Los niveles de morosidad del crédito concedido por las entidades financieras a empresas y familias se encuentran en máximos históricos: superan el 10%, tal y como refleja la Asociación Hipotecaria Española (AHE). Y en los créditos personales y las tarjetas, la tasa de morosidad se eleva por encima del 14%. Estos datos se explican por la magnitud de la crisis, con uno de cada cuatro trabajadores en paro y en donde el 35,9% de los hogares españoles no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). Estas dificultades económicas acentúan el uso de la financiación para hacer frente a los gastos, lo que puede derivar en situaciones de impago del crédito, como el de las tarjetas. Este artículo trata de resumir los pasos que se deben dar cuando ya no es posible pagar la tarjeta de crédito.
1. Estudiar y planificar las cuentas personales
Cuando no puede hacerse frente al pago de la tarjeta de crédito, conviene afrontar el problema desde el primer momento, para que la deuda no se incremente con rapidez. Al dejar de pagar, las entidades proceden al cobro de intereses de demora, por lo general muy elevados. Además, habrá que hacer frente a las comisiones por reclamación de recibos impagados de tarjetas de crédito, de unos 30 euros de media. Si bien, ambos importes se calculan en función del contrato.
El primer paso es dejar de usar tarjetas que permiten disponer de más dinero prestado
El primer paso es dejar de usar tarjetas que permiten disponer de más dinero prestado. Al aplazar el pago de las compras con las tarjetas de crédito, se aplica un tipo de interés medio de entre el 14% y el 25% TAE. Por todo ello, es aconsejable empezar a planificar las cuentas personales para no incurrir en números rojos y empezar a solventar la deuda. Para equilibrar las cuentas habrá que:
Reducir los gastos
Los expertos aconsejan afrontar la situación particular y, a partir de ella, planificar. Hay que considerar los gastos y calcular, con los ingresos con los que se cuenta, el presupuesto familiar. Para ello, se hace un listado con todos los gastos, jerarquizando desde los más necesarios hasta los superfluos.
En primer lugar habrá que anotar y pagar los bienes susceptibles de embargo y terminar con los gastos menos importantes. Algunas de estas reducciones pueden llevarse a cabo por un tiempo determinado, hasta que la situación se resuelva, pero otros métodos de ahorro pueden ser muy útiles siempre.
Intentar aumentar los ingresos
Es la otra pata, junto a los gastos, que equilibra la economía familiar. En la medida de lo posible, y pese a la dificultad actual, hay que buscar ingresos alternativos con los que poder pagar la deuda cuanto antes, para que no siga incrementándose.
2. Dirigirse a la entidad
Cuando no es posible sufragar la cuota o la deuda de la tarjeta de crédito, los expertos recomiendan acudir de inmediato a la entidad financiera e intentar negociar una solución. Conviene dirigirse a ellos en primera instancia, antes de que el impago sea efectivo, para mostrar así voluntad de pago y encontrar una salida pactada.
Negociar el préstamo
En esencia, se trata de solicitar tiempo. Al banco le interesa buscar soluciones, pues siempre preferirá cobrar, aunque sea en más tiempo, pero hacerlo, a recibir nada. Conviene presentar un plan de pagos, ajustado y realista, detallando cuánto puede pagarse cada mes y por cuánto tiempo, hasta recuperar las cuotas anteriores.
Si la situación es de dificultades financieras transitorias, y se cuenta con un buen historial en la entidad, sin morosidad, es más fácil negociar y obtener unas condiciones más ventajosas. Las posibilidades pasan por solicitar unos meses de carencia de capital, durante los cuales solo se pagan intereses, o bien alargar el plazo de amortización del préstamo. En ambos casos, la cuota mensual se reduce y las probabilidades de hacerle frente se incrementan.
Si la situación no es transitoria, es recomendable estudiar muy bien todas las opciones y ajustar mucho con un plan de pagos que la entidad pueda valorar. En cualquier caso, por lo general, la deuda aumentará.
Reagrupar la deuda
Otra posibilidad es reagrupar la deuda o solicitar un préstamo personal. Pasa por agrupar el crédito y las tarjetas en un crédito con una sola cuota. Hay dos opciones: a través de los bancos o con capital privado. En el mercado actual, muy pocas entidades ofrecen créditos para reunificar deudas, pero sería la mejor y la opción más segura, al estar reguladas por el Banco de España.
Lo idóneo es ir a la entidad particular donde se tenga la deuda o bien a bancos que ofrezcan reagrupación de deudas entre sus servicios. Reunificar la deuda en un préstamo personal permitirá hacer frente a lo que se adeuda en un plazo de tiempo más largo y con un tipo de interés mucho más bajo que el aplicable al aplazar el pago de la tarjeta. Si se acude al capital privado de empresas o particulares para reunificar las deudas, sus condiciones e intereses son más duros que los de las entidades financieras, aunque su ventaja es que consiste en la única posibilidad para personas que forman parte de listas de morosos.
3. Otras opciones
Al margen de negociar con la propia entidad, caben las siguientes posibilidades:
Otras entidades
Para el deudor que ya ha sido incluido en una lista de morosos, como ASNEF, resulta muy complicado que un banco le facilite un préstamo. Las entidades on line ofrecen préstamos a buen interés para clientes con nómina domiciliada.
Establecimientos Financieros de Crédito
Los intereses en estos casos están sobre el 20-25% TAE.
Intermediarios financieros
Median entre el deudor y el banco para conseguir la mejor oferta. Pero sus comisiones son muy elevadas, por lo que conviene hacer números.
Préstamos P2P
Los préstamos de persona a persona son una alternativa a los bancos para conseguir un préstamo o crédito. Ponen en contacto, de forma habitual a través de Internet, a usuarios que necesitan fondos con otros que están en disposición de prestárselos. Los precios de los intereses pueden superar el 45%, aunque el rango es muy variable.
Empresas de créditos rápidos y microcréditos
Son recomendables solo cuando los intereses ofrecidos sean inferiores a los que deben abonarse por la tarjeta.
Bloqueo de tarjeta: ante un impago de la tarjeta, la primera consecuencia es el bloqueo de la misma por parte de la entidad emisora. Si la situación de impago persiste, el bloqueo puede extenderse a la cuenta corriente asociada a la tarjeta.
Intereses y comisiones: los perjuicios económicos ya mencionados en forma de intereses y comisiones se van acumulando a la deuda original y, cada día que pasa, la deuda aumenta.
Listado de morosidad: el deudor es incluido en ficheros de morosidad, como RAI, ASNEF o EQUIFAX, a partir de los 90 días desde que se produjo el impago. Estas listas son seguidas por las entidades de crédito, lo que dificultará o imposibilitará la obtención de futura financiación.
Reclamación judicial: si la deuda persiste, la entidad llevará la reclamación a la Justicia, con lo que también tendría que hacer frente a las costas judiciales en caso de perder.
Embargo de bienes: podrían embargarle los bienes (parte de la nómina o pensión, cuentas bancarias, vivienda, coche, etc.) para cobrarse la deuda. En caso de haber aportado avalistas en forma de garantía adicional, tendrán que responder de forma solidaria de todas las deudas pendientes contraídas por el deudor.