cierre de 2011 hasta el 3% en 2014. Para conseguirlo, Bruselas ha sugerido, entre otros aspectos, que el Gobierno suba el IVA. Aunque no haya condiciones, es fundamental que España consiga reducir el déficit con la puesta en marcha de medidas. Solo así podrá acceder a nuevas «ayudas» financieras en caso de necesitarlas. Si un país no muestra el rigor suficiente con su política fiscal, el grifo del crédito europeo se cierra.
Rescate al Estado
Intervención: cuando se produce un rescate al Estado se habla de intervención. A esta situación se llega cuando un país es incapaz de conseguir financiación en los mercados. Esto puede ocurrir por varios motivos: porque su nivel de deuda sobre el PIB es tan elevado que no hay inversores que quieran asumir el riesgo de invertir más en ese Estado o porque el coste de financiación es tan disparado que al propio Estado le parece inasumible y debe buscar otras vías.
En el caso de España no estamos ante un rescate al Estado ni de una intervención. Sus finanzas públicas, aunque muy débiles, no están tan maltrechas como para no poder financiarse en los mercados. De hecho, el Estado mantiene su calendario de subastas de títulos públicos y hasta ahora ha cubierto con sobredemanda todas las realizadas (tanto a corto como a largo plazo).
Además, el nivel de deuda pública sobre el PIB de España es inferior a la media de los países de la Unión Monetaria. En nuestro país se sitúa en el 69%, mientras que la media de la zona euro llega al 89%. De hecho, el nivel de España está por debajo del de Francia y Alemania, aunque está por encima del 60% del objetivo a largo plazo fijado para los países de la Unión.
El rescate, por tanto, no se ha llevado a cabo para financiar al Estado, sino para sanear a sus bancos. Es similar al que se hizo en Irlanda, aunque en aquel caso la situación era más complicada, porque muchas de sus entidades ya habían quebrado.
Condiciones: un rescate al Estado siempre va ligado a una serie de condiciones, mientras que si es rescate a la banca, la aprobación de la ayuda no supone la asunción de compromisos de forma directa y explícita (aunque sí implícitos). Cuando es el Estado el que solicita fondos, entran en coordinación la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. Esta troika impondrá las condiciones que el país debe cumplir y vigilará su cumplimiento.
Planes de reforma: cuando un Estado solicita ayuda para financiarse a sí mismo, la troika le exige la presentación de un plan de medidas para cumplir con los pagos del préstamo y con la reducción de déficit (el principal problema que se tiene cuando se recurre a la asistencia internacional). En el caso español, esto no se ha solicitado, puesto que es un «rescate suave o blando» para la banca.
Pérdida de soberanía: en un rescate directo a un Estado, el país en cuestión cede parcialmente su soberanía en materia económica a favor de los organismos internacionales que imponen y velan por el cumplimiento de las condiciones del rescate. Es decir, el Gobierno pierde parte de su capacidad para determinar la política económica del país. Esto ha ocurrido en Grecia y Portugal.
Similitudes entre rescate al Estado y a la banca
Mismo origen de los fondos: sea rescate a la banca o al Estado, lo cierto es que los mecanismos de ayuda que hay a nivel internacional en el caso de los países que integran la Unión Monetaria Europea son los mismos: se articulan a través de fondos aportados por los miembros de la UME y por el FMI.
Financiación más barata: en ambos casos, la principal ventaja de la asistencia internacional es que permite obtener fondos a un coste más barato del que se podría obtener en el mercado. En el caso español, se financiarán los problemas de la banca a intereses del 3%, mientras que el mercado de deuda pública los inversores estaban exigiendo rentabilidades cercanas al 6%.
No hay restricciones a la libre disposición del dinero: el rescate a la banca o a un Estado no implica que se produzcan restricciones a la libre disposición del dinero de sus ciudadanos. En ninguno de los países rescatados (Grecia, Irlanda y Portugal) ha tenido lugar un «corralito» bancario. De hecho, dado que los fondos europeos se destinarán a reforzar a los bancos, los depositantes y bonistas se verán beneficiados por la mayor solvencia de las entidades.