Ayer subió la luz “solo” el 2,3%. Aunque se alejó del “tarifazo” previsto en inicio -un incremento del 11%-, casi todos los hogares desean ahorrar lo máximo posible para que la factura de la luz no descuadre su ya maltrecho presupuesto. Si se quiere desarrollar una óptima estrategia de ahorro en el consumo eléctrico, como se explica a continuación, lo primero que habrá que hacer es aproximarse a una comprensión correcta y real de los números que aparecen en el recibo de nuestra comercializadora de la energía, algo que luego ayudará incluso a formalizar una reclamación si no se está de acuerdo con los números expresados en la factura.
Cómo entender la factura
La luz ha subido casi un 58% en los últimos cinco años, algo que ha propiciado que un buen número de hogares empiece a aplicar nuevas pautas de ahorro. Pero para ello, además de poner en práctica ciertos hábitos de consumo, es necesario conocer y analizar la factura de la luz, y no limitarse a aceptarla y pagarla. Se procede así, casi siempre, debido a la profunda complejidad de los recibos, con términos difíciles de comprender o asimilar. Además, al no saber con exactitud en qué se gasta, se complica la tarea de reducir el gasto eléctrico.
Conocer cada dato de la factura de la luz es muy útil en caso de tener que hacer una reclamación
Si se desea seguir una óptima estrategia de ahorro en el consumo eléctrico, lo primero que hay que hacer es entender los datos que aparecen en el documento de nuestra comercializadora de la energía. Incluso podrán servir para formalizar una queja, en caso de no estar de acuerdo con los números expresados en el recibo. Debido a lo enrevesado de la facturación, o por ignorancia, muchos consumidores no ponen una reclamación.
¿Qué se paga en la factura de la luz?
Es necesario conocer con exactitud qué se paga todos los meses, y qué términos de la factura son fijos y cuáles variables. Estos últimos son objeto de revisiones durante el año y hacen que el recibo varíe (tanto al alza como a la baja) en función de los cambios en el sistema tarifario de la electricidad.
En primer lugar, hay que asumir que la factura de la luz no es uniforme y se compone de tres conceptos de pago diferentes:
Peajes de acceso: son los costes necesarios para que la energía llegue a nuestro hogar, como por ejemplo, los de distribución.
Precio de la energía: supone la mitad del recibo y se determina de forma trimestral mediante subasta. Es el que hace que la factura se incremente.
Impuestos, fijados también por el Ejecutivo.
¿Qué porcentaje del recibo de la luz dependerá del consumo generado por las familias? La factura se compone de dos términos, por un lado el fijo (término de potencia), que depende de la potencia contratada, y, por otro, el variable (término de energía) que varía en función del consumo energético.
A partir de estos conceptos, el recibo se puede comprender un poco más, ya que puede separarse en dos componentes:
El primero es la parte regulada a través de los peajes de acceso, primas a renovables, deuda eléctrica, etc. y cuyos precios los fija el Gobierno. Tiene un peso del 55% en la factura.
El otro componente se establece en la subasta trimestral por parte de las empresas comercializadoras. Se conoce como parte liberalizada (55% del recibo) y afecta a lo que era la Tarifa de Último Recurso, ahora llamada precio voluntario al pequeño consumidor, que es la que tiene contratada la mayoría de los hogares españoles. Pero la parte liberalizada no es solo resultado de la subasta, sino casi tres cuartas partes. El restante son los sobrecostes del sistema, que dependen de otros aspectos ajenos a este procedimiento y que son pagos fijos. El resultado final supondrá algo menos del 50% del total de la TUR.
Buena parte de la factura no está vinculada ni al consumo ni al coste de las energías, sino que se refiere a los impuestos
Iberdrola, en su campaña para que los consumidores conozcan dónde va el dinero de sus recibos, explica que «de los 51 euros de la factura mensual de un hogar medio, solo 19 euros corresponden a la energía kWh consumida y a las líneas eléctricas para llevarla, mientras que el resto, es decir, 32 euros, son costes ajenos al suministro eléctrico». También desglosa la cuenta y aporta el dato de que el 38% de la misma (19 euros) corresponde a la energía consumida y a las líneas eléctricas, mientras que del 62% restante asegura que 15,7 euros se destina a cargas fiscales, 9,7 a subvenciones medioambientales, 1,9 más a subvenciones territoriales, 1,3 a ayudas sociales y los 3,4 euros restantes a otros capítulos.
Pero hay una buena parte de la factura que no está vinculada ni al consumo ni al coste de las energías, y que se refiere a los impuestos. Para la inversión de energías renovables, el Gobierno utiliza un impuesto especial que es el 4,86% sobre el importe de los costes de la potencia contratada más el de la energía consumida; esto multiplicado por un factor igual a 1,05113 generará la cantidad que el usuario tendrá que asumir en su factura. Otra parte del dinero se destina a subvenciones medioambientales o territoriales y a ayudas sociales.
Entre otras cargas que soporta el consumidor de esta energía también está el alquiler de los equipos de medida. Porque en efecto, estos no son gratis para los usuarios, ya que tienen que pagar un precio por su alquiler. Por lo general, su facturación equivale a un importe fijo por día de alquiler del contador, que se multiplicará por el número de días a facturar, que será la cantidad que se reflejará en el recibo de cada mes.
Al final, a todos los costes sumados se le incrementará el IVA (21%) que determinará la cantidad exacta (total de la factura) que los consumidores tendrán que abonar por disfrutar de este servicio básico.
Hay varias formas para que ahorrar en el recibo de la luz sea una realidad tangible para los usuarios, sin tener que reducir su consumo o prescindir de las fuentes de energía en el hogar. Puede conseguirse con facilidad, en unos casos con herramientas que lo faciliten y, en otros, a través de cambios en los planes de contratación. De esta forma, los usuarios podrán seleccionar las actuaciones que mejor se amolden a sus características para contener sus gastos por la utilización de este servicio, y que se basarían en las siguientes premisas:
Contratar una cuenta bancaria que, además de admitir las domiciliaciones de los recibos de la luz, permita la devolución de una parte mínima de estos gastos, entre el 2% y 3%.
Cambiar de estrategia y decantarse por la contratación on line, que puede abaratar la cuantía hasta un 20% sobre su tarifa original.
Agrupar varios servicios (luz y gas) en una misma factura, algo que podrá adelgazar el recibo, al pagar todos los meses entre un 5% y 10% menos, en función de cada oferta.
Acudir a las ofertas y promociones que desarrollan con regularidad las compañías eléctricas, y que se ofrecen a los usuarios con importantes descuentos, según sus necesidades y perfiles como clientes.
Revisar la potencia contratada, ya que quizás se tenga una potencia por encima de las necesidades de consumo y se precise una inferior con la que poder contener estos gastos.