Hace unos meses, se contemplaba la crisis financiera como un capítulo complicado y grave dentro de la historia económica. Pero pocas personas podían imaginarse que muchos bancos de primera fila tendrían que recurrir a los estados para conseguir liquidez y poder salir del paso. La restricción al crédito que se da en el sistema bancario internacional ha provocado, sin embargo, que los gobiernos de numerosos países europeos, y también el de Estados Unidos, hayan tenido que acudir al rescate de más de una entidad, prestándole dinero con el que poder hacer frente a las circunstancias actuales. La difícil situación ha puesto de moda las nacionalizaciones bancarias a ambos lados del Atlántico.
Una medida controvertida
En Estados Unidos ya hay más de 15 bancos nacionalizados. En Europa, Fortis fue la primera entidad en recibir una ayuda de 11.200 millones de euros por parte de los gobiernos de Bélgica, Holanda y Luxemburgo. En Reino Unido, Northern Rock ha recogido hace unas semanas una ayuda estatal de más de 34.000 millones de euros. En Holanda, ING ha recibido una inyección de capital estatal de 10.000 millones de euros… Los ejemplos se suceden a diario en Europa y Estados Unidos. En España, el sistema financiero es sólido y se rige por una normativa más estricta, según comentan numerosos expertos, por lo que no se prevé que haya que inyectar capital en ningún banco.
En cualquier caso, no está de más conocer cómo afectaría al ahorrador una hipotética nacionalización bancaria. ¿Sería positiva o perjudicial para sus intereses? En principio, los más afectados serían los pequeños accionistas, ya que el hecho de nacionalizar un banco implica la desaparición de los dividendos que se pueden cobrar. Como ahorrador, el impacto debería ser inapreciable.
Los aspectos positivos
Las nacionalizaciones buscan dar estabilidad al sistema y disminuir la desconfianza y preocupación del ahorrador
Las nacionalizaciones deben contemplarse como una medida positiva para los consumidores, ya que se hacen con el objetivo de evitar una bancarrota que sí sería claramente perjudicial para sus intereses.
Con sus inyecciones de capital, los gobiernos están demostrando que los ahorradores no están solos, que cuentan con su apoyo y su respaldo y que su objetivo primordial es evitar una quiebra bancaria que sería claramente perjudicial para ellos y para todo el sistema.
Cuando una entidad recibe dinero por parte del Estado en el mercado se percibe que está en apuros
Aspectos perjudiciales
Pese a que la inyección de capital público debe contemplarse como una medida de salvamento y ayuda al sector financiero positiva, la realidad es que las nacionalizaciones bancarias que se están produciendo en Europa y Estados Unidos están afectando de manera negativa a los accionistas.
¿Por qué se nacionalizan los bancos?
La restricción al crédito que se da en los mercados internacionales y la comercialización de productos sofisticados, como los estructurados o las titulizaciones de hipotecas “subprime” están complicando la gestión bancaria a numerosas entidades. Todos los bancos necesitan financiar su balance y para ello recurren al sistema internacional interbancario, donde se presta dinero diariamente. No obstante, desde agosto de 2007 este mercado está prácticamente cerrado. De ahí que ahora casi todos los gobiernos estén adoptando algún tipo de medida, que puede variar en la forma de ejecución, con el objetivo de ayudar a los bancos de sus respectivos países a soportar la escasez del crédito actual y a salir airosos de la situación de crisis.
La nacionalización se contempla como una solución idónea para evitar un colapso financiero
La falta de liquidez que acusan algunos bancos y cajas de ahorros en Europa y Estados Unidos está moviendo a los gobiernos a inyectar capital con el objetivo de evitar el descalabro de cualquier entidad. Las nacionalizaciones que se están produciendo, en principio, contrastan con los principios de la economía capitalista y liberal que domina en todos los países desarrollados en los que se están dando. En cualquier caso, se contempla como una solución idónea para evitar un colapso financiero. En Estados Unidos, por ejemplo, el Tesoro ha anunciado que destinará los primeros 250.000 millones de dólares de su plan de 700.000 a recapitalizar sus bancos. Los estados, como señala Josep Monsó, analista de Gaesco, están inyectando capital en las entidades en dificultades “con el objetivo de reforzar su solvencia y evitar su quiebra”.
Tipos de nacionalizaciones
En la práctica, en cuanto a los productos y servicios financieros ofrecidos por las entidades, al ahorrador no le debe afectar de ningún modo que un banco sea nacionalizado. Sin embargo, el hecho de que una entidad reciba capital público sí puede motivar un cambio en la política de gestión bancaria o en la toma de algunas decisiones, como el reparto o no de dividendos.
Conviene diferenciar las nacionalizaciones parciales, que se producen cuando un Estado inyecta capital sin más -con el objetivo de mejorar la solvencia y liquidez de la entidad-, de las intervenciones más profundas, que se producen para evitar una quiebra. También suelen tener más implicaciones en la gestión de las entidades y para el ahorrador las nacionalizaciones que conllevan la entrada de consejeros nombrados por el Gobierno en el Consejo de Administración de las entidades.
- En el caso de una nacionalización más profunda, si el Estado nombra consejeros para la entidad a la que está ayudando, suele darse, también, una intervención en la gestión. En este hipotético caso, el Gobierno puede participar en las decisiones sobre la política comercial de la entidad, inversiones, toma de participaciones en otras empresas… Un ejemplo de esta modalidad está en lo ocurrido con ING hace unas semanas. La inyección de capital público a esta entidad holandesa se contempla como una recapitalización a través de la cual La Haya pasará a formar parte de la entidad sin derecho a voto pero con posibilidad de veto. Además, el Estado aporta dos consejeros a ING que tendrán derecho a veto en decisiones fundamentales que se refieran a inversiones que afecten a más del 25% del capital propio de la empresa.
El objetivo de cualquier Estado al entrar en sectores básicos de la economía, como puede ser el energético, eléctrico o el financiero es dar prioridad a ofrecer un buen servicio al consumidor y no al hecho de ganar dinero. En el sector financiero, sin embargo, la intervención estatal puede provocar que el banco adopte una política conservadora que no tenga como prioridad el incremento del beneficio y la rentabilidad. En cualquier caso, y sea cual sea el alcance y la forma de la inyección de dinero público, la entrada de los estados en el capital de los bancos se realiza a través de acciones preferentes, que ofrecen ciertos privilegios a los gobiernos. Por lo general, los estados renuncian a los derechos políticos que les corresponderían por su presencia en el capital a cambio de más derechos económicos. Suelen exigir el pago de un tipo de interés por el dinero prestado. En el caso concreto de ING, por ejemplo, la entidad tendrá que pagar un interés anual del 8,5% por la cantidad inyectada.
En el caso de una nacionalización parcial, la intervención por parte del Gobierno en el capital de un banco se contempla meramente como una inyección de oxígeno que permita a la entidad respirar en el turbio ambiente actual. En este caso, el Estado únicamente aporta dinero, pero no interviene en la gestión de la entidad en cuestión.