Cada 22 de marzo, desde 1993, se celebra el Día Mundial del Agua, una efemérides que pretende concienciar a gobiernos, organizaciones, comunidades y personas sobre la importancia del ahorro y de la gestión del agua. Después de uno de los inviernos más secos que se recuerdan, la ausencia de precipitaciones ha provocado que los pantanos españoles apenas superen el 50% de su capacidad. Mientras en el País Vasco los embalses cuentan con una capacidad de agua en torno al 80%, como consecuencia de las nieves y el deshielo, en el resto de España la situación es preocupante. El agua es un bien escaso y para paliar los efectos de la sequía, los ciudadanos deben colaborar con el ahorro en sus propios hogares. Basta con seguir unas sencillas pautas que se explican a continuación, como cerrar un poco la llave de paso, ducharse en lugar de darse un baño o cerrar el grifo durante el cepillado dental.
Además de ahorrar en la factura del agua, consumirla según una serie de pautas básicas puede ayudar a paliar los efectos de la escasez de agua de este año.
Las aguas grises, que provienen de las duchas, baños y lavabos, se pueden reutilizar en el inodoro, para regar el jardín o fregar el patio
Las restricciones, los incendios, la pérdida de las cosechas y la subida de precios de los productos agrícolas y ganaderos, como consecuencia de la sequía, pueden menoscabar aún más la economía española. Por ello, administrar el agua de forma responsable, sin derrocharla, y disminuir su consumo desde el propio hogar son tareas claves de cara al ahorro.
Ahorrar agua en el hogar
Conviene arreglar con urgencia las fugas o averías de cañerías y grifos, ya que un grifo que gotea puede perder hasta 30 litros diarios de agua.
Se puede disminuir el caudal si se cierra un poco la llave de paso del agua en la vivienda. Con ello, se consigue que salgan del grifo menos litros de agua por minuto. Es una medida útil para economizar y apenas se percibe la diferencia al abrir los grifos.
Es conveniente colocar atomizadores o economizadores de agua en los grifos. Estas son unas pequeñas piezas que mezclan el agua con aire y dan la sensación de mayor chorro, con una menor cantidad de líquido. Con ellos se puede ahorrar hasta un 50% de agua. Se adquieren en ferreterías o tiendas de bricolaje. Son artículos muy baratos (entre 7 y 20 euros) y su instalación es muy sencilla: basta con desenroscar la boca del grifo, introducirlos y volver a enroscar.
Tanto en el lavado de la ropa como en la desinfección de la vivienda, no conviene abusar de la lejía ya que, al ser un producto muy agresivo, dificulta el trabajo de las depuradoras, puesto que se rompe el equilibrio bacteriano. Lo más adecuado es utilizar detergentes ecológicos, sin fosfatos.
Es preferible lavar el coche en un lavacoches o utilizar un cubo y una esponja, si se hace a mano, en lugar de emplear una manguera.
El agua residual procedente de la condensación de los aparatos de aire acondicionado de la vivienda se puede almacenar en un bidón y utilizarla para regar las plantas, fregar la terraza o el patio.
Para rellenar los humidificadores de los radiadores de una vivienda, se puede utilizar el agua que ha sobrado de la jarra de la comida.
Ahorro de agua en el cuarto de baño
Cerrar el grifo durante el afeitado y el lavado de los dientes y usar un vaso para enjuagarse la boca puede suponer un ahorro de unos 20 litros de agua cada vez.
Al ducharse, mientras se espera a que se caliente el agua, se puede colocar un cubo bajo el grifo para almacenar el agua fría que cae. Este agua puede servir para lavarse la cara, los dientes, fregar el suelo, etc. Se debe intentar que las duchas de los miembros de la familia se hagan seguidas, para así ahorrar el tiempo de calentamiento del agua.
Ducharse en vez de darse un baño y cerrar el grifo durante el enjabonado supone un ahorro de 30 litros de agua por ducha.
Con las griferías monomando y las termostáticas se pueden conseguir grandes ahorros de agua.
Es conveniente vigilar las posibles fugas de agua en los grifos y en el inodoro. Suelen ser fugas muy pequeñas, pero suponen una pérdida de agua considerable.
Hay que tirar de la cadena del inodoro solo cuando sea necesario. Cada vez que se vacía la cisterna, se arrojan al desagüe entre seis y ocho litros de agua. Además, con esta medida se contribuye a no sobrecargar las depuradoras de aguas residuales. Siempre que sea posible, hay que utilizar cisternas de seis litros con mecanismo de interrupción de descarga. Los nuevos sistemas para inodoros permiten controlar el agua, al contar con dos volúmenes de descarga de agua: uno que arroja de seis a ocho litros y otro que solo permite salir de tres a cuatro litros. La diferencia en gasto de agua es evidente.
Si la cisterna del baño no es de doble descarga, se pueden introducir en ella una o dos botellas de plástico llenas. De esta forma, cada vez que se tire de la cadena, se gastarán varios litros menos.
Cómo ahorrar agua en la cocina
Hay que utilizar barreños o cuencos para lavar la fruta, la verdura y para fregar los platos.
Para evitar dejar el grifo abierto, si el fregadero cuenta con dos pilas, se llenan ambas de agua y se puede usar una para enjabonar la vajilla y la otra, para aclarar.
Si se pretende beber agua fría, lo mejor es acostumbrarse a poner una jarra o una botella de agua en la nevera. No se debe dejar correr el agua del grifo hasta que salga fresca, ya que por un grifo abierto corren hasta 12 litros de agua por minuto.
No hay que descongelar los alimentos con agua, bajo el grifo, sino que se deben sacar del congelador con suficiente tiempo para descongelarlos a temperatura ambiente.
El calentador de agua debe estar situado cerca de los grifos, aunque siempre que se pueda, es más aconsejable utilizar el agua fría.
El agua empleada para hervir huevos, puede aprovecharse para regar las plantas (les aporta nutrientes procedentes de la cáscara del huevo).
Al cocinar los alimentos, se recomienda emplear solo el agua necesaria para cubrirlos.
Ahorro de agua al usar electrodomésticos
Es preferible lavar la ropa en la lavadora. Cuando se lava a mano, se consume un 40% más de agua.
Al utilizar la lavadora, si no es de carga regulable, lo conveniente es encenderla cuando esté llena. Los programas de media carga de algunos modelos permiten el ahorro de agua y energía. Además, salvo que la ropa esté muy sucia, es mejor utilizar programas de temperatura moderada. Al comprar una lavadora, se debe elegir un modelo de bajo consumo de agua (65 litros por lavado, según la normativa europea), lo que implica un ahorro de 12.000 litros de agua de media al año por vivienda.
Fregar los platos a mano emplea, por lo general, unos 30 litros más de agua que si se utiliza el lavavajillas.
El lavavajillas, si no es de carga regulable, se debe utilizar cuando esté lleno. Al comprar un lavavajillas, es importante elegir un modelo de bajo consumo de agua (con un máximo de 1,85 litros por cubierto en cada lavado).
Los modelos antiguos de nevera se tienen que descongelar a mano una o dos veces al mes para eliminar el hielo que se forma y asegurar su buen funcionamiento. El agua se puede recoger en una palangana o barreño y reutilizarla en el inodoro o para fregar una terraza.
Ahorrar agua en la terraza y en el jardín
Las llamadas aguas grises (que provienen de las duchas, baños y lavabos) son aptas para regar el jardín o fregar el patio. La reutilización de estas aguas grises en la vivienda permite un gran ahorro en el consumo doméstico, ya que cada persona puede llegar a gastar unos 40 litros al día.
Mientras no se utilizan, las piscinas deben permanecer cubiertas con lonas para evitar la evaporación. Si una piscina se limpia con frecuencia (una vez a la semana), no requerirá el cambio de agua durante bastante tiempo.
Las plantas y el jardín se cuidan mejor con el riego por aspersión o a través del sistema de multigoteo, que consigue ahorros de hasta el 90%. Este último es un sistema de riego subterráneo que humidifica el terreno de forma constante y evita la evaporación por el sol y el aire.
Lo idóneo es regar las plantas al amanecer o al anochecer, cuando las temperaturas son más bajas, para evitar las pérdidas de agua por evaporación. Para ello, se puede utilizar el agua empleado para lavar las verduras, el que ha sobrado de la jarra de la comida, el de la condensación del aire acondicionado, etc. Las plantas deben estar agrupadas según su consumo de agua para facilitar la economía del sistema de riego. Además, es preferible tener plantas autóctonas, que consumen la mitad del agua, que contar con especies exóticas.