¿Jornada partida o continua en los colegios? En general, la opinión es favorable a la primera, sobre todo para los pequeños, pero el debate se ha instalado entre el profesorado y en el seno de las asociaciones de padres y madres. Estas ponen en duda que el modelo intensivo sea adecuado para los alumnos y aluden a mayores ventajas para los profesores, mientras se carga a los escolares con horarios más apretados y se obstaculiza la conciliación de la vida familiar y laboral. En este artículo se repasan las ventajas y desventajas de ambas opciones.
Jornada partida: ventajas y desventajas
La jornada partida ha perdido protagonismo en los colegios públicos de Primaria, se ha evaporado en los centros de Secundaria -excepto en Cataluña- y es inexistente en Bachillerato. Como detalla en un artículo Antonio Tinajas Ruiz, catedrático de enseñanza secundaria, solo «la escuela privada, cuyo alumnado crece día a día, garantiza la jornada partida», la más extendida en Europa.
Quienes abogan por la jornada partida argumentan que reduce el fracaso escolar y favorece la conciliación familiar y laboral
Este cambio ha estado propiciado por las ventajas atribuidas a la jornada continua, pero los defensores del horario escolar partido aseguran que este último reduce el fracaso escolar, contribuye a que los niños se cansen menos y favorece la conciliación familiar y laboral, en las familias cuyos padres trabajan y no pueden atender a sus hijos por las tardes.
En cuanto a las desventajas, sus contrarios argumentan que lo anterior es falso. En su opinión, la jornada partida disminuye el rendimiento de los estudiantes mientras que aumenta su cansancio.
Desde FAPAR, la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumn@s de Aragón, señalan que la conveniencia de una u otra jornada «es un tema que está en la actualidad en debate con todas la APAS», por lo que prefieren no emitir una postura común hasta tener «la aceptación de todos los socios». Y es que esta cuestión preocupa y es una de las más polémicas en cada inicio de curso.
Por su parte, CONCAPA, la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos, destaca la relación entre la conciliación de la vida familiar y laboral y el horario escolar, por lo que «apuesta por la jornada de mañana y tarde, salvo contadas excepciones como los meses de calor en zonas como el sur de España o Canarias«.
Jornada continua: ventajas y desventajas
Por el momento, la jornada continua va en cabeza. No obstante, señala Tinajas, «los argumentos que esgrimen sus partidarios (sobre todo el profesorado) no suelen venir acompañados de los estudios científicos que los ratifiquen». Las ventajas que se le atribuyen son las mismas que en el caso anterior, de ahí la controversia: mayor rendimiento escolar, un menor cansancio, más posibilidades de realizar actividades extraescolares, más opciones de que los profesores complementen su formación y una mejora de la vida familiar, al disponer los hijos de más tiempo fuera de los colegios.
Los defensores de la jornada continua justifican un mayor rendimiento escolar y más posibilidades de realizar actividades extraescolares
En cuanto a las desventajas, para CONCAPA, en los centros donde se defienden menos horas de clase, la reivindicación responde más al profesorado «que a una mejora de la enseñanza», ya que, a su juicio, «no beneficia ni a los alumnos ni a los padres». Asegura que la jornada intensiva propicia que los niños tengan más horas de trabajo porque tienen más deberes, «mientras que los padres no pueden estar ese tiempo con ellos y han de buscar también alternativas extraescolares».
Jesús María Sánchez Herrero, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), justifica la jornada continua «en zonas rurales de difícil acceso u otras características socioeconómicas particulares», pero señala su oposición a la jornada escolar continua. Asegura que en las comunidades autónomas donde está implantada, «en ningún caso ha mejorado el rendimiento escolar del alumnado», se limita la participación en actividades extraescolares al reducirse las posibilidades de transporte y cerrarse los centros por las tardes, además de empeorar la situación de los niños con más necesidades educativas y sociales.
Y los inconvenientes continúan. Para Sánchez Herrero, cuando las tardes quedan libres para los escolares, las clases son más cortas, «por lo que el profesorado dispone de menos tiempo para impartir su materia» y ha de encargar más deberes al alumnado, lo que implica una sobrecarga para los estudiantes, que bien han de contratar clases particulares o superar las dificultades por sus propios medios, en el caso de que los padres no pueden afrontar el gasto de esas clases ni tengan la formación adecuada para ayudarles. Por este motivo, considera que «no contribuye en absoluto a combatir el fracaso escolar».
El presidente de COAPA Balears, Jaume Ribas, precisa que en esta comunidad el 95% de los centros públicos de Primaria y el 100% de los centros de Secundaria han implantado la jornada continua, frente a los concertados, «donde prácticamente su totalidad tienen jornada partida». «Eso supone una dualidad en el sistema educativo que, por desgracia, ha perjudicado a la escuela pública», subraya.
A su juicio, «la jornada continua ha generado una serie de problemas sociales que no han sido compensados por la Administración pública», ya que si bien un número importante de familias puede atender a sus hijos por las tardes, otra parte también importante «tienen dificultades de atención», con lo que «no se ha resuelto el problema de la conciliación de la vida familiar». Remarca que las asociaciones de padres atienden las necesidades de las familias, «pero a un coste muy elevado, ya que casi han desaparecido las ayudas para llevarlas a cabo».
El cambio de la jornada partida a la continua afecta a alumnos, padres y profesores. Respecto a estos últimos, CEAPA considera legítimo que reclamen la jornada matutina, pero sin que esto afecte a los estudiantes ni a las familias. “Distinguimos entre la jornada laboral del profesorado, la lectiva del alumnado y el horario de apertura de los centros educativos. Estas tres jornadas no tienen por qué coincidir”, matiza. Esta asociación estima que la jornada de los profesores no debería influir en la de los escolares, de manera que estos puedan permanecer en los centros y aprovechar sus instalaciones y recursos. “El problema se suscita cuando un sector del profesorado cree que el camino más corto para alcanzar sus objetivos es modificar también la jornada del alumnado”, critica.
Se estima que este cambio perjudica de manera especial a los estudiantes y familias con menos recursos, tal como ha ocurrido en Baleares, donde el proceso de cambio de jornada se inició hace más de 20 años, recuerda Jaume Ribas, “sin llevarse a cabo de manera reglada ni atendiendo a las necesidades de los alumnos ni de las familias”. Insiste en que, al margen de los posibles beneficios o perjuicios pedagógicos, la jornada continua “ha supuesto un incremento de las diferencias sociales y un perjuicio para las familias con más dificultades sociales y económicas”.